Por: Carlos Andrey Patiño Guzmán.
Unimedios.
Lo dice la creadora de los Mercados de Carbono, Graciela Chichilnisky, quien invitó al Gobierno colombiano, al sector privado y hasta a la Bolsa de Bogotá, a sacarle el mayor provecho a la biodiversidad nacional, pero no destruyéndola en una economía extractiva, sino haciendo que el mundo le pague a Colombia por preservar ese patrimonio natural.
Graciela Chichilnisky, creadora del concepto de Mercados de Carbono e investigadora de la Universidad de Columbia (EE. UU). - Víctor Manuel Holguín/Unimedios
Indígenas Waorani, de Ecuador, saben que bajo sus pies hay 846 millones de barriles de petróleo.Que un país decida dejar el 20% de las reservas de petróleo enterradas y preservar para la humanidad un lugar invaluable, como es la selva amazónica, ¡uh! parece una ilusión en una sociedad sedienta de combustibles fósiles.
Lo cierto es que Ecuador sí le apostó a esta quimera, y hoy les está diciendo a los países ricos del planeta: “Tienen que pagarnos por cuidar los bosques que limpian la gigantesca contaminación que ustedes producen con dióxido de carbono”.
Así es, con la iniciativa Yasuní, el Estado ecuatoriano es pionero en crear una fórmula que privilegia el cuidado del ambiente sobre la explotación petrolera: se comprometió a dejar bajo tierra 856 mil millones de barriles de crudo en el parque nacional que lleva ese nombre.
Graciela Chichilnisky asegura que este es el mejor ejemplo de cómo funciona el mercado de carbono (MC), mecanismo creado por ella hace 18 años para disminuir las emisiones contaminantes al ambiente y que hace parte fundamental del Protocolo de Kioto sobre el cambio climático.
En su paso por la Universidad Nacional de Colombia, durante el Encuentro de Economía Ecológica, la experta de la Unesco y profesora de la Universidad de Columbia envió un mensaje que, literalmente, gritó a los dirigentes nacionales: “Dejen los minerales donde están, enterraditos, esa economía no le sirve a Colombia”.
A cambio, invitó a los sectores productivos del país y al Gobierno a utilizar el MC y aprovechar las ganancias que este puede producir por conservar la biodiversidad. UN Periódico habló con la experta de origen argentino.
UN Periódico: ¿El MC ha ayudado a reducir las emisiones de gases contaminantes?
Graciela Chichilnisky: Ha bajado la contaminación en Europa porque allá hay un MC que mueve USD$ 165 billones, y además han enviado USD$ 50 billones a países en desarrollo para generar proyectos de energía limpia. Sí está funcionando, pero no en todo el mundo porque está por fuera Estados Unidos, el mayor contaminante del planeta.
UNP: ¿Cuál es el problema con Estados Unidos?
GC: Ellos firmaron porque creían que solo era pagar por emitir gases y ya, pero el MC es más complejo que eso. Se dieron cuenta de que se creaban unos compromisos serios de reducción. Ellos no se pueden echar para atrás e ir en contra de las lógicas del mercado, concepto muy central en la mentalidad estadounidense, porque sería negar el hecho de que el mercado se mueve como sistema. Lo que pasa es que el MC funciona de forma distinta.
UNP: ¿Cuál es la diferencia entre un mercado de carbono y uno común?
GC: Un MC establece que no hay derechos de propiedad sobre la atmósfera porque es un bien público global. Esto significa que se crean límites de emisión de gases contaminantes, y un país puede usar la atmósfera solo hasta cierto punto, pues las demás naciones también la necesitan. En cambio, en un mercado común sí hay derechos de propiedad, por ejemplo la tierra. El MC existe en la medida en que se obligue a los países a respetar el ambiente. Otra diferencia es que el MC les pone límites a los países en desarrollo sobre el uso de la atmósfera.
UNP: Es decir, les permite contaminar. ¿Cuál es el sentido?
GC: Los países de América Latina, África y Asia necesitan desarrollarse tal como lo hicieron los países ricos, es su derecho, pero también quieren un desarrollo sostenible en el que se bajen las emisiones. Por eso apoyaron el Protocolo de Kioto. Sin embargo, a los países pobres les sale más rentable, ganan más si no contaminan y a cambio tienen un desarrollo limpio. La iniciativa Yasuní, en Ecuador, es un buen ejemplo. Yo colaboré con la redacción de uno de los capítulos. Lo que pasa es que es solo el interés de un país, mientras que el mercado de carbono y el Protocolo de Kioto, por ser leyes internacionales, crean obligaciones a los Estados.
UNP: Con el poder que tiene Estados Unidos, ¿cómo comprometerlo de lleno con el MC?
GC: De hecho, ellos no quisieron ratificar el Protocolo de Kioto porque no les convenía, pero el MC es un virus que se metió en los EE. UU. y no se pueden deshacer de él. Ahora obtienen ganancias con ese mercado. El pasado 3 de noviembre California votó un referendo en contra de la proposición 23 (por la cual se pretendía anular la Ley de Soluciones al Calentamiento Global de California – Global Warming Solutions Act). Con esa decisión popular se oficializó el MC en el estado más rico de la Unión.
UNP: Una de las críticas es que en la práctica el MC no obliga a los países industrializados a bajar las emisiones de gases efecto invernadero.
GC: Podría verse como que estamos dejando que los ricos paguen para poder matar a la abuelita. ¿Cómo podría funcionar así una sociedad? En el encuentro de Copenhague (2009) propuse crear un fondo de inversión para las compañías de las naciones ricas que produzcan energía de carbono negativo (sin contaminantes) en los países en desarrollo. Muchos dirán: “Es darle más plata a los ricos”. Yo respondo: “Sí, pero será dinero que generará procesos superlimpios en los países pobres”. Significa que a los sucios les saldrá muy caro contaminar porque la ley internacional los penaliza, mientras que a los limpios les llegarán más ganancias. Es la lógica del mercado de carbono. Estados Unidos presentó la propuesta como suya y de inmediato tuvo un éxito rotundo, pero lo aceptó desde su visión capitalista, de ganancia, por eso digo que el MC es un virus de doble cara. Ellos ven la cara que les conviene.
UNP: Colombia se encamina a ser un país principalmente minero, pero hay temor por los impactos sobre el ambiente ¿Cómo conciliar esos dos espacios y qué papel puede jugar el MC?
GC: Como mercado los minerales no son un buen negocio, ¡olvídense de ellos! No es la manera de avanzar e ingresar al mercado internacional, es una ocupación del siglo pasado que solo beneficia a unos pocos y que para el resto de la población solo trae perjuicios por los daños ambientales que se generan.
Hay cosas que sí puede hacer Colombia, como crear un mercado del agua similar al del carbono, y utilizar la Bolsa de Bogotá –que le está yendo muy bien– como un instrumento político. También tienen que meterse en el mercado de los biocombustibles, pero ¡ojo!, no en el de maíz, caña o en el de palma de aceite, ‘¡nou!, ¡nou!, ¡nou!’, sino en el de las algas, que son buenas captadoras de CO2 (dióxido de carbono) y crecen como locas.
Fuente: UNPeriodico. Edición No. 140.Lo cierto es que Ecuador sí le apostó a esta quimera, y hoy les está diciendo a los países ricos del planeta: “Tienen que pagarnos por cuidar los bosques que limpian la gigantesca contaminación que ustedes producen con dióxido de carbono”.
Así es, con la iniciativa Yasuní, el Estado ecuatoriano es pionero en crear una fórmula que privilegia el cuidado del ambiente sobre la explotación petrolera: se comprometió a dejar bajo tierra 856 mil millones de barriles de crudo en el parque nacional que lleva ese nombre.
Graciela Chichilnisky asegura que este es el mejor ejemplo de cómo funciona el mercado de carbono (MC), mecanismo creado por ella hace 18 años para disminuir las emisiones contaminantes al ambiente y que hace parte fundamental del Protocolo de Kioto sobre el cambio climático.
En su paso por la Universidad Nacional de Colombia, durante el Encuentro de Economía Ecológica, la experta de la Unesco y profesora de la Universidad de Columbia envió un mensaje que, literalmente, gritó a los dirigentes nacionales: “Dejen los minerales donde están, enterraditos, esa economía no le sirve a Colombia”.
A cambio, invitó a los sectores productivos del país y al Gobierno a utilizar el MC y aprovechar las ganancias que este puede producir por conservar la biodiversidad. UN Periódico habló con la experta de origen argentino.
UN Periódico: ¿El MC ha ayudado a reducir las emisiones de gases contaminantes?
Graciela Chichilnisky: Ha bajado la contaminación en Europa porque allá hay un MC que mueve USD$ 165 billones, y además han enviado USD$ 50 billones a países en desarrollo para generar proyectos de energía limpia. Sí está funcionando, pero no en todo el mundo porque está por fuera Estados Unidos, el mayor contaminante del planeta.
UNP: ¿Cuál es el problema con Estados Unidos?
GC: Ellos firmaron porque creían que solo era pagar por emitir gases y ya, pero el MC es más complejo que eso. Se dieron cuenta de que se creaban unos compromisos serios de reducción. Ellos no se pueden echar para atrás e ir en contra de las lógicas del mercado, concepto muy central en la mentalidad estadounidense, porque sería negar el hecho de que el mercado se mueve como sistema. Lo que pasa es que el MC funciona de forma distinta.
UNP: ¿Cuál es la diferencia entre un mercado de carbono y uno común?
GC: Un MC establece que no hay derechos de propiedad sobre la atmósfera porque es un bien público global. Esto significa que se crean límites de emisión de gases contaminantes, y un país puede usar la atmósfera solo hasta cierto punto, pues las demás naciones también la necesitan. En cambio, en un mercado común sí hay derechos de propiedad, por ejemplo la tierra. El MC existe en la medida en que se obligue a los países a respetar el ambiente. Otra diferencia es que el MC les pone límites a los países en desarrollo sobre el uso de la atmósfera.
UNP: Es decir, les permite contaminar. ¿Cuál es el sentido?
GC: Los países de América Latina, África y Asia necesitan desarrollarse tal como lo hicieron los países ricos, es su derecho, pero también quieren un desarrollo sostenible en el que se bajen las emisiones. Por eso apoyaron el Protocolo de Kioto. Sin embargo, a los países pobres les sale más rentable, ganan más si no contaminan y a cambio tienen un desarrollo limpio. La iniciativa Yasuní, en Ecuador, es un buen ejemplo. Yo colaboré con la redacción de uno de los capítulos. Lo que pasa es que es solo el interés de un país, mientras que el mercado de carbono y el Protocolo de Kioto, por ser leyes internacionales, crean obligaciones a los Estados.
UNP: Con el poder que tiene Estados Unidos, ¿cómo comprometerlo de lleno con el MC?
GC: De hecho, ellos no quisieron ratificar el Protocolo de Kioto porque no les convenía, pero el MC es un virus que se metió en los EE. UU. y no se pueden deshacer de él. Ahora obtienen ganancias con ese mercado. El pasado 3 de noviembre California votó un referendo en contra de la proposición 23 (por la cual se pretendía anular la Ley de Soluciones al Calentamiento Global de California – Global Warming Solutions Act). Con esa decisión popular se oficializó el MC en el estado más rico de la Unión.
UNP: Una de las críticas es que en la práctica el MC no obliga a los países industrializados a bajar las emisiones de gases efecto invernadero.
GC: Podría verse como que estamos dejando que los ricos paguen para poder matar a la abuelita. ¿Cómo podría funcionar así una sociedad? En el encuentro de Copenhague (2009) propuse crear un fondo de inversión para las compañías de las naciones ricas que produzcan energía de carbono negativo (sin contaminantes) en los países en desarrollo. Muchos dirán: “Es darle más plata a los ricos”. Yo respondo: “Sí, pero será dinero que generará procesos superlimpios en los países pobres”. Significa que a los sucios les saldrá muy caro contaminar porque la ley internacional los penaliza, mientras que a los limpios les llegarán más ganancias. Es la lógica del mercado de carbono. Estados Unidos presentó la propuesta como suya y de inmediato tuvo un éxito rotundo, pero lo aceptó desde su visión capitalista, de ganancia, por eso digo que el MC es un virus de doble cara. Ellos ven la cara que les conviene.
UNP: Colombia se encamina a ser un país principalmente minero, pero hay temor por los impactos sobre el ambiente ¿Cómo conciliar esos dos espacios y qué papel puede jugar el MC?
GC: Como mercado los minerales no son un buen negocio, ¡olvídense de ellos! No es la manera de avanzar e ingresar al mercado internacional, es una ocupación del siglo pasado que solo beneficia a unos pocos y que para el resto de la población solo trae perjuicios por los daños ambientales que se generan.
Hay cosas que sí puede hacer Colombia, como crear un mercado del agua similar al del carbono, y utilizar la Bolsa de Bogotá –que le está yendo muy bien– como un instrumento político. También tienen que meterse en el mercado de los biocombustibles, pero ¡ojo!, no en el de maíz, caña o en el de palma de aceite, ‘¡nou!, ¡nou!, ¡nou!’, sino en el de las algas, que son buenas captadoras de CO2 (dióxido de carbono) y crecen como locas.
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