GRAIN |
28 October 2009.
Sabemos más sobre el movimiento de los cuerpos celestes que del suelo que pisamos.
Leonardo da Vinci
Leonardo da Vinci
Cuida el suelo y todo el resto se cuidará a sí mismo.
Proverbio campesino
Proverbio campesino
Las cosas no han cambiado mucho desde los tiempos de Leonardo da
Vinci. Para muchas personas, el suelo es una mezcla de minerales y
polvo. En realidad, los suelos son uno de los ecosistemas vivos más
asombrosos de la Tierra, donde millones de plantas, hongos, bacterias,
insectos y otros organismos vivientes —la mayoría invisibles al ojo
humano— están en un cambiante proceso de constante creación, composición
y descomposición de materia orgánica y vida. Son también el punto de
partida inevitable para cualquiera que quiera cultivar alimentos.
Los suelos contienen también enormes cantidades de carbono, sobre
todo en la forma de materia orgánica. A escala mundial, los suelos
retienen más del doble del carbono contenido en la vegetación terrestre.
El surgimiento de la agricultura industrial en el siglo pasado, por su
dependencia de los fertilizantes químicos, ha provocado un desprecio
generalizado por la fertilidad natural del suelo y una pérdida masiva de
la materia orgánica presente en éste. Mucha de la materia orgánica que
se pierde termina en la atmósfera, en forma de dióxido de carbono —el
más importante gas con efecto de invernadero.
La forma en que la agricultura industrial ha tratado los suelos, es
un factor crucial que ha provocado la actual crisis climática. Sin
embargo, los suelos pueden ser parte de la solución. Según nuestros
cálculos, si pudiéramos regresarle a los suelos agrícolas del mundo la
materia orgánica perdida a causa de la agricultura industrial, podríamos
capturar al menos un tercio del exceso de dióxido de carbono que
actualmente se halla en la atmósfera. Si continuáramos incorporando
materia orgánica al suelo durante los próximos 50 años, dos tercios de
todo el actual exceso de dióxido de carbono podría ser capturado por los
suelos mundiales. En el proceso podríamos formar suelos más sanos y
productivos y seríamos capaces de abandonar el uso de fertilizantes
químicos que ahora son otro potente productor de gases de cambio
climático.
Vía Campesina ha argumentado que la agricultura basada en modos de
cultivo de pequeña escala, que utilice métodos agroecológicos de
producción y se oriente a los mercados locales, puede enfriar el planeta
y alimentar a la población. Esta afirmación es correcta y las razones
las hallamos, en gran medida, en el suelo.
El creciente problema de los fertilizantes industriales
Un factor importante en la destrucción de la
fertilidad del suelo ha sido el tremendo aumento mundial de los
fertilizantes químicos en la agricultura, con un consumo actual que es
más de cinco veces el de 19611. La gráfica 1 muestra el incremento del consumo mundial de nitrógeno por hectárea, siete veces mayor que en la década de 19602.
Sin embargo, buena parte de todo este nitrógeno extra no es utilizado
por las plantas y termina en las aguas subterráneas o en el aire.
Mientras más nitrógeno aplican los agricultores como fertilizante, menos
eficiente resulta. En la gráfica 2 se muestra la relación entre
rendimiento y consumo de fertilizante nitrogenado en el maíz, trigo,
soya y arroz, los cuatro cultivos que cubren casi un tercio de toda la
tierra cultivada. Para todos ellos, el rendimiento por kilogramo de
nitrógeno aplicado es un tercio de los que era en 1961, cuando el uso de
fertilizantes químicos empezó a expandirse mundialmente.
La ineficacia cada vez mayor de los
fertilizantes industriales no debería sorprender a nadie. Muchos
expertos en suelos y crecientes números de agricultores saben hace
tiempo que los fertilizantes químicos destruyen la fertilidad del suelo
al destruir la materia orgánica. Cuando se aplican fertilizantes
químicos, los nutrientes solubles quedan inmediatamente disponibles en
grandes cantidades y provocan una oleada de actividad y multiplicación
microbiana. La mayor actividad microbiana, por su parte, acelera la
descomposición de materia orgánica y libera CO2 a la atmósfera. Cuando
los nutrientes de los fertilizantes ya se vuelven escasos, la mayoría de
los microorganismos muere y el suelo tiene ahora menos materia
orgánica. A medida que este proceso ocurre durante años y décadas, y es
acelerado por la labranza, la materia orgánica del suelo finalmente se
agota. El problema se agrava porque el mismo enfoque tecnológico que
promueve los fertilizantes químicos señala que los residuos de cultivos
deben retirarse o quemarse y no deben ser integrados al suelo.
A medida que los suelos pierden materia
orgánica, se hacen más compactos, absorben menos agua y tienen menor
capacidad para retener nutrientes. Las raíces crecen menos, los
nutrientes del suelo se pierden más fácilmente y hay menos agua
disponible para las plantas. El resultado es que el uso de los
nutrientes presentes en los fertilizantes será cada vez más ineficiente,
y la única forma de contrarrestar la ineficiencia es aumentando las
dosis de fertilizantes, como muestran las tendencias mundiales. Pero las
mayores dosis sólo agravarán los problemas, aumentando la ineficiencia y
la destrucción de los suelos. No es raro escuchar de agricultores
orgánicos que se transformaron en tales una vez que sus rendimientos
colapsaron después de años de uso intensivo de fertilizantes químicos.
Los problemas con los fertilizantes
industriales no terminan allí. Las formas de nitrógeno presentes en los
fertilizantes químicos se transforman rápidamente en el suelo, emitiendo
óxidos nitrosos al aire. Los óxidos nitrosos tienen un efecto de
invernadero que es más de doscientas veces más potente que el efecto del
CO23,
y son responsables de más del 40% del efecto invernadero actualmente
provocado por la agricultura. Los óxidos nitrosos además destruyen la
capa de ozono.
Fertilización nitrogenada: de un promedio mundial
de 8.6 kg/ha en 1961 a 62.5 kg/ha en 2006.4
Inefiencia de los fertilizantes nitrogenados
Por cada kilo de nitrógeno aplicado, se
obtuvieron 226 kg de maíz en 1961, pero sólo 76 kg en 2006. Las cifras
son respectivamente 217 y 66 kg para el arroz y 131 and 36 kg para la
soya, y 126 y 45 kg para el trigo.5
2. Cifras obtenidas por GRAIN con base en estadísticas de la International Fertilizer Industry Association (http://www.fertilizer.org/ifa/Home-Page/STATISTICS) y por FAO (http://faostat.fao.org/default.aspx)
3.
Forster, P., V. Ramaswamy, P. Artaxo, T. Berntsen, R. Betts, D.W.
Fahey, J. Haywood, J. Lean, D.C. Lowe, G. Myhre, J. Nganga, R. Prinn,
G. Raga, M. Schulz and R. Van Dorland, 2007: "Changes in Atmospheric
Constituents and in Radiative Forcing" en: Climate Change 2007: The Physical Science Basis. Contribution
of Working Group I to the Fourth Assessment Report of the
Intergovernmental Panel on Climate Change [Solomon, S., D. Qin, M.
Manning, Z. Chen, M. Marquis, K.B. Averyt, M.Tignor and H.L. Miller
(eds.)]. Cambridge University Press, Cambridge, Reino Unido y Nueva
York, NY, EUA, p. 212
5. Cifras obtenidas por GRAIN con base en estadísticas de la International Fertilizer Industry Association (http://www.fertilizer.org/ifa/Home-Page/STATISTICS) y por FAO (http://faostat.fao.org/default.aspx)
Los suelos como ecosistemas vivos.
Los suelos son una delgada capa que cubre más del 90% de la
superficie terrestre del planeta Tierra. Contrariamente a lo que mucha
gente cree, los suelos no son sólo polvo y minerales. Son ecosistemas
vivos y dinámicos. Un suelo sano bulle con millones de seres vivos
microscópicos y visibles que ejecutan muchas funciones vitales. Lo que
hace a este sistema vivo algo diferente del polvo es que es capaz de
retener y proporcionar lentamente los nutrientes necesarios para que
crezcan las plantas. Pueden almacenar agua y la liberarla gradualmente
en ríos y lagos o en los entornos microscópicos que circundan las raíces
de las plantas, de modo que los ríos fluyan y las plantas puedan
absorber agua mucho después de que haya llovido. Si los suelos no
permitieran este proceso, la vida en la Tierra, como la conocemos,
simplemente no existiría.
Un componente clave que permite la función de los suelos es la
llamada materia orgánica del suelo, que es una mezcla de sustancias que
se originan de la descomposición de materiales animales y vegetales.
Incluye sustancias excretadas por hongos, bacterias, insectos y otros
organismos. En la medida que el estiércol, los restos de cosecha y otros
organismos muertos se descomponen, liberan nutrientes que pueden ser
tomados por las plantas y usados en su crecimiento y desarrollo. Al
mezclarse todas estas sustancias en el suelo, forman nuevas moléculas
que dan al suelo características totalmente nuevas. Las moléculas de
materia orgánica absorben cien veces más agua que el polvo y pueden
retener y luego liberar hacia las plantas una proporción similar de
nutrientes1.
La materia orgánica contiene también moléculas que mantienen unidas las
partículas del suelo protegiéndolo contra la erosión y volviéndolo más
poroso y menos compacto. Son estas características que permiten al suelo
absorber la lluvia y liberarla lentamente a los ríos, lagos y plantas.
Esto también permite a las raíces de las plantas crecer. Conforme crecen
las plantas, más restos vegetales llegan o permanecen en el suelo y más
materia orgánica se forma, creando entonces un ciclo continuo de
acumulación de materia orgánica en el suelo. Este proceso ha tenido
lugar por millones de años y la acumulación de materia orgánica en los
suelos fue uno de los factores clave en la disminución de CO2 en la
atmósfera millones de años atrás, haciendo posible así la emergencia de
la vida en la tierra tal como la conocemos.
La materia orgánica se encuentra sobre todo en la capa superior del
suelo, que es la más fértil. Por ello es propensa a la erosión y
necesita ser protegida por una cubierta vegetal que sea, a su vez, una
fuente permanente de materia orgánica adicional. La vida vegetal y la
fertilidad del suelo son entonces procesos que se propician mutuamente, y
la materia orgánica es el puente entre ambos. Pero la materia orgánica
es también alimento de las bacterias, hongos, pequeños insectos y otros
organismos que viven en el suelo. Ellos son los que convierten el
estiércol y los tejidos muertos en nutrientes y en las increíbles
sustancias descritas más arriba, pero también necesitan alimentarse y
descomponer así la materia orgánica del suelo. Entonces, la materia
orgánica debe ser repuesta constantemente si no, desaparece lentamente
del suelo. Cuando los microorganismos y otros organismos vivos en el
suelo descomponen la materia orgánica, producen energía para ellos
mismos y liberan minerales y CO2 en el proceso. Por cada kilogramo de
materia orgánica que es descompuesta, se libera a la atmósfera 1.5
kilogramos de CO2.
Los pueblos rurales alrededor del mundo tienen un profundo
entendimiento de los suelos. Mediante la experiencia han aprendido que
el suelo hay que cuidarlo, cultivarlo, alimentarlo y dejarlo descansar.
Muchas de las prácticas comunes de la agricultura tradicional reflejan
estos saberes. La aplicación de estiércol, residuos de cultivos o
compost nutre el suelo y renueva la materia orgánica. La práctica de
barbecho, en especial el barbecho cubierto, tiene como fin que el suelo
descanse, de modo que el proceso de descomposición pueda realizarse en
buena forma. La labranza reducida, las terrazas, el mulch y
otras prácticas de conservación protegen el suelo contra la erosión, de
forma que la materia orgánica no sea arrastrada por el agua. A menudo,
se deja intacta la cubierta forestal, se altera lo menos posible o se
imita, de forma que los árboles protejan el suelo contra la erosión y
provean de materia orgánica adicional. Cuando a lo largo de la historia,
se han olvidado estas prácticas o cuando se han dejado de lado, se pagó
un alto precio por ello. Esto parece haber sido una causa importante de
la desaparición del reino maya en América Central y pudo haber estado
detrás de varias crisis del Imperio Chino y ciertamente, es una causa
principal de las tormentas de polvo en Estados Unidos y Canadá.
La mentalidad NPK: suelos malos, alimentos malos
Sabemos que las plantas absorben de suelos
saludables entre 70 y 80 minerales diferentes, mientras que los
fertilizantes químicos no suministran más que unos cuantos. A mediados
del siglo XIX, el científico alemán Justus von Liebig condujo
experimentos en los que analizó la composición de las plantas para
comprender qué elementos eran esenciales para su crecimiento. Su
primitivo equipo le permitió identificar únicamente tres: nitrógeno,
fósforo y potasio, conocidos por sus simbolos químicos, N-P-K. Aunque
más tarde von Liebig reconoció que hay muchos otros elementos presentes
en las plantas, sus experimentos sentaron las bases para una lucrativa
industria agroquímica, que vende fertilizantes NPK a los agricultores
con la promesa de aumentos milagrosos en los rendimientos. Los
fertilizantes NPK ciertamente han revolucionado la agricultura, pero al
costo de una trágica degradación de la calidad del suelo y nuestros
alimentos.
En 1992, el informe oficial de la Cumbre
Mundial de la Tierra de Río concluyó: "hay una gran preocupación por la
importante caída continua del contenido de minerales en los suelos
cultivados y de pradera en el mundo entero". Esta declaración tuvo su
base en datos que muestran que en los últimos cien años, los niveles
promedios de minerales en los suelos agrícolas han bajado a nivel
mundial --72% en Europa, 76% en Asia y 85% en América del Norte. El
mayor culpable es el uso masivo de fertilizantes químicos artificiales
en vez de métodos más naturales de mantener la fertilidad del suelo.
Además del agotamiento directo que la mentalidad NPK provoca, los
fertilizantes químicos tienden también a acidificar el suelo matando así
muchos organismos del suelo que juegan un papel importante en la
conversión de los minerales del suelo a formas químicas utilizables por
las plantas. Los pesticidas y herbicidas pueden también reducir la
absorción de minerales por las plantas en la medida que matan ciertos
hongos del suelo que viven en simbiosis con las raíces (llamadas
micorrizas). Esta simbiosis permite que las plantas tengan acceso a un
sistema de extracción de minerales mucho mayor del que es posible sólo
con sus propias raíces.
El resultado neto de todo ésto es que la
mayoría del alimento que comemos es también deficiente en minerales. En
1927, investigadores del Kings College de la Universidad de Londres
empezaron a estudiar el contenido nutricional de los alimentos. Desde
entonces, sus análisis se han repetido con regularidad, y nos brindan
una cuadro único de cómo ha cambiado la composición de nuestros
alimentos durante el último siglo. El cuadro siguiente muestra los
alarmantes resultados: nuestro alimento ha perdido entre 20% y 60% de
los minerales que acostumbraban tener.
Reducción del contenido promedio de minarales en frutas y hortalizas en el Reino Unido entre 1940 y 1991
|
||
Mineral
|
Hortalizas
|
Frutas
|
Sodio
|
-49%
|
-29%
|
Potasio
|
-16%
|
-19%
|
Magnesio
|
-24%
|
-16%
|
Calcio
|
-46%
|
-16%
|
Fierro
|
-27%
|
-24%
|
Cobre
|
-76%
|
-20%
|
Zinc
|
-59%
|
-27.00%
|
Un nuevo estudio publicado en 2006, muestra que
los niveles de minerales en los productos animales han sufrido una baja
similar. Comparando niveles medidos en 2002 con aquellos presentes en
1940, el contenido de hierro en la leche fue 62% menor, el calcio y el
magnesio en el queso parmesano tuvieron una caída de 70% cada uno y el
cobre en los productos lácteos se ha desplomado en un 90%, nada menos.
Fuente: Marin Hum, "Soil mineral depletion", en: Optimum nutrition, otoño de 2006, vol. 19.3. Institute for Optimum Nutrition, Reino Unido.
La industrialización de la agricultura y la pérdida de materia orgánica del suelo.
La industrialización agrícola, que empezó en Europa y Norteamérica y
luego fue replicada con la Revolución Verde en otras partes del mundo,
partió del supuesto de que la fertilidad del suelo puede mantenerse y
mejorarse con el uso de fertilizantes químicos. Se ignoró y menospreció
la importancia de contar con materia orgánica del suelo. Décadas de
industrialización de la agricultura y la imposición de criterios
técnicos industriales en la pequeña agricultura, debilitó los procesos
que aseguran que los suelos obtengan nueva materia orgánica y que
protegen la materia orgánica almacenada en el suelo de ser arrastrada
por el agua o el viento. No se notaron de inmediato los efectos de
aplicar fertilizantes y de no renovar la materia orgánica puesto que en
los suelos había importantes cantidades de materia orgánica almacenada.
Pero al paso del tiempo, conforme se agotaron estos niveles de materia
orgánica tales efectos se han hecho más visibles —con devastadoras
consecuencias en algunas partes del mundo. A nivel mundial, en la era
pre-industrial, el equilibrio entre aire y suelo era de una tonelada de
carbono en el aire por unas 2 toneladas depositadas en el suelo. La
relación actual ha bajado, aproximadamente, a 1.7 toneladas en el suelo
por cada tonelada que presente en la atmósfera2.3.
La materia orgánica del suelo se mide en porcentaje, Uno% significa
que por cada kilogramo de suelo, 10 gramos son materia orgánica. Según
sea la profundidad del suelo, ello puede equivaler a una relación de
entre 20 y 80 toneladas por hectárea. La cantidad de materia orgánica
necesaria para asegurar la fertilidad del suelo varía ampliamente según
haya sido su proceso de formación, qué otros componentes posee, las
condiciones climáticas locales, etcétera. Se puede decir que, en
general, un 5% de materia orgánica en el suelo es, en la mayoría de los
casos, un mínimo adecuado de suelo saludable, aunque para algunos suelos
las mejores condiciones para el cultivo se consiguen cuando el
contenido de materia orgánica supera el 30%.
Según una amplia gama de estudios, los suelos agrícolas en Europa y
Estados Unidos han perdido, en promedio, de 1 a 2% de materia orgánica
en los 20 a 50 centímetros superiores.4
Este dato puede ser una subestimación ya que casi siempre el punto de
comparación es el nivel de materia orgánica de principios del siglo xx,
cuando muchos suelos ya estaban sometidos a procesos de
industrialización y por tanto podrían haber perdido, ya entonces,
importantes cantidades de materia orgánica. Algunos suelos del Medio
Oeste agrícola de Estados Unidos, que en los años cincuenta solían
contener un 20% de carbono, en la actualidad, llegan apenas a 1 o 2%.5 Estudios de Chile, Argentina6, Brasil7, Sudáfrica8 y España9
reportan pérdidas de hasta 10%. Datos proporcionados por investigadores
de la Universidad de Colorado indican que la pérdida promedio mundial
de materia orgánica en las tierras de cultivo es de 7puntos
porcentuales.10
Soluciones climáticas mediante la agricultura orgánica
Desde hace más de 50 años, el Instituto Rodale
(de Pennsylvannia, Estados Unidos) ha llevado a cabo investigaciones
sobre agricultura orgánica. Datos acerca del carbono en el suelo de casi
30 años muestran sin lugar a dudas que mejores formas de cuidar el
planeta --específicamente aquéllas que incorporen prácticas agrícolas de
regeneración orgánica-- pueden ser la estrategia más efectiva de todas
las actualmente disponibles para mitigar las emisiones de CO2. A
continuación se resumen algunas de sus impresionantes conclusiones.
"Durante la década de los noventa, los
resultados del Compost Utilization Trial [Ensayo sobre Utilización de
Compost] en el Instituto Rodale --un estudio de 10 años que compara el
uso de compost, estiércol y fertilizantes químicos sintéticos--
demuestran que el uso de compost y rotaciones de cultivos en sistemas
orgánicos puede dar como resultado la captura de hasta 2 mil libras de
carbono/acre/año. Por el contrario, los campos con labranzas normales
que dependen de los fertilizantes químicos, pierden casi 300 libras de
carbono/acre/año. Almacenar --o secuestrar-- hasta 2 mil libras/
acre/año significa que más de 7 mil libras de dióxido de carbono se
extraen del aire y se retienen en ese suelo."
"Se calcula que en 2006, las emisiones de
dióxido de carbono de Estados Unidos fueron cercanas a los 6 500
millones de toneladas. Si se lograra capturar 7 mil libras de
CO2/acre/año en los 434 millones de acres cultivados de los Estados
Unidos, cerca de 1 600 millones de toneladas de dióxido de carbono
podrían capturarse cada año, mitigando casi una cuarta parte del total
de emisiones por combustibles fósiles del país".
"La captura de carbono mediante la agricultura
tiene la capacidad potencial de mitigar sustancialmente los impactos
del calentamiento global. Cuando se utilizan prácticas regenerativas de
base biológica, este dramático benéfico puede lograrse sin una
disminución de los rendimientos o de los márgenes de ganancia. Aunque el
clima y los tipos de suelo afectan la capacidad de capturar carbono,
diversas investigaciones comprueban que la agricultura orgánica, si se
practicara en los 3 500 millones de acres arables del planeta, podría
capturar cerca del 40% de las emisiones de C02 actuales"
Tomado de: Tim J. LaSalle and Paul Hepperly, Regenerative Organic Farming: A Solution to Global Warming, Rodale Institute, 2008
|
El cálculo climático.
Supongamos, en una estimación cautelosa, que, en promedio, los suelos
a nivel mundial han perdido de 1 a 2% de materia orgánica en los 30
centímetros superiores desde el inicio de la agricultura industrial.
Esto podría significar una pérdida de entre 150 mil y 205 mil millones
de toneladas de materia orgánica. Si lográramos recuperarle al suelo
esta materia orgánica significaría poder capturar entre 220 mil y 330
mil millones de toneladas de CO2 desde el aire. ¡Esto representa, por lo
menos, un notable 30% del actual exceso de CO2 en la atmósfera! El
cuadro 1 resume los datos.
Cuadro 1: Captura de carbono mediante
la recuperación de la materia orgánica del suelo CO2 en la atmósfera11 - 2 billones 867 500 millones de toneladas Exceso de CO2 en la atmósfera12 - 717 800 millones de toneladas Superficie agrícola en el mundo 13 - 5 mil millones de hectáreas Superficie cultivada del mundo14 - 1 800 millones de hectáreas Pérdida típica de materia orgánica en suelos cultivados, de acuerdo a informes técnicos - 2 puntos porcentuales Pérdida típica de materia orgánica en praderas y suelos no cultivados de acuerdo a informes técnicos - 1 % Pérdida de materia orgánica de los suelos a nivel mundial - 150 mil – 205 mil millones de toneladas Cantidad de CO2 que sería capturado si se recuperan estas pérdidas - 220 mil – 330 mil millones de toneladas Fuente: Cálculos de GRAIN |
En otras palabras, la recuperación activa de materia orgánica del
suelo podría enfriar efectivamente el planeta y el potencial de
enfriamiento podría ser significativamente superior a los cálculos que
aquí presentamos, en la medida que muchos suelos podrían recuperar más
de 1-2 puntos porcentuales de materia orgánica y beneficiarse de ello.
¿Puede hacerse esto? Devolverle materia orgánica al suelo.
En los países desarrollados, el proceso de industrialización de los
métodos de cultivo que ha destruido la materia orgánica del suelo ha
continuado por más de un siglo. Sin embargo, el proceso global de
industrialización empezó con la Revolución Verde en la década de los
sesenta. La cuestión es, entonces, cuánto tomaría contrarrestar los
efectos de, digamos, 50 años de deterioro del suelo. Para recobrar un 1%
de la materia orgánica del suelo se requeriría incorporar y retener en
el suelo unas 30 toneladas de materia orgánica por hectárea. Pero, en
promedio, cerca de dos tercios de la materia orgánica recién añadida al
suelo será descompuesta por los organismos del suelo, liberando así los
minerales que nutrirán los cultivos. Por lo tanto, para que 30 toneladas
de materia orgánica permanezcan en el suelo, se necesitarían 90
toneladas por hectárea. Esto no puede realizarse rápidamente. Se
requiere un proceso gradual.
¿Qué cantidad de materia orgánica podrían incorporar al suelo los
agricultores del mundo entero? La respuesta varía ampliamente según el
lugar, el sistema de cultivo y el ecosistema local. Un sistema de
producción que se base exclusivamente en cultivos anuales no
diversificados puede entregar al suelo entre 0.5 y 10 toneladas de
materia orgánica por hectárea al año. Si el sistema de cultivos es
diversificado e incorpora praderas y abono verde, esta cifra puede ser
fácilmente duplicada o triplicada. Si se incorporan animales, la
cantidad de materia orgánica no aumentará necesariamente, pero permitirá
que el cultivo de praderas y abonos verdes sea factible y rentable. Es
más, si se manejan árboles y plantas silvestres como parte del sistema
de cultivo, no sólo aumentará la producción, sino que habrá más materia
orgánica disponible. En la medida que la materia orgánica aumente en el
suelo, la fertilidad mejorará y habrá más materia para incorporar al
suelo. Muchos agricultores orgánicos han empezado con menos de 10
toneladas por hectárea al año, pero luego de pocos años, pueden producir
y aplicar hasta 30 toneladas de materia orgánica por hectárea al año.
Entonces, si se definieran políticas y programas agrícolas que
activamente promovieran la incorporación de materia orgánica en el
suelo, las metas iniciales podrían ser bastante modestas pero,
progresivamente, podrían definirse otras más ambiciosas. El cuadro 2
ejemplifica el impacto de metas progresivas y factibles de incorporación
de materia orgánica al suelo.
Cuadro 2. Impacto de la progresiva incorporación de materia orgánica del suelo (mos) a suelos agrícolas
Periodos | 1-10 años | 11-20 años | 21-30 años | 31-40 años | 41-50 años |
Toneladas de materia orgánica por hectárea incorporadas al año | 1.5 | 3 | 4 | 4.5 | 5 |
Total de materia orgánica incorporada al fin del periodo. (acumulativo, en millones de toneladas) | 75 mil | 225 mil | 425 mil | 650 mil | 900 mil |
Acumulación promedio de materia orgánica en el suelo, en porcentajes, al final del periodo | 0.15 | 0.50 | 0.94 | 1.4 | 2.0 |
Total de CO2 capturado por año (en millones de toneladas) | 3 750 | 7 500 | 10 mil | 11 250 | 12 500 |
Total de CO2 capturado durante el periodo (acumulativo, en millones de toneladas) | 37 500 | 112 500 | 212 500 | 325 mil | 450 mil |
Fuente: Cálculos de GRAIN
El ejemplo es totalmente posible. Hoy día, la agricultura de todo el
mundo en total produce anualmente por lo menos 2 toneladas de materia
orgánica utilizable por hectárea. Los cultivos anuales producen más de 1
tonelada por hectárea15 y si se reciclaran los residuos y las aguas residuales urbanas se podría añadir 0.2 toneladas por hectárea.16
Si la recuperación de materia orgánica del suelo se tornara un factor
central de las políticas agrícolas, un promedio de 1.5 toneladas por
hectárea podría ser un punto de partida posible y razonable. El nuevo
escenario requeriría de enfoques y técnicas como los sistemas
diversificados de cultivos, la mejor integración entre cultivos y
producción animal, una mayor incorporación de árboles y vegetación
silvestre, etcétera. La mayor diversidad aumentaría el potencial de
producción y la incorporación de materia orgánica mejoraría
progresivamente la fertilidad del suelo creando círculos virtuosos de
mayor productividad y mayor disponibilidad de materia orgánica a lo
largo de los años. La capacidad de retención de agua de los suelos
mejoraría y por ende, se reduciría el impacto del exceso de lluvias; las
inundaciones y las sequías serían menos frecuentes y menos intensas. La
erosión del suelo sería un problema menos frecuente. La acidez y
alcalinidad disminuirían progresivamente, reduciendo o eliminando los
problemas de toxicidad que han llegado a ser el principal problema en
suelos tropicales y áridos. Adicionalmente, el aumento de actividad
biológica en el suelo protegería a las plantas de plagas y enfermedades.
Cada uno de estos efectos implica mayor productividad y por tanto mayor
materia orgánica disponible para el suelo, posibilitando así metas más
altas de incorporación de materia orgánica a medida que pasen los años.
En el proceso, se producirían más alimentos.
Pero incluso metas inicialmente modestas tendrían un impacto de gran
importancia. Como se muestra en el cuadro 2, si el proceso comenzara
con la incorporación anual de 1.5 toneladas por año durante 10 años, se
estarían capturando 3 750 millones de toneladas de CO2 cada año. Esto
equivale a un 9% de todas las emisiones anuales de gases con efecto de
invernadero producidas por los humanos.17
Ocurrirían además otros dos mecanismos de reducción de los gases con
efecto de invernadero. Primero, en los suelos agrícolas mundiales
quedarían capturados nutrientes equivalentes a más de todo lo aportado
por los fertilizantes químicos18.
La eliminación de la producción y uso de fertilizantes químicos tendría
el potencial de reducir la emisión de óxidos nitrosos (que equivale a
un 8% de todas las emisiones y que, después de la deforestación es, por
mucho, la mayor causa de gases con efecto de invernadero producidos por
la agricultura), y el CO2 emitido por la producción y el transporte de
fertilizantes (equivalente al 1% de las emisiones mundiales19).
Segundo, si los residuos orgánicos urbanos fuesen incorporados a los
suelos agrícolas, las emisiones de CO2 y metano de los rellenos
sanitarios y las aguas negras que equivalen a un 3.6% de las emisiones
totales20,
podrían reducirse de manera significativa. En resumen, incluso las
modestas metas iniciales tendrían la capacidad de reducir las emisiones
anuales mundiales por cerca de un 20%.
Esto tan sólo en los primeros diez años. El cuadro 2 muestra que si
continuamos con un aumento gradual de devolución de materia orgánica al
suelo, en el periodo de 50 años se habrá podido aumentar la materia
orgánica del suelo en un 2% a nivel mundial. En primer lugar, este
tiempo es similar al que se tomó para destruirla. ¡En el proceso
habremos capturado 450 mil millones de toneladas de CO2, casi dos
tercios del exceso existente actualmente en la atmósfera!
Recuperación de la materia orgánica: los hongos en acción
Los investigadores están desentrañando los
mecanismos mediante los cuales se captura el carbono en el suelo. Uno de
los descubrimientos más significativos es la alta correlación existente
entre niveles altos de carbono en el suelo y gran cantidad de hongos
que forman micorrizas. Estos hongos ayudan a hacer más lenta la
degradación de la materia orgánica. "A partir de nuestro sistema de
ensayos de campo, realizados en colaboración con el Servicio de
Investigación Agrícola del del Departmento de Agricultura de Estados
Unidos, y encabezados por el doctor David Douds, es posible demostrar
que el sistema de soporte biológico de las micorrizas es más prevalente y
diverso en sistemas manejados orgánicamente que en suelos tratados con
fertilizantes y pesticidas sintéticos. Estos hongos ayudan a conservar
la materia orgánica formando agregados de materia orgánica, arcilla y
minerales. En estos agregados el carbono se hace más resistente a la
degradación que cuando está libre y por lo tanto hay mayores
posibilidades de que se conserve. Estos descubrimientos demuestran que
los hongos que forman micorrizas producen una sustancia llamada
glomalina que actúa como un poderoso pegamento y que estimula una mayor
agregación de las partículas del suelo. El resultado es una mayor
capacidad del suelo para retener carbono.
Tomado de: Tim J. LaSalle and Paul Hepperly, Regenerative Organic Farming: A Solution to Global Warming. Rodale Institute, 2008âÂ
|
Se puede hacer, pero se necesitan las políticas correctas.
Al presentar estos datos, GRAIN no está presentando un plan de
acción. Tampoco estamos diciendo que la recuperación de materia orgánica
al suelo por sí misma resolverá la crisis climática. Si no ocurren
cambios fundamentales en los patrones de producción y consumo a nivel
mundial, el cambio climático continuará acelerándose. Pero los datos
que presentamos muestran que la recuperación de la materia orgánica del
suelo es posible, factible y beneficiosa para el enfriamiento de la
Tierra. También queremos mostrar lo absurdo de considerar la materia
orgánica como desperdicio o —lo que escuchamos más y más— como biomasa
para hacer combustible. Cómo puede recuperarse un nivel saludable de
materia orgánica en el suelo es un problema que requiere respuestas a
nivel político, siendo necesarios muchos grandes cambios sociales y
económicos para hacerlo posible.
Devolver la materia orgánica al suelo no será posible si continúan
las actuales tendencias a una mayor concentración de la tierra y a la
homogenización del sistema alimentario. El objetivo abrumador de
devolverle al suelo más de 7 mil millones de toneladas de materia
orgánica cada año, sólo será posible si lo llevan a cabo millones de
campesinos y comunidades agrícolas. Se requieren reformas agrarias
radicales, de forma que los pequeños agricultores —que son la gran
mayoría de los agricultores del mundo— tengan acceso a la tierra
necesaria para hacer posible económica y biológicamente las rotaciones
de cultivos, los barbechos cubiertos y la formación de pastizales. Se
necesita detener y desmantelar las actuales políticas anti-campesinas,
que están reduciendo a una velocidad alarmante el número de fincas y
comunidades agrícolas, que corren a la gente de sus tierras, que cuentan
con leyes que fomentan la monopolización y privatización de la semillas
y con regulaciones y criterios que protegen a las corporaciones pero
aniquilan los sistemas alimentarios tradicionales. Los ecosistemas
locales necesitan ser protegidos. Se requiere promover y apoyar las
tecnologías basadas en saberes y culturas locales. Se debe liberar a las
semillas de cualquier forma de monopolización y privatización, y se
debe promover los sistemas locales de intercambio y mejoramiento de
ellas. No deberían imponerse estándares industriales en la agricultura.
La producción industrial e hiperconcentrada de animales, que
literalmente crea montañas de estiércol y lagunas de orines, enviando
millones de toneladas de metano y óxido nitroso al aire, necesita ser
reemplazada por la crianza de animales descentralizada e integrada a la
producción de cultivos. Nuestros hábitos de consumo necesitan ser
re-examinados. Es necesaria una revisión total del sistema alimentario
internacional que es, actualmente, una de las causas centrales tras la
crisis climática. Si esto se hace, entonces la crisis climática tiene
una solución posible: el suelo.
Referencias
1. C.C. Mitchell and J.W. Everest. "Soil testing and plant analysis". Dept. Agronomy & Soils, Auburn University. http://www.clemson.edu/agsrvlb/sera6/SERA6-ORGANIC_doc.pdf
2. Y.G. Puzachenko et al. "Assessment of the Reserves of Organic Matter in the World’s Soils: Methodology and Results". Eurasian Soil Science, 2006, vol. 39, núm. 12, pp. 1284–1296. http://www.springerlink.com/content/87u0214xr8720v45/
3.
Rothamsted Research, uno de los principales centros de investigación
de Reino Unido, calcula que en el suelo hay dos a tres veces el carbono
que hay en la atmósfera. http://www.rothamsted.ac.uk/aen/somnet/intro.html
4. R. Lal and J.M. Kimble "Soil C Sink in us Cropland", http://www.cnr.berkeley.edu/csrd/.../Soil_C_Sink_in_U.S._Croplan.pdf y P.Bellamy. "UK losses of soil carbon —due to climate change?", http://ec.europa.eu/environment/soil/pdf/bellamy.pdf
5. Tim LaSalle et. al, "Regenerative Organic Farming: a solution to global warming", Rodale Institute, 2008.
6.
I. Gasparri, R. Grau, E. Manghi. "Carbon Pools and Emissions from
Deforestation in Extra-Tropical Forests of Northern Argentina Between
1900 and 2005", http://cat.inist.fr/?aModele=afficheN&cpsidt=20955915
y J. Galantini. "Materia Orgánica y Nutrientes en Suelos del Sur
Bonaerense. Relación con la textura y los sistemas de producción", http://www.fertilizando.com
7. Carlos C. Cerri. "Emissions due to land use changes in Brazil". http://ec.europa.eu/environment/soil/pdf/cerri.pdf
8.
C. S. Dominy, R. J. Haynes, R. van Antwerpen, "Loss of soil organic
matter and related soil properties under long-term sugarcane
production on two contrasting soils". Biol Fertil Soils (2002) 36:350–356. http://www.springerlink.com/content/jyn1e6lv8qjm5tpk/
9. E. Noailles, A. de Veiga. "Pérdida de Fertilidad de un Suelo de Uso Agrícola".
10. K. Paustian, J. Six, E.T. Elliott and H.W. Hunt, "Management options for reducing CO2 emissions from agricultural soils". Biogeochemistry. volume 48, number 1, enero 2000. http://www.springerlink.com/index/MV0287422128426T.pdf
11. Carbon Dioxide Information Analysis Center. http://cdiac.ornl.gov/pns/graphics/c_cycle.htm
12. Cálculos en base a cambios de la concentración de CO2 en el aire
14. Ibidem.
15.
Cálculos de GRAIN con base en la producción mundial de cultivos
anuales. De acuerdo a datos de Holm-Nielsen hay por lo menos el doble
de residuos vegetales cada año.
(www.dgs.de/uploads/media/18_Jens_Bo_Holm-Nielsen_AUE.pdf ) y al Oak
Ridge National Laboratory del Departamento de Energía de los Estados
Unidos (http://bioenergy.ornl.gov/papers/misc/energy_conv.html). Cifras similares se obtienen utilizando los datos de la Universidad de Michigan en el sitio http://www.globalchange.umich.edu/globalchange1/current/lectures/kling/energyflow/energyflow.html
16. Los cálculos están basados en las cifras proporcionadas por wri. http://www.wri.org/publication/navigating-the-numbers
17. Cálculos hechos con datos del Greenhouse Gas Bulletin núm. 4, ttp://www.wmo.int/pages/prog/arep/gaw/ghg/GHGbulletin.html
18.
Cálculos basados en los siguientes contenidos de nutrientes de la
materia orgánica y los siguientes niveles de eficiencia de
recuperación: Nitrógeno: 1.2-1.8%, 70% eficiencia; Fósforo: 0.5-1.5%,
90% eficienca; Potasio: 1.0-2.5%, 90% eficiencia
19. Ibid, nota 16
20. Ibid.
Fuente: Grain. org
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