Publicado en Diario La República.
04.02.2010
Siempre hemos sostenido que el sector agroalimentario es vital para cualquier economía, es el negocio más grande del mundo pero a su vez tiene el más alto índice de riesgo, tanto para países ricos como pobres.
El riesgo de fracasar con un negocio en la agricultura, es la suma del entorno económico y social, el cual para países emergentes se hace todos los años más negativo en lo rural, y el inclemente cambio climático que hace impredecible adecuar un modelo rentable en cualquier explotación agropecuaria, un triste ejemplo; las heladas de enero en Cundinamarca y el intenso verano en todo el país.
¿Cómo aminorar el riesgo? Lo tradicional ha sido la protección, los subsidios, las regulaciones, los estímulos a las exportaciones, las economías de escala, el desplazamiento a otros sectores, el cierre o apertura de importaciones, etc., etc.
Cuando los que trabajamos y vivimos del sector, hacemos conscientemente un balance de la últimas décadas, con relación al desarrollo del negocio agropecuario en Colombia, sumando y restando, hay mas perdidas que ganancias. No se ha podido explotar más del 25% del potencial real y todos los subsectores padecen de una recurrente y cíclica crisis. Es decir, todos los modelos aplicados o probados, no han funcionado. Hay excepciones exitosas pero en general hay fracaso.
Si miramos lo que está pasando en el mundo agrícola, de manera global, se encuentran muchos ejemplos agro-empresariales rentables y sostenibles en el tiempo, que tienen siempre un común denominador, un avance tecnológico adaptado a cada condición económica y a cada sistema agronómico.
Algunos ejemplos: Los invernaderos climatizados holandeses, las cosechadoras de tubérculos como la papa en Alemania, los sistemas de regadío en Israel, la papaya transgénica en Hawái, los sistemas de arroces orgánicos en Tailandia y Malasia, el mejoramiento en ornamentales de Nueva Zelandia, el desarrollo de fermentos vegetales para la alimentación de animales en Austria, las hortalizas hidropónicas con explotación de pescado en China, el cultivo de algas en el mar del norte para extracción de hormonas vegetales, el uso de nutracéuticos para la protección de cultivos en Japón y finalmente, los avances en homeopatía vegetal en varios institutos de investigación en Estados Unidos y Europa.
Un nuevo enfoque para aminorar los riesgos de la agricultura convencional para producir alimentos, puede ser un cambio drástico en la inversión pública y privada para la investigación, desarrollo tecnológico y capacitación en todos los niveles de la empresa agropecuaria. Por décadas Colombia abandonó su inversión en el mejoramiento de la producción de cultivos claves y nuevos, los sistemas de producción agropecuaria no han avanzado al ritmo del cambio climático, la eficiente explotación de nuestros mayores recursos suelo y agua no se ha logrado, los agricultores colombianos usan insumos importados que ya no existen en los países que los producen.
Yo fui un orgulloso investigador del Instituto Colombiano Agropecuario, hace tres décadas, trabajamos en un grupo multidisciplinario para el mejoramiento en la producción de arroz: ICA-CIAT-FEDEARROZ, y aunque nos quejábamos por falta de más recursos, hoy añoramos, esos tipos de convenios para la investigación y el mejoramiento de la producción.
Para aminorar el riesgo de cualquier inversión en el sector agropecuario, se necesita una abundante inversión en investigación, desarrollo de tecnologías y un sistema de transferencia de esa tecnología con intensiva capacitación, de lo contrario perderemos la gran oportunidad de ayudar a alimentar un planeta, ávido de alimentos sanos, limpios y con valor. Busquemos de manera urgente, un desplazamiento de la ciudad al campo con inversión y desarrollo social. Como dijo el Banquero Hindú, Premio Nobel de la Paz, ¨podemos hacer dinero y también cambiar el mundo¨.
Hernando A. Pabón P.
Siempre hemos sostenido que el sector agroalimentario es vital para cualquier economía, es el negocio más grande del mundo pero a su vez tiene el más alto índice de riesgo, tanto para países ricos como pobres.
El riesgo de fracasar con un negocio en la agricultura, es la suma del entorno económico y social, el cual para países emergentes se hace todos los años más negativo en lo rural, y el inclemente cambio climático que hace impredecible adecuar un modelo rentable en cualquier explotación agropecuaria, un triste ejemplo; las heladas de enero en Cundinamarca y el intenso verano en todo el país.
¿Cómo aminorar el riesgo? Lo tradicional ha sido la protección, los subsidios, las regulaciones, los estímulos a las exportaciones, las economías de escala, el desplazamiento a otros sectores, el cierre o apertura de importaciones, etc., etc.
Cuando los que trabajamos y vivimos del sector, hacemos conscientemente un balance de la últimas décadas, con relación al desarrollo del negocio agropecuario en Colombia, sumando y restando, hay mas perdidas que ganancias. No se ha podido explotar más del 25% del potencial real y todos los subsectores padecen de una recurrente y cíclica crisis. Es decir, todos los modelos aplicados o probados, no han funcionado. Hay excepciones exitosas pero en general hay fracaso.
Si miramos lo que está pasando en el mundo agrícola, de manera global, se encuentran muchos ejemplos agro-empresariales rentables y sostenibles en el tiempo, que tienen siempre un común denominador, un avance tecnológico adaptado a cada condición económica y a cada sistema agronómico.
Algunos ejemplos: Los invernaderos climatizados holandeses, las cosechadoras de tubérculos como la papa en Alemania, los sistemas de regadío en Israel, la papaya transgénica en Hawái, los sistemas de arroces orgánicos en Tailandia y Malasia, el mejoramiento en ornamentales de Nueva Zelandia, el desarrollo de fermentos vegetales para la alimentación de animales en Austria, las hortalizas hidropónicas con explotación de pescado en China, el cultivo de algas en el mar del norte para extracción de hormonas vegetales, el uso de nutracéuticos para la protección de cultivos en Japón y finalmente, los avances en homeopatía vegetal en varios institutos de investigación en Estados Unidos y Europa.
Un nuevo enfoque para aminorar los riesgos de la agricultura convencional para producir alimentos, puede ser un cambio drástico en la inversión pública y privada para la investigación, desarrollo tecnológico y capacitación en todos los niveles de la empresa agropecuaria. Por décadas Colombia abandonó su inversión en el mejoramiento de la producción de cultivos claves y nuevos, los sistemas de producción agropecuaria no han avanzado al ritmo del cambio climático, la eficiente explotación de nuestros mayores recursos suelo y agua no se ha logrado, los agricultores colombianos usan insumos importados que ya no existen en los países que los producen.
Yo fui un orgulloso investigador del Instituto Colombiano Agropecuario, hace tres décadas, trabajamos en un grupo multidisciplinario para el mejoramiento en la producción de arroz: ICA-CIAT-FEDEARROZ, y aunque nos quejábamos por falta de más recursos, hoy añoramos, esos tipos de convenios para la investigación y el mejoramiento de la producción.
Para aminorar el riesgo de cualquier inversión en el sector agropecuario, se necesita una abundante inversión en investigación, desarrollo de tecnologías y un sistema de transferencia de esa tecnología con intensiva capacitación, de lo contrario perderemos la gran oportunidad de ayudar a alimentar un planeta, ávido de alimentos sanos, limpios y con valor. Busquemos de manera urgente, un desplazamiento de la ciudad al campo con inversión y desarrollo social. Como dijo el Banquero Hindú, Premio Nobel de la Paz, ¨podemos hacer dinero y también cambiar el mundo¨.
Hernando A. Pabón P.
Fuente: revista bia.
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