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lunes, 12 de mayo de 2014

BALSO NEGRO EXTINGUE ABEJAS EN SANTANDER.

12 de ABRIL de 2014.
Por: Giovanni Clavijo Figueroa, Unimedios

Hasta 900 mil insectos por hectárea están muriendo por la siembra excesiva de balso negro, árbol usado como sombra para cultivos de café. Abejas, hormigas y polillas, entre muchos otros, se ahogan en el néctar de las flores de esta especie. Los más afectados son los apicultores por la evidente disminución de abejas.

Decenas de apicultores de veredas de los municipios de Oiba, San Gil y Socorro, en el departamento de Santander, están alarmados por la disminución de abejas en los últimos dos años, lo que ha repercutido en la producción de miel, propóleo, cera, apitoxina (veneno), jalea y polen.
 
Según los afectados, en poco tiempo la zona dejaría de ser una de las principales despensas mieleras del país. Y no es para menos, los apiarios (que tienen entre 20 y 22 colmenas, cada una con hasta 80 mil individuos) están siendo ocupados tan solo a la mitad de su capacidad. Como consecuencia, polillas y comejenes destruyen las cámaras de crianza (celdas hexagonales donde se crían las obreras y los zánganos), se comen la cera y los pocos recursos acumulados en el panal.
cada panal puede albergar hasta 80 mil abejas. En Santander algunos solo llegan a tener la mitad. foto: archivo particular
Cada panal puede albergar hasta 80 mil abejas. En Santander algunos solo llegan a tener la mitad. foto: archivo particular
El profesor Jorge Tello, director del Grupo Apícola de la Facultad de Medicina y Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, en asocio con el Sena, Corpoica, el ICA y la Secretaría de Agricultura de Santander, entre otras organizaciones, indagó  sobre la considerable disminución del censo de enjambres en la región.
Una investigación de campo develó que no solo abejas sino también hormigas, avispas, polillas, escarabajos, saltamontes y hasta colibríes se están ahogando en el néctar de las flores del balso negro (Ochroma pyramidale), que sirve de sombra para los cultivos de café en el país.
El árbol mide hasta 25 metros, es de tronco grueso y de madera liviana, resistente y duradera. Según la indagación, cada ejemplar produce hasta 500 flores que se caracterizan por secretar gran cantidad de néctar, del cual se alimentan murciélagos nectarívoros, que, a su vez, son los polinizadores naturales de la especie.
El profesor Tello indica que los caficultores han plantado el balso negro sin asesoramiento técnico, lo que ha llevado a que se siembren hasta 80 árboles por hectárea, cuando en su ambiente natural solo hay un ejemplar en ese mismo espacio. “Se convirtió casi en un monocultivo que ha provocado una sobreoferta de néctar para la fauna regional” afirma el investigador.
El descubrimiento
Para determinar cómo este factor perturbaba a los insectos, el científico alimentó grupos de abejas con el néctar, realizó tres ensayos in vitro y comprobó que no era una sustancia tóxica. Se detectó que posee un aroma y sabor que atrae a las abejas, con una concentración no muy elevada de azúcares del 12%, aproximadamente.
No obstante, el interrogante seguía: ¿por qué abejas y otros animales se ahogan dentro de las flores? Entonces, analizó la estructura de la flor y allí encontró la respuesta, a saber, su estructura en forma de trompeta. Se trata de una trampa natural donde el insecto no puede aferrarse a los pétalos, resbala como en un tobogán y cae en una piscina repleta de néctar pegajoso del cual no puede desprenderse.
Las flores tienen un promedio de nueve centímetros de largo y pueden producir, en una noche, entre cinco y siete centímetros cúbicos de néctar. Además, los investigadores han contabilizado hasta treinta insectos sumergidos en una flor, incluidas abejas nativas, Apis y africanizadas, así como hormigas, avispas, polillas, escarabajos y saltamontes.
Otro factor que agrava la situación es que los pobladores cazan de forma indiscriminada a los murciélagos que se alimentan del néctar, pues los confunden con otras especies que chupan la sangre del ganado. Estos mamíferos voladores, al tener un estómago mucho más grande, sorben el líquido y no lo dejan acumular, algo que debido a la cacería no sucede en la actualidad.  
Amenaza doble
El investigador de la UN asegura que el cultivo indiscriminado de balso negro comprometerá seriamente al ecosistema local, debido a que no habrá insectos que polinicen las plantas. Como consecuencia, escasearán las semillas que permiten recomponer el bosque; incluso, cultivos que dependen de la polinización, como el café y algunos frutales, ya se ven afectados.
Si bien, la regeneración vegetal se puede dar por la autopolinización, el profesor Tello explica que esto ocasionaría endogamia, un fenómeno indeseado en la naturaleza  que hace que los árboles se crucen con ejemplares muy cercanos genéticamente, reproduciendo vástagos que portan características nodeseadas. A la larga, se disminuye la calidad de los nuevos individuos al punto de no poder reproducirse.
Por otro lado, la seguridad alimentaria se vería afectada. Si un árbol de mango de 50 años de edad, con 30 metros de altura, tiene 200 millones de flores y produce entre 15 mil o 20 mil frutos, con la ausencia de insectos polinizadores esa cantidad se reduciría significativamente, hasta podría dejar de producir. La misma situación afrontarían las plantas de mora, fresa, manzana, pera, durazno, maracuyá y uchuva, entre otras.
Soluciones a la vista
El primer correctivo que se debería tomar es destruir los viveros con plántulas de balso y no sembrarlo más. La otra opción es eliminar los que ya están en pie y cambiar la sombra que cubre el café por otros árboles que no causen daño, como guamo y nogal, cuya madera es valiosa industrialmente.
La recomendación que hacen los expertos a las autoridades ambientales y a las agremiaciones, incluidos los cafeteros, es que antes de expandir prácticas agrícolas masivas, como el uso del balso, acudan a la academia y a sus científicos para valorar los efectos que podrían tener esas decisiones.
Según el profesor Tello, por ahora reina un silencio administrativo por parte del Ministerio de Agricultura y de la Federación Nacional de Cafeteros. “Ellos tienen el informe de la situación en Santander, solo se espera que se fije una normativa rigurosa sobre la siembra de este árbol en densidades similares a las naturales y no como un monocultivo”.
Si esto no se hace, advierte el profesor Tello, habrá una verdadera catástrofe ecológica.
Fuente: UN Periódico Edición No. 176. UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA.

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