8 de Diciembre de 2011.
Social Watch
El crecimiento económico a cualquier costo ha llevado a
muchos países en desarrollo, en especial a los latinoamericanos, a
concentrar su producción agrícola en una variedad limitada de cultivos, y
con frecuencia a uno solo. A esto han sido forzados por la demanda de
naciones industrializadas, poniendo en riesgo la soberanía y la
seguridad alimentarias, según el Informe de Social Watch 2012, titulado Desarrollo sustentable: el derecho a un futuro, que se presentará el 15 de diciembre en Nueva York.
El monocultivo en vastas áreas, las explotaciones extractivas y los
grandes proyectos energéticos son algunos aspectos de la prioridad que
asignan los gobiernos al crecimiento económico, escribió Roberto Bissio,
coordinador de Social Watch, en el prólogo del informe.
“Los biocombustibles, frecuentemente considerados ‘verdes’, son una
gran causa de perturbación ambiental en Colombia, donde el apoyo
gubernamental al monocultivo agroindustrial (que suministra el insumo
para los biocombustibles) es la causa del desplazamiento de poblaciones
enteras de campesinos de pequeña escala”, explicó Bissio,. “Sumando
insulto a la injuria, esto ni siquiera es consecuencia de la demanda
interna sino de las necesidades de Estados Unidos, y se subsidia con
créditos de bancos multilaterales de desarrollo.”
“En Guatemala, el monocultivo es de caña de azúcar, también una gran
fuente de biocombustibles, y su explotación industrial también ha
conducido al desplazamiento de poblaciones, violaciones de derechos
humanos y deforestación”, agregó. “El café es el culpable en Nicaragua.
El país depende de su exportación, y la expansión de este cultivo está
agotando la fertilidad del suelo, contaminando los recursos de agua y
promoviendo la deforestación, mientras los campesinos son desplazados de
sus tierras tradicionales.”
Las explicaciones del crecimiento de este modelo agrícola en gran
parte del mundo en desarrollo tienen un ejemplo acabado en el informe
nacional de Finlandia en esta edición del estudio mundial de Social
Watch: “Hay varios ejemplos de empresas finlandesas importantes que
aducen ser líderes mundiales en sustentabilidad y han establecido
monocultivos a gran escala de eucaliptos (Stora Enso, UPM) y
plantaciones de palma de aceite (Neste Oil) en el Sur global, los que
contribuyen al desplazamiento de comunidades y la apropiación de tierras
a gran escala”, indica el estudio escrito por Otto Bruun, del Service
Centre for Development Cooperation Finland (KEPA).
A continuación se reproducen algunos pasajes de los aportes
nacionales al Informe de Social Watch 2012 sobre las causas y
consecuencias de los monocultivos:
Argentina: El reino de la soja y las oleaginosas
La agricultura es uno de los pilares principales de la economía
argentina. El aumento internacional de los precios de productos del
sector ha favorecido la profundización del modelo de producción agrícola
a escala industrial, en el que actualmente impera el monocultivo de
soja y oleaginosas. Pero en el presente se han vuelto evidentes las
consecuencias negativas de ese proceso.
La agricultura es la segunda fuente en importancia de emisiones de
gases de efecto invernadero después del sector industrial. Las emisiones
de CO2 per capita son casi el doble del nivel promedio en la región.
Además, el uso irrestricto de agroquímicos ha tenido un impacto negativo
en el ambiente y en la salud de la población. El Atlas de riesgo
ambiental de la niñez ha señalado que en Argentina “aproximadamente tres
millones de niños viven en una situación de riesgo ambiental causada
por los agroquímicos”. De acuerdo al Informe Carrasco, el glifosfato –el
agroquímico más usado en el país– puede causar deformidades y es
peligroso para varias especies animales y vegetales.
Mientras tanto, la producción agrícola ha extendido su frontera,
invadiendo los bosques nativos. Esta invasión ha afectado a las
comunidades campesinas y agrícolas, que se ven obligadas a incorporarse a
esquemas de producción que contradicen sus costumbres y tradiciones,
sin que exista forma alguna de consentimiento previo e informado. [Informe nacional elaborado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, FARN.]
Brasil: Expandiendo la frontera agrícola
En los últimos años, Brasil ha defendido y ampliado un modelo de
desarrollo que concentra los ingresos y el poder en una elite política y
económica, vinculada a los grandes capitales agroindustriales y
financieros. Este modelo está asentado en varias bases: la explotación
agraria, especialmente de monocultivos como la soja y la caña (para la
producción de azúcar y etanol) que utilizan semillas transgénicas y
abusan de los agrotóxicos comercializados por empresas transnacionales.
[…]
En reiteradas ocasiones se ha intentado flexibilizar la legislación
ambiental. La acometida contra el Código Forestal es el mejor ejemplo de
la fuerza de los intereses vinculados a las explotaciones agropecuarias
dentro de esta campaña de flexibilización, y de su estrategia de
expansión de la frontera agrícola amazónica.
Una de las medidas que pretenden los propietarios rurales, por medio
del proyecto de reforma que se tramita en la Cámara de Diputados, es la
reducción de 80% a 50% de la superficie de reserva forestal que debe
mantener toda propiedad rural de la Amazonia. [Informe nacional elaborado por el Instituto de Estudios Socioeconómicos, INESC.]
Colombia: Producción de biocombustibles desplaza a poblaciones enteras
En Colombia, la producción de biocombustibles ha empeorado la
economía campesina, desplazado poblaciones enteras y destruido
ecosistemas naturales. […] En los últimos años se ha profundizado el
apoyo gubernamental a las actividades basadas en monocultivos
agroindustriales por encima de la agricultura campesina de pequeña
escala, ocasionando el desplazamiento de poblaciones enteras. […]
La producción de biocombustibles requiere de grandes monocultivos de
azúcar, maíz, palma aceitera o soja, y esta práctica productiva erosiona
el suelo y agota sus nutrientes. Además se ven comprometidos los
recursos hídricos debido a la contaminación producida por los
procedimientos de extracción y refinamiento, y se ve disminuida la
extensión de tierra cultivable dedicada a la producción de alimentos, lo
que aumenta los precios de los mismos y agrava las carencias
alimenticias de los sectores más pobres de la sociedad.
El uso de la soja y el maíz para la producción de biocombustibles,
por ejemplo, está afectando el precio de estos productos en el mercado
de alimentos. El impulso dado por EEUU al uso del etanol ha hecho que el
maíz haya superado picos históricos de precios. [Informe nacional
elaborado por la Corporación Cactus, Coordinación Nacional de la
Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo.]
Guatemala: Caña de azúcar arrasa con las selvas
Desde comienzos del siglo XVI, cuando fue conquistada por España, la
economía de Guatemala ha estado basada en la agricultura y la
explotación intensiva de la tierra a través tanto de latifundios basados
en monocultivos para la exportación como desde minifundios fincados en
la producción de infrasubsistencia y subsistencia. […] La industria
cañera, que depreda los bosques arrasándolos para dedicar los campos al
cultivo de la caña de azúcar, es un ejemplo de la insustentabilidad del
modelo implementado actualmente.
Basada en el poder económico y político que ejercen sus propietarios,
esta industria ha logrado incluso desviar el curso de los ríos para
garantizar la irrigación de sus cultivos. Entre las consecuencias
medioambientales de esa intromisión se encuentra la mayor incidencia de
inundaciones en invierno y de sequías en verano, así como también la
liberación de gases de efecto invernadero: “cerca de un 90-95% de la
caña cultivada en más de 200.000 ha, es quemado como parte del proceso
industrial. A una razón de 50 kilos de dióxido de carbono por hectárea
quemada, esto genera alrededor de 9 mil toneladas de dicho gas
anualmente”. […]
Esto ha llevado a la virtual desaparición de los bosques naturales:
el ritmo de deforestación anual ronda las 82.000 hectáreas, lo que
significaría que para 2040, de continuar esta tendencia, habrían
desaparecido todos los bosques. [Informe nacional elaborado por la Coordinación de ONG y Cooperativas de Guatemala, CONGCOOP.]
Nicaragua: El café agota el suelo y contamina las aguas
El país no accederá a un modelo de desarrollo sustentable a menos que
supere el actual empobrecimiento de recursos. Los suelos están siendo
sobreexplotados, los recursos pesqueros están al borde del agotamiento,
la deforestación es creciente debido a la tala indiscriminada y a
insustentables prácticas agropecuarias, y la dependencia del cultivo del
café daña, entre otros, los recursos hídricos. […] El principal
problema del país en cuanto al deterioro medioambiental es su
dependencia del cultivo de café. 26% de los establecimientos
agropecuarios nicaragüenses se dedican a ello, ocupando un 15% de la
tierra cultivable, y 25% del área dedicada a cultivos exportables.
Según América Economía: “El Centro de Trámite de las Exportaciones de
Nicaragua (Cetrex) informó que el café ha generado USD 154 millones en
los primeros cinco meses de la cosecha 2010-2011 (octubre-febrero), lo
que representa unos USD 85 millones más que el mismo periodo de la
cosecha 2009-2010”.
El problema es que el cultivo intensivo de café es extremadamente
agresivo para el medio ambiente, acarreando deforestación, pérdida de
biodiversidad, contaminación agroquímica, erosión del suelo y sobre todo
el agotamiento de los recursos hídricos, debido a la gran cantidad de
agua utilizada en su cultivo y procesamiento. El medio ambiente
nicaragüense, agredido y depredado desde hace más de un siglo por la
explotación agrícola frutera, no puede soportar indefinidamente el
crecimiento y expansión del cultivo cafetero si no se aplican políticas
agrarias que regulen las técnicas de cultivo y permitan la recuperación
del suelo. Ningún crecimiento sustentable puede esperarse de un terreno
yermo y agotado. [Informe nacional elaborado por la Coordinadora Civil.]
Fuente: RED DEL TERCER MUNDO.
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