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martes, 17 de diciembre de 2013

LOS NUTRIENTES DEL SUELO EN RIESGO POR EL CAMBIO CLIMÁTICO.

16 de Diciembre de 2013.
En los ecosistemas terrestres, la interrelación entre diferentes procesos es clave para que no se degraden y la producción se mantenga. Investigadores del INTA y del Conicet participaron de un estudio publicado en la revista Nature que demuestra que las variaciones en las temperaturas del planeta afectan el acoplamiento de los ciclos de tres nutrientes –carbono, fósforo y nitrógeno–, fundamentales para las plantas y los organismos que los habitan. Para Mario Gabriel Gatica, becario doctoral del Conicet en la Universidad Nacional de San Juan y uno de los autores del artículo, hacia el final del siglo XXI se incrementarán las zonas áridas y semiáridas, que ocupan un 40% de la superficie terrestre y proveen alimentos, madera, biocombustibles y almacenamiento de carbono, entre otros productos y servicios, al 38% de la población mundial. Ese aumento provocaría un desbalance de los ciclos de carbono, nitrógeno y fósforo, con un “efecto alarmante” en los servicios ecosistémicos a mayor escala.
Al incrementar la aridez, se reduce la cobertura vegetal y la riqueza de especies como consecuencia de que el sistema no soporta mayores organismos en ese sitio. Los procesos biológicos merman y por lo tanto aumentan los físicos, que lleva a un aumento de los niveles de fósforo, mientras que se reducen los de carbono y nitrógeno en el sistema. Y ese fósforo extra se pierde al no ser capturado por las plantas”, explicó Gatica. Durante el estudio se analizaron 224 ecosistemas naturales áridos y semiáridos en todo el mundo, donde se midieron diferentes variables del suelo relacionadas con los ciclos de nutrientes, encargados de aportar fertilidad a la tierra.
Según los autores, los resultados preocupan puesto que entre los cambios que se prevén se encuentra la degradación del suelo y la desertificación lo cual representa una amenaza para los medios de vida de más de 250 millones de personas que viven en las tierras áridas. Para David Wardle, profesor de Suelos y Ecología de Plantas en la Universidad de Umeå, en Suecia, “con el aumento el desacoplamiento de los ciclos de estos nutrientes, disminuyen los niveles de materia orgánica del suelo y la disponibilidad de nitrógeno, que llevan a su vez a una menor fertilidad del suelo y la capacidad del suelo de proveer nutrientes para las plantas”.

Wardle, quien no participó del estudio, agrega además que esta situación es particularmente importante para las poblaciones que habitan tierras áridas y dependen de los cultivos y ganados de la zona para subsistir. El fenómeno en la Argentina En nuestro país el 51% del territorio corresponde a regiones áridas y semiáridas y un 27% a regiones subhúmedas secas en el NOA, Cuyo, la región chaqueña y la Patagonia.
Donaldo Bran y Juan Gaitán, investigadores del INTA Bariloche y coautores del estudio, advierten sobre los efectos que puede generar el desbalance de nutrientes. “En ese tipo de ambientes de nuestro país la actividad humana más extendida es la ganadería extensiva sobre pastizales naturales. El aumento de las condiciones de aridez y el desbalance de nutrientes llevaría a una disminución de la fertilidad de los suelos, provocaría una menor productividad de los pastizales y, en consecuencia, una menor producción ganadera.”
Los científicos resaltan que según los resultados del trabajo publicado en la revista Nature, el desbalance se produce de manera abrupta al pasar de ambientes semiáridos a áridos. Por lo tanto las regiones más afectadas serían las semiáridas en las que el cambio climático aumente las condiciones de aridez. Sin embargo aclaran que los estudios sobre cambio climático muestran que el aumento de la aridez no sería uniforme para todas las regiones sino que habría áreas más afectadas, otras menos, e incluso algunas se podrían volver más húmedas. Por ejemplo, para Patagonia Norte algunos modelos muestran escenarios donde podría darse un ligero aumento de las precipitaciones, especialmente en las lluvias de verano y otoño.
De todas maneras esos modelos señalan una aumento de las temperaturas, con mayores incrementos en el NOA, Cuyo y, en menor medida, en Patagonia, y esas mayores temperaturas implican mayores tasas de evaporación potencial y por lo tanto mayor aridez. Proyecciones a futuro
Wardle analiza la importancia de los resultados del estudio publicado en Nature. “Las consecuencias pueden ser a corto plazo, pero se agravarán con el tiempo, y darán lugar a una reducción de la fertilidad del suelo y la productividad de los ecosistemas, afectando la capacidad del suelo para soportar muchos de los 2 mil millones de personas que viven en estos lugares. A largo plazo, si estos efectos continúan sin cesar, podrían ser efectivamente irreversibles”.
Si bien el estudio revela la importancia de atender los efectos del cambio climático dado que estos afectan directamente a los servicios ecosistémicos, para Bran y Gaitán se pueden adoptar diferentes medidas para disminuir el impacto sobre los recursos.
Hay dos elementos claves en estos procesos, que son la cobertura vegetal y la generación de mantillo, que actuarían como mediadoras en los ciclos y balances de carbono, nitrógeno y fósforo. Por lo tanto en las regiones más amenazadas habría que evitar el sobrepastoreo, incendios y desmontes, que reducen la cobertura vegetal”.
Asimismo destacan la importancia de contar con un sistema de monitoreo que permita formular alertas tempranas y recomendaciones para la adaptación y mitigación frente a amenazas globales como son la desertificación y el cambio climático, como el Observatorio Nacional de la Degradación de Tierras y Desertificación, una iniciativa del CONICET junto a la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, el INTA y la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires; o el sistema Monitoreo Ambiental para Regiones Áridas y Semiáridas (MARAS), desarrollado por INTA.
Fuente: Ecoportal.net, INTA

lunes, 2 de diciembre de 2013

Gran Bahama Power Co INICIA PROYECTO DE DEMOSTRACIÓN DE BIOCOMBUSTIBLE DE JATROFA.

En las Bahamas, Grand Bahama Power Company (GBPC) celebró la ceremonia de apertura el martes por su Proyecto de demostración de biocombustibles. La asociación con la Autoridad Portuaria de Grand Bahama, The Grand Bahama Development Company y el Jardín de las Arboledas, el proyecto se centra en la viabilidad del cultivo de jatropha para producir combustible biodiesel que sería quemado en las instalaciones de GBPC para producir electricidad.
Fuente: Lecturas de Biocombustibles.


viernes, 29 de noviembre de 2013

AUMENTANDO LOS NIVELES DEL Pteroestilbeno EN LOS CULTIVOS.

Por: Rosalie Marion Bliss.
25 de noviembre de 2013.
Un grupo de científicos del Servicio de Investigación Agrícola (SIA) ha desarrollado una manera de aumentar la producción de un compuesto benefico llamado pteroestilbeno en las plantas.
Este descubrimiento podría ayudar a especies de cultivos a producir o aumentar su producción de pteroestilbeno. Los estilbenos son un subgrupo de los fitoquímicos beneficos llamados polifenoles que ocurren naturalmente en plantas. El nuevo enfoque podría hacer posible el aumento de niveles del pteroestilbeno, el cual podría ofrecer beneficios para la salud humana, en los cultivos que ya lo producen, tales como las uvas y las bayas.
Imágenes en el sentido de las agujas del reloj: Ilustración del ADN recombinante; la estructura molecular del pteroestilbeno; las uvas rojas; los arándanos. Enlace a la información en inglés sobre la foto
Científicos del SIA han desarrollado una estrategia que involucra dos genes y que puede aumentar la producción del fitoquímico beneficioso llamado pteroestilbeno en cultivos tales como los arándanos que ya producen el compuesto, y puede agregar el compuesto a los cultivos que no comúnmente lo produce, tales como las uvas.
Hay dos estilbenos–resveratrol y pteroestilbeno–que podrían tener propiedades que ofrecen beneficios para la salud humana. Durante sus experimentos, los investigadores demostraron que un gen previamente caracterizado y patentado llamado SbOMT3, el cual los científicos aislaron de una planta de sorgo, tiene la capacidad de convertir resveratrol en pteroestilbeno. Los científicos luego aumentaron esa actividad de conversión con la expresión de ambos SbOMT3 y un gen llamado AhSTS3 que produce una sintasa de estilbeno. Ese gen fue aislado de una planta de cacahuete.
Para el estudio de prueba de concepto, los científicos exitosamente incorporaron ambos genes en los cromosomas en dos diferentes plantas hospederas, Arabidopsis y tabaco. Esta estrategia de utilizar dos genes generó plantas transgénicas que pudieron producir pteroestilbeno, según los autores. Los resultados del estudio fueron publicados en 'Plant Biotechnology Journal' (Revista de Biotecnología de Plantas) en el 2012.
Una patente concedida al ARS en el 2010 describe la capacidad de SbOMT3 de crear plantas transgénicas que producen pteroestilbeno, y describe la estrategia de utilizar los dos genes.
Fuente: Servicio de Investigación Agrícola. SIA-USDA.

viernes, 22 de noviembre de 2013

HONGO PODRÍA AYUDAR A CONTROLAR UNA MALEZA.

Por: Jan Suszkiw
18 de noviembre de 2013
Un hongo natural podría ser útil en la lucha contra Amaranthus palmeri, la cual es una maleza invasora que puede crecer hasta dos pulgadas por día y puede consumir los recursos naturales necesitados por los cultivos de maíz, algodón y soya, de este modo disminuyendo sus rendimientos.
Para colmo de desgracias, algunos biotipos de la maleza han desarrollado resistencia al herbicida glifosato. Como otra opción, científicos del Servicio de Investigación Agrícola (ARS), Misisipi, están explorando maneras de formular Myrothecium verrucaria, el cual es un hongo que ataca las hojas y el tallo de A. palmeri, causando la marchitez, las lesiones necróticas, la pérdida de clorofila, y otros síntomas de enfermedad que pueden matar las plantas jóvenes y debilitar las plantas más maduras.
La maleza Amaranthus palmeri.
Amaranthus palmeri es una maleza agresiva que se encuentra en muchas partes del mundo. Esta maleza puede crecer hasta dos pulgadas por día, de este modo reduciendo la disponibilidad de recursos necesitados por los cultivos. Foto cortesía de Joseph LaForest, Universidad de Georgia, Bugwood.org
Estudios por Robert Hoagland, Doug Boyette indican que Myrothecium puede causar daños en biotipos de A. palmeri que tienen resistencia al glifosato y otros herbicidas tales como las triazinas.
Para probar la infectividad de Myrothecium, los investigadores usaron una etapa de crecimiento en la cual el hongo forma filamentos. Los científicos aplicaron una formulación especial de esta forma del hongo en dos grupos de plantas de A. palmeri que tenian cuatro semanas de edad. Algunas de las plantas presentaron resistencia al glifosato, pero otras no tuvieron resistencia. Todas las plantas se observaron para detectar síntomas durante un período de 168 horas, y luego las plantas se pesaron para detectar reducciones en el crecimiento de brotes.
Patólogo de plantas Doug Boyette prepara una fermentadora para cultivar un hongo. Enlace a la información en inglés sobre la foto
Patólogo de plantas Doug Boyette ha descubierto un hongo que se puede cultivar en una fermentadora, y que podría ser útil como un agente de biocontrol contra la maleza Amaranthus palmeri, la cual está desarrollando resistencia a algunos herbicidas.
Las plantas más jóvenes fueron las más propensas a la enfermedad, y todas las plantas que recibieron la máxima aplicación del hongo tuvieron síntomas de enfermedad. Después de 48 a 72 horas, casi el 100 por ciento de estos plantas murieron. En las plantas que tenian una edad de seis semanas, los síntomas se desarrollaron más lentamente, pero no fue una diferencia significativa en daños entre las plantas con resistencia al glifosato y aquellas sin resistencia. Ambos grupos demostraron síntomas de enfermedad, incluyendo clorosis, un poco de necrosis, y una reducción en crecimiento.
Estos hallazgos han sido publicados en 'Allelopathy Journal' (Revista de Alelopatía), y fueron el primer informe sobre actividad bioherbicidal contra una especie de maleza que tiene resistencia al glifosato.
Fuente: Servicio de Investigación Agrícola (SIA-USDA).

miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL FRUTO DEL ÁRBOL DEL PAN PUEDE AYUDAR A CONTROLAR LOS MOSQUITOS.

Por: Sandra Avant.
15 de Noviembre de 2013.
Una fruta tropical que podría ser una solución posible al hambre mundial también contiene compuestos que podrían ayudar a prevenir la propagación por mosquitos que provocan enfermedades graves tales como la malaria, la fiebre amarilla y la fiebre del dengue.
La fruta de pan, Artocarpus altilis, es un cultivo tropical tradicional que ha sido cultivado por más de 3.000 años en todas partes de Oceanía: Melanesia, Micronesia, y Polinesia. La fruta es abundante, feculenta y llena de nutrientes. Además de ser un alimento valioso y nutritivo, la fruta de pan se usa en Hawai y otras regiones para controlar los insectos. La gente quema las flores conocidas como inflorescencias masculinas para repeler los insectos voladores, incluyendo los mosquitos.
Fruta de pan.
Científicos del SIA y sus colaboradores han identificado tres compuestos naturales en la fruta de pan—ácido cáprico, ácido undecanoico y ácido láurico—que son significativamente más eficaces en repeler los mosquitos comparados con DEET. Foto cortesía de Forest y Kim Starr, Starr Enviromental, Bugwood.org
Los científicos del Servicio de Investigación Agrícola (ARS) y la Universidad de la Columbia Británica en Canadá colaboraron para identificar los químicos naturales en la fruta del árbol del pan que repelen los insectos.
"Descubrimos que tres químicos—los ácidos cápricos, undecanoicos y láuricos—fueron responsables de la actividad repelente", dice químico Charles Cantrell. "Estos químicos también se llaman los ácidos grasos saturados C10, C11, y C12 ".
Los investigadores, escogieron algunas inflorescencias masculinas de una selección diversa de sus árboles de la fruta de pan y secaron las flores. Luego las proveyeron a los científicos del ARS para realizar las pruebas. Los científicos del ARS colectaron muestras de humo cuando quemaron las inflorescencias en el método tradicional usado en las regiones del Pacífico. Los investigadores identificaron más de 30 compuestos en el humo, incluyendo una mezcla de terpenos, aldehídos, ácidos grasos, y compuestos aromáticos.
El químico Kamal Chauhan probó la eficacia de los compuestos contra las hembras adultas del mosquito Aedes aegypti en un sistema que utiliza una membrana y un sucedáneo de la sangre para alimentar a los mosquitos. 
xxx. Enlace a la información en inglés sobre la foto
Un mosquito se alimenta por una membrana artificial y un sucedáneo de la sangre. Con esta prueba, los científicos del SIA descubrieron que los mosquitos no se alimentan cuando la membrana se trata con un extracto de la fruta de pan.
"Estos químicos naturales fueron significativamente más eficaces en repeler los mosquitos comparados con DEET, el cual es el producto químico principal usado para repeler los insectos que pican", dice Chauhan. "En regiones donde las flores de los árboles de la fruta de pan están disponibles, la gente puede usarlas en vez de los productos repelentes costosos".
"Esta investigación fue la primera de mostrar que la fruta de pan es eficaz como un repélete, de este modo validando un remedio tradicional", dice Cantrell.
En otro estudio, científicos del NPURU probaron una gama amplia de ácidos grasos saturados e insaturados y obtuvieron resultados similares. "Estos tres químicos encontrados en la fruta de pan y otros remedios tradicionales fueron muy activos y fueron los ácidos grasos más repelentes descubiertos hasta la fecha", dice Cantrell.
El químico Ulrich Bernier, usó una prueba estándar de repelencia para evaluar la eficacia de los compuestos contra los mosquitos. La prueba usó voluntarios que llevan tela tratada con varias concentraciones de los químicos. Bernier verificó que los ácidos grasos saturados proveen protección eficaz.
Fuente: Servicio de Investigación Agrícola, SIA-USDA.

lunes, 18 de noviembre de 2013

AGRICULTURA ECOLÓGICA, OPCIÓN PARA UN MODELO SOSTENIBLE.

09 de Noviembre de 2013.
Por: Tomás León Sicard,
Agrólogo e Investigador del Instituto de Estudios Ambientales - Universidad Nacional de Colombia

Mientras en varios países las agriculturas alternativas fortalecen a los campesinos y protegen el ambiente, en Colombia la maraña política, el modelo económico y la ignorancia hacen difícil implantar nuevas formas de desarrollar el sector rural.

Foto: Andrés Felipe Castaño/Unimedios
Foto: Andrés Felipe Castaño/Unimedios.
Las reivindicaciones de sectores representativos de gremios agropecuarios del país, durante el reciente paro agrario nacional, muestra preocupaciones ligadas, en su mayor parte, a los ingresos económicos de los productores. Esto es un asunto natural en este tipo de actos sociales, pero son escasas las reflexiones sobre las causas últimas de la profunda crisis del sector.
Pocas manifestaciones hubo en torno al modelo de desarrollo agrario de Colombia, el cual sigue lineamientos generales de apertura económica y tecnológica, esta última muy ligada a la denominada Revolución Verde (RV), a través de innovaciones en fitoquímica, mejoramiento genético y maquinaria agrícola.
A pesar de que la RV dejó ventajas significativas como el rendimiento creciente por hectárea y la reducción de las superficies sembradas; existen críticas a este modelo en relación con la contaminación de suelos y aguas, la reducción de la biodiversidad, la erosión y la polarización de las sociedades agrarias.
Como consecuencia, desde los años ochenta aparecieron movimientos alternativos, entre ellos los de agricultura ecológica (AE), que plantean paradigmas diferentes en la concepción científica y en las maneras de ejercer la actividad. Estos grupos han tomado varios nombres en función de su naturaleza, principios y métodos (agriculturas naturales o de cero intervención, biodinámicas, orgánicas o ecológicas). 
En defensa del ambiente 
La AE se basa, entre otras prácticas agronómicas, en cambiar monocultivos por policultivos, en la disminución de fertilizantes externos, en la promoción del reciclaje de abonos orgánicos producidos en la misma finca y en la eliminación total de plaguicidas y de plantas genéticamente modificadas.
Evidentemente, estas prácticas se ejecutan en relación directa con una constelación de elementos culturales que permiten la ejecución de la AE como práctica alternativa. Estos incluyen la conciencia ambiental de los productores, la disponibilidad de tecnologías alternativas, el acompañamiento institucional y una base filosófica diferente para abordar la producción de alimentos.
La agricultura ecológica y sus similares (la biodinámica o la permacultura) se incrementan en el mundo a tasas cercanas al 20% anual. Esto debido a que la sociedad reconoce sus beneficios, que van desde la salud de los consumidores hasta la disminución de problemas de erosión de suelos, restauración de ecosistemas degradados e, incluso, defensa contra inundaciones y sequías.
Según los expertos Helga Willer y Lukas Kilcher (2011), las hectáreas (ha) dedicadas a todo tipo de agricultura ecológica certificada en el mundo, incluyendo aquellas en reconversión, llegaron en el año 2009 a 37.232.000 ha (en 1999 fueron 11 millones y en 2008, 35,2 millones).
Lo anterior corresponde al 0,9% de las tierras agrícolas del mundo, las cuales se calcula llegan a los 1.500 millones de ha (si se suman las de uso agropecuario y forestal serían 4.900 millones de ha). La penetración de la AE en algunos países es mucho más elevada que el porcentaje mundial; es el caso de las Islas Malvinas (36%), Liechtenstein (27%) y Austria (18,5%).
Una opción viable 
Siete países poseen más del 10% de sus tierras en AE. El dato suministrado incluye casi 12 millones de hectáreas en pastoreo extensivo en Australia. La misma fuente advierte que en estas actividades se ocupaban 1,8 millones de productores (1,4 millones en 2008) en 160 países.
En América Latina, unos 280.000 productores cultivaron 8,6 millones de hectáreas de tierra de manera orgánica en 2009, lo que equivale al 23% del global mundial en AE y al 1,4% de la tierra dedicada a labores agrícolas en el planeta.
Los principales países por hectáreas fueron Argentina (4,4 millones), Brasil (1,8 millones) y Uruguay (930.965). La proporción más alta de tierras agrícolas ecológicas se reportan en las Islas Falkland/Malvinas (35,7%), la República Dominicana (8,3%) y Uruguay (6,3%).
Ahora bien, ¿Podría la Agricultura Ecológica ayudar a resolver parte sustancial de los actuales problemas del sector agropecuario colombiano? La respuesta es un sí rotundo. Si el país decidiera apostar por este camino, que en la actualidad ocupa entre el 1% y 2% de la producción nacional (unas 50.000 ha certificadas), muchos conflictos del sector encontrarían respuestas.
Por ejemplo, la promoción de policultivos diversos y las consecuentes prácticas de no dejar los suelos desnudos, podrían contribuir fuertemente a evitar los derrumbes, deslizamientos e inundaciones en las épocas de lluvias intensas. Esto porque los suelos retendrían más agua y la liberarían lentamente, evitando las crecientes súbitas de los ríos y guardando el líquido en el mismo suelo para los períodos de sequía.
El reciclaje de la materia orgánica en las mismas fincas, hace que ellas se vuelvan autosuficientes y que no requieran la compra continua de fertilizantes o que su adquisición se torne más ocasional y controlada, siempre en función del análisis de suelos.
Este mismo abonamiento orgánico hace que los suelos sean más resistentes a la erosión o a su degradación física y que, nuevamente, el consumo de agua sea más equilibrado, al igual que el aumento de su fertilidad.
El hecho de eliminar los plaguicidas produce altos beneficios, uno de los cuales y, tal vez el más importante, es que los consumidores tengan mejoras en la salud. Así, se reducen las posibilidades de intoxicación crónica o aguda, se bajan las tasas de morbi- y mortalidad y, por ende, se reducen las consultas médicas y las presiones sobre el sistema de seguridad social.
Pero además, al eliminar el uso de plaguicidas (insecticidas, fungicidas, bactericidas y otros) se propicia la proliferación de insectos benéficos que, a su vez, controlan a los denominados insectos-plaga,  reduciendo también la necesidad de comprar productos tóxicos.
Con todo esto, la agricultura ecológica es capaz de asegurar la soberanía alimentaria del país, de generar enormes cantidades de empleo (por lo menos un 30% más que el actual modelo), de incentivar la creatividad para la prosperidad, de aumentar la oferta de productos exportables y, si se quiere, de dar oportunidades para la paz nacional.
La pregunta es ¿por qué si es tan benéfica, no se expande en Colombia con la misma rapidez  que en muchos otros países? Las respuestas, que dan para un debate más amplio, tienen que ver con varios aspectos.
Por un lado, con el modelo económico actual, empujado por empresas transnacionales que poco o nada se interesan en el beneficio social y ambiental. Por otro, con decisores políticos que no comprenden aún en qué consiste esta práctica alternativa. Finalmente, con académicos que se oponen a la AE o con comercializadores que defienden intereses establecidos.
Lo cierto es que la agricultura ecológica es, a juicio de muchos expertos, la solución para los problemas estructurales del país rural y urbano.
Fuente: UN Periódico Edición No. 172. Universidad Nacional de Colombia.

jueves, 14 de noviembre de 2013

AGROQUÍMICOS ENVENENAN SUELOS EN COLOMBIA.

Nov. 09 de 2013
Por: Sandra Uribe Pérez, Unimedios

En el país se aplican 499,4 kg de fertilizantes de síntesis química por cada hectárea cultivada, mientras que el promedio en América Latina es de 106,9 kg. El resultado de este exceso es mayor erosión de los suelos y menor productividad. Ante dicha problemática, la agroecología se presenta como una solución efectiva y menos costosa.

Pese a la promulgación del Decreto 1988 de 2013 (medida de emergencia que dio salida al paro agrario) no deja de ser alarmante el costo de los agroinsumos en Colombia, pues sobrepasan entre un 30% y un 50% el precio mundial. Además, siguen siendo controlados por monopolios sin una efectiva regulación por parte del Gobierno.

Esto incide negativamente en los costos de producción de los campesinos, quienes gastan entre un 30% y un 40% de su presupuesto en plaguicidas y fertilizantes de síntesis química industrial (úrea, fosfato diamónico y cloruro de potasio, entre otros) para suplir los requerimientos de nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K) de sus cultivos.
Más escandaloso es que en el país se apliquen 499,4 kg de estos fertilizantes por cada hectárea de tierra cultivable, mientras que el promedio en América Latina es de 106,9 kg por hectárea (ver infográfico). Peor aún es que no se tomen medidas frente a esta situación.
Esto es evidencia de la dependencia compulsiva de los agricultores nacionales hacia los agroquímicos, algo que afecta al bolsillo, al ambiente y a la salud. Asimismo, deja serias dudas sobre qué tanto se conocen las características y requerimientos nutricionales de los suelos colombianos.
Apoyo tecnológico e investigación 
Según Carlos Fonseca Zárate, exdirector de Colciencias, este panorama debe llevar a retomar la investigación en el campo basada en la ciencia y la transferencia tecnológica, incluidas algunas eco y biotecnologías beneficiosas para los productores agrarios. Dice que las posibilidades se abren ahora que “el 25% de los recursos solicitados por los departamentos en los proyectos de regalías son para el sector agropecuario”.
De cara a la competencia internacional a la que han sido expuestos los agricultores a partir de la firma de los TLC, es clave dar mucho más acompañamiento en ciencia, tecnología e innovación, a la par que se toman decisiones acerca de la investigación que se debe hacer. Esto con el fin de superar la gran desventaja en la que se encuentran nuestros campesinos frente a Estados Unidos y Europa, donde sí cuentan con subvenciones del Gobierno.
En este sentido, Fonseca menciona que, por ejemplo, no hay estudios en profundidad con respecto a los lugares donde podría hallarse roca fosfórica en el país. Por otra parte, recuerda que este territorio –el más biodiverso del mundo por metro cuadrado– tiene muchas posibilidades de hallar microorganismos fijadores de nitrógeno (N2), esencial para el crecimiento vegetal. 
Los fertilizantes orgánicos son una alternativa viable en Colombia, pero falta apoyo oficial para que sean más utilizados. - Foto: Víctor Manuel Holguín/Unimedios
Los fertilizantes orgánicos son una alternativa viable en Colombia, pero falta apoyo oficial para que sean más utilizados. - Foto: Víctor Manuel Holguín/Unimedios
Dependencia y ambiente 
Existen opciones como la agricultura biológica y la agroecología para que la economía campesina no dependa de insumos nocivos ni de las fluctuaciones del mercado o la cotización del petróleo (para producir úrea, por ejemplo, se requiere una enorme cantidad de la energía que se obtiene a partir de este combustible fósil).
Además de la ventaja en los costos, no utilizar dichos fertilizantes contribuiría a mejorar las propiedades del suelo y a garantizar productos competitivos en el creciente mercado mundial de los orgánicos. Por ejemplo, favorecer una alimentación sana e incluso contribuir a la mitigación del cambio climático y a la regulación de algunas plagas que pueden ser estimuladas por la excesiva presencia de nutrientes como el nitrógeno.
Otro aspecto importante es el cuidado del ambiente. La profesora Marina Sánchez de Prager, del Grupo de Investigación en Agroecología (GIA) de la Universidad Nacional de Colombia en Palmira, advierte que hay un abuso en el uso del nitrógeno y el fósforo. De hecho, las mismas empresas de agroquímicos reconocen que de cada kilogramo de fertilizante aplicado, la planta solo toma alrededor del 40%; el restante 60% se pierde por diferentes vías que contaminan el agua y el aire.
Según la experta, a esto se suma la sedimentación del mar y las afectaciones a la salud. De otro lado, el exceso de nitrógeno en forma amoniacal (uno de los gases de efecto invernadero), hace que se produzca CO2 e incluso llega a quemar las plantas.
Tomás León Sicard, docente del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la UN, asegura que el uso excesivo de agroquímicos se debe a su relativo éxito en la producción agrícola. No obstante, la incorporación de sustancias ricas en nitrógeno, fósforo y potasio genera desbalances en la disponibilidad de otros nutrientes y ello, a su vez, puede causar desequilibrios (como exagerada producción de azúcares en las plantas). Lo anterior se traduce en problemas
fitosanitarios que para ser controlados requieren otro elemento del mismo modelo: los plaguicidas.  
 
 
Otras prácticas en el agro 
Pensando en todo esto, desde hace cerca de 20 años la UN busca nuevas alternativas y  experimenta con insumos como la materia orgánica que producen las fincas (compostaje) o la biomasa que se recicla (hojas, malezas, restos de la floración y la fructificación que se convierten en masa muerta y, luego, en nutrientes).
Mediante estas vías se contribuye a suplir las necesidades o desequilibrios resultantes del uso de agroquímicos.
Además de estas estrategias, se realizan prácticas y se comparten con los agricultores técnicas para preparar y usar el compost adecuadamente.
Otra posibilidad efectiva es la tecnología agroecológica de los abonos verdes (AV). La profesora Sánchez explica que esta práctica consiste en utilizar especies vegetales, especialmente leguminosas, que capturan N2 del aire, lo llevan a formas orgánicas y lo depositan en las plantas y en el suelo, con lo cual este se suple de amonio (NH4) y nitrato (NO3).
Así se proporcionan contenidos similares a los de fertilizantes de síntesis. Precisamente, en la actualidad hay tres trabajos del Doctorado en Agroecología (desarrollado en la UN en Palmira y en la Universidad de Antioquia) que investigan al respecto.
Algo importante es no olvidar que el suelo está vivo y que existen enormes cantidades de  microorganismos que lo habitan (hongos, bacterias, actinomicetos), que aportan soluciones a las necesidades de las plantas. Según Sánchez y otros investigadores, al utilizar leguminosas en los AV se pueden llevar a cabo procesos de simbiosis, es decir, relaciones beneficiosas entre las raíces y los microorganismos.
Algo en lo que coinciden Fonseca y los profesores Sánchez y León es en la importancia de sembrar biodiversidad en vez de monocultivos, para darle un uso eficiente al suelo. Una alternativa es sembrar maíz y fríjol (o soya y maíz), pues el sistema radical del fríjol ayuda a fijar el nitrógeno e incorporarlo al agroecosistema. Así, poco a poco, se deben suspender los fertilizantes artificiales y mientras dura este proceso, se preparan los abonos orgánicos para disminuir el uso de químicos, de tal modo que no se afecte la producción.
Para certificar el suelo como apto para cultivos orgánicos, se debe esperar una transición de tres años. El ahorro en los costos de los abonos químicos, así como el creciente mercado mundial, que pide alimentos limpios y sanos, puede estimular a los agricultores a involucrarse en esta beneficiosa empresa.
Lograr esto, según el profesor León, es una cuestión de “autonomía” de los productores, pues son ellos quienes disminuyen o eliminan la compra de insumos. De todas maneras, son decisiones que van en contravía de los intereses establecidos y de la acumulación de poder de las grandes empresas transnacionales, productoras y dueñas del monopolio de insumos. 
Más ideas ecológicas 
El profesor León señala otra iniciativa del IDEA, a través de la cual se implementa lo que han llamado la “estructura agroecológica principal de la finca”. Esta estrategia es, en el fondo, una manera de conservar y aumentar la agrobiodiversidad a través de conectores (cercas vivas) externos e internos.
Para ello, se utilizan hileras diversificadas de árboles  que tengan asociadas plantas herbáceas y arbustivas, ojalá con flores, conectadas con corredores de bosque (no se utilizan ni eucalipto ni pino porque evitan el crecimiento de ciertos microorganismos o acidifican el suelo). Esto genera, entre otros efectos positivos, oferta de alimentos y hábitat para diversos insectos benéficos, control de la erosión y disminución de la fuerza del viento. Entre más biodiversidad haya, mucho mejor.
Por otra parte, en el grupo en Microbiología del Suelo de la UN en Medellín, la investigadora Laura Osorno Bedoya aprovecha dos microorganismos que viven en el suelo (Morteriella sp y Aspergillus niger) que son capaces de producir ácidos con propiedades para solubilizar la roca fosfórica con la cual se obtiene un biofertilizante fosfórico.
En otro ámbito investigativo, el grupo interdisciplinario de Biotecnología de Micorrizas Arbusculares de la UN, dirigido por la profesora Alia Rodríguez Villate, demostró que los hongos formadores de micorrizas arbusculares mejoran el rendimiento de los cultivos, en particular el de yuca. Estos reducen en un 50% la aplicación de fertilizantes fosfatados y ayudan a la planta a absorber nutrientes de forma más eficiente.
Asimismo, el Instituto de Biotecnología (IBUN) de la UN, en asocio con la empresa Biocultivos S.A., desarrolló tres biofertilizantes (que ya se encuentran en el mercado), cuyos ingredientes activos son microorganismos que mejoran la nutrición de los cultivos de arroz.
Es importante mencionar que los sistemas agrosilvopastoriles de ganado, desarrollados especialmente por el profesor Enrique Murgueitio y la ONG CIPAV, además de aumentar la cantidad de reses por hectárea (de 1 a 4 o 5), ayudan a enriquecer los suelos degradados.
Fonseca destaca que esto se da gracias a la siembra de arbustos de Leucaena sp, que fijan nitrógeno de la atmósfera (el 79,9% del aire que respiramos es nitrógeno) y forman simbiosis con micorrizas. Otra ventaja es que estos sistemas no permiten la presencia de moscas y aumentan las poblaciones de cucarrones que oxigenan el suelo.
Como se observa, los investigadores tienen la enorme responsabilidad de seguir estudiando la biodiversidad, los suelos y las riquezas del país, ahora que existe la posibilidad de contar con recursos de regalías.
Sin embargo, el Gobierno también tiene que aportar su cuota si realmente le interesa (tal y como se había planteado en las iniciativas del Buen Gobierno) propender por la “seguridad alimentaria y nutricional con base en la vocación agropecuaria del país”, tener “campesinos trabajando y viviendo dignamente en el campo” y “gente próspera, sonriente y segura, que ofrezca productos competitivos en el escenario mundial”.
Fuente: UN Periódico Edición No. 172. Universidad Nacional de Colombia.

viernes, 20 de septiembre de 2013

FERROCARRILES DE LA INDIA COMIENZA LAS PRUEBAS DE CAMPO DEL BIODIESEL DE JATROPHA PARA LOCOMOTORAS.

10 de Septiembre de 2013.
En la India, la sección de investigación de los Ferrocarriles de la India ha aprobado las pruebas de campo usando biodiesel de jatrofa en dos locomotoras en Jetalsar. Los primeros tres a cuatro ensayos al mes comenzarán con B10 y trabajará sus vías superiores. Las pruebas de laboratorio han estado utilizando con éxito el 100% de biodiesel de jatropha en las locomotoras.
 
Fuente: Lecturas de Biocombustibles.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

COMPRUEBAN POTENCIAL ANTIOXIDANTE DEL CHONTADURO.

7 de Septiembre de 2013
Por: Jeinst Campo Rivera, Unimedios

Dos tecnologías de última generación permitieron hallar en esta fruta tropical compuestos químicos que funcionan como colorantes y antioxidantes naturales, con gran potencial para la industria alimentaria, farmacéutica y cosmética.

Los compuestos bioactivos –aquellos que cumplen funciones benéficas para la salud humana y se encuentran presentes de manera natural en el reino vegetal y animal– cobran cada vez más importancia para la industria cosmética, farmacéutica y nutracéutica.

Estos, además de ser sintetizados por el organismo como metabolitos secundarios con funciones de defensa ante enfermedades, son los responsables de las propiedades de color, astringencia (cicatrizante y antiinflamatorio) y sabor de las frutas y hortalizas.
La importancia reside en su particular estructura química que permite capturar unas dañinas moléculas llamadas radicales libres, las cuales actúan como agentes oxidantes que abren el camino al desarrollo de enfermedades crónicas multifactoriales.
Según Hugo Martínez –doctor en Ingeniería de Alimentos y profesor de la Universidad Nacional de Colombia en Palmira– Colombia y Brasil tienen un inmenso potencial para fomentar una industria de obtención de biocompuestos, gracias a su riqueza en frutas exóticas, en especial de especies subutilizadas como el chontaduro.
Este producto típico del Pacífico colombiano presenta un mesocarpio carnoso y fibroso de color amarillo intenso o anaranjado. El alto valor nutricional se debe a su elevado contenido de fibra, aceites y ß-caroteno, además, a que posee ocho de los veinte aminoácidos esenciales para el humano”, resalta el experto.
Con el objetivo de evaluar la pulpa del chontaduro como materia prima para la obtención de compuestos antioxidantes, Martínez dirigió dos trabajos de grado que le permitieron extraer las propiedades del fruto por medio de dos tecnologías: extracción asistida con microondas (EAM) y CO2 supercrítico (un gas inocuo que sirve para disolver y separar sustancias químicas eficazmente).
El valor nutricional del chontaduro se debe a su elevado contenido de aminoácidos esenciales. - Foto: archivo particular
El valor nutricional del chontaduro se debe a su elevado contenido de aminoácidos esenciales. - Foto: archivo particular.
La extracción 
El primer análisis lo realizó la estudiante Eliana Marcela Vélez, de Ingeniería Agroindustrial; quien, a través de la técnica EAM, obtuvo compuestos fenólicos (micronutrientes propios del reino vegetal importantes para la dieta humana).
Esta técnica consiste en calentar el interior y exterior de una matriz sólida (la pulpa del fruto) con la ayuda de pulsos de microondas y una sustancia que permite disolver las estructuras químicas del material. Las condiciones térmicas que se producen en este proceso (temperaturas que van hasta los 240 grados centígrados) permiten extraer los principios activos de manera selectiva, mejorando la calidad del producto y disminuyendo el impacto ambiental.
El profesor Martínez asegura que los métodos tradicionales para la obtención de este tipo de extractos han limitado su desarrollo y actividad al emplear técnicas que requieren altos tiempos de residencia, grandes cantidades de solventes, uso de calor y agitación, “lo que termina por afectar la calidad del extracto final, provocar la formación de impurezas y afectar la salud humana y del medioambiente”. La tecnología de microondas reduce los tiempos, pues el proceso no dura más de media hora.
También se utilizó la tecnología de fluidos supercríticos como una alternativa para este tipo de extracciones. En este caso se utiliza una autoclave (especie de gran olla a presión) en donde se introduce el material de estudio en un ambiente saturado de CO2. Este trabajo lo adelantó Faber Espinosa, estudiante de Ingeniería Agroindustrial, en colaboración con investigadores de la Universidad Estatal de Campiñas (Brasil).
La técnica utiliza las propiedades de los gases por encima de sus puntos críticos de presión y temperatura para extraer componentes solubles de manera selectiva. En este caso, el dióxido de carbono posee varias ventajas: no es tóxico ni explosivo, está disponible fácilmente, se puede eliminar de forma sencilla, no provoca mayores alteraciones en los biocompuestos y conserva las propiedades biológicas del producto”, afirma Espinosa.
La principal cualidad que se buscó fue el contenido de ß-caroteno, dado que de este compuesto químico se puede obtener vitamina A y una alta actividad antioxidante. Para tal fin, se evaluaron las variables de rendimiento de extracción, los contenidos totales de fenoles, flavonoides y carotenoides (encargados de la pigmentación), así como la actividad antioxidante. 
Mucho potencial 
Con la técnica de CO2 supercrítico fue posible obtener extractos ricos en carotenos. Al analizar el chontaduro amazónico se observó que el contenido de materia seca es más bajo que el del Pacífico, pero con un contenido porcentual más alto de proteína (302%).
Igualmente, el fruto presenta un alto contenido de lípidos (17,73% de su peso total), a causa de su gran contenido de carotenoides, y un elevado rendimiento de extracción”, sostiene el profesor Martínez. (Los lípidos son moléculas orgánicas que funcionan como una batería: acumulan energía, entre otras funciones biológicas vitales para la nutrición humana).
Los contenidos de fibra neutra, carbohidratos y proteínas presentan similitud a los reportados por otros investigadores para diferentes variedades de chontaduro tropical colombiano y permiten asumir potencialidades diversas en la agroindustrialización del mismo.
Aunque los extractos obtuvieron una actividad antioxidante comparable con la del ácido cafeico comercial (lo cual potencializa su uso), la importancia primaria del ß-caroteno radica en ser el precursor de la Vitamina A, que otorga diversos beneficios al funcionamiento del organismo humano.
Adicionalmente, su potencial como colorante natural hace de este biocompuesto una alternativa para la obtención de productos alimentarios (nutracéuticos), farmacéuticos e incluso cosméticos de alto potencial”, concluye Espinosa.
Estas evidencias científicas respaldan la sabiduría popular que ha exaltado al chontaduro como un alimento poderoso y hasta afrodisíaco.
Fuente: UN Periódico. Edición No. 170.

lunes, 16 de septiembre de 2013

CREMA DE QUINUA CON SABOR A TAMAL.

7 de Septiembre de 2013
Por: Sandra Uribe Pérez, Unimedios

Este cultivo andino que por sus bondades nutricionales ha servido incluso para alimentar a los astronautas, debería incluirse con más frecuencia en la dieta. De cara al panorama de inseguridad alimentaria, se trabaja para mejorar su producción y generar nuevas alternativas alimenticias. Una de ellas es una crema con sabor a tamal.

Faltó poco para que la dominación española y las tradiciones gastronómicas de los conquistadores nos privaran de la quinua (grano sagrado para las culturas ancestrales andinas) que ha sido calificada como alimento “ideal para el ser humano” por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

A pesar de su prohibición y quema lograron sobrevivir más de tres mil variedades de este pseudocereal, quizá gracias a su adaptabilidad a diferentes condiciones agroecológicas (desde el nivel del mar hasta una altitud de 4.000 metros), su resistencia a la sequía y a los suelos pobres o de elevada salinidad, y a su fácil expansión como cultivo.
Por ello, en el actual panorama de inseguridad alimentaria, la quinua (Chenopodium quinoa Willd.) podría convertirse en una alternativa en la lucha contra el hambre y la desnutrición por sus excepcionales cualidades: es una gran fuente de proteína, ácidos grasos y vitaminas, y es el único alimento de origen vegetal que contiene todos los aminoácidos esenciales.
Lo anterior fue suficiente para que la FAO haya declarado el 2013 como el “Año Internacional de la Quinua”. Ahora, el reto mundial es “aumentar la producción de alimentos de calidad para una población creciente en el contexto del cambio climático”. 
Foto: Cortesía Guillermo Corredor
Foto: Cortesía Guillermo Corredor.
Más alimentos 
Este desafío ha sido una de las banderas de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá que, a través de la Facultad de Agronomía y el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos (ICTA), se ha preocupado durante treinta años por mejorar las prácticas para el desarrollo de los cultivos y la producción de alimentos con base en la quinua.
En este proceso se han emprendido trabajos conjuntos con otras entidades. Tal es el caso del “Proyecto Quinua: cultivo multipropósito para los países andinos. Perú, Bolivia y Colombia (2006)”, que se llevó a cabo entre el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Fundación Proinpa, de Bolivia; el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología  (Concytec), de Perú; la Universidad Nacional del Altiplano, de Perú; y la UN.
El objetivo fue evaluar diversos materiales genéticos, desde el punto de vista agronómico y agroindustrial, para el desarrollo de innovadores productos, explica Guillermo Corredor, doctor en Ciencias Agropecuarias y profesor pensionado de la UN.
La idea de la Institución ha sido diversificar para llegar a diferentes paladares, pero cumpliendo con las exigencias nutricionales. Según Arturo Romero, investigador de la UN y magíster en Ciencias y Tecnología de Alimentos, entre otros productos enriquecidos se han desarrollado harinas, pastas, extruidos, néctar de frutas, hojuelas y productos de panificación entre otros. Todo esto, a partir de mezclas vegetales (diferentes cereales y quinua) que buscan hallar las proporciones adecuadas para balancear los alimentos en sus diversos componentes (proteínas, carbohidratos, grasa, minerales y vitaminas).
Uno de los últimos “hits” del ICTA en cuanto a alimentos enriquecidos y con valor agregado es la crema de quinua con sabor a tamal. Según Romero –uno de sus desarrolladores–, la sensación de probarla es algo raro, por la costumbre de masticar el tamal, pero ahora, este sabor tan colombiano también se puede disfrutar con cuchara. Su preparación (para cuatro porciones) solo se demora diez minutos y tiene la ventaja de ser “un alimento de alto valor biológico, de buena aceptabilidad y que podría conseguirse a un precio razonable”.
Para lograrlo, el grano se lava, se seca, se muele y se tamiza hasta lograr una harina de granulometría fina (de 100 mallas). Luego, se precocciona, junto con la harina del maíz en un extrusor a 130°C por 10 segundos (este equipo funciona con alta temperatura, alta presión, fuerzas de corte, y corto tiempo). El producto sale en forma de hojuelas, que se secan, se muelen y se mezclan con las especias y condimentos que le dan el sabor.
Sin embargo, para que el producto llegue efectivamente al consumidor hace falta asegurar el eslabón universidad-industria a través de una alianza estratégica con una empresa interesada en impulsarlo en el mercado. 
Procesos de transformación y cultivo 
Romero explica que el consumidor interesado en realizar preparaciones con este pseudocereal debería conocer, entre otros aspectos, que hay variedades dulces y amargas (con alta concentración de saponinas, compuestos orgánicos que les confieren este sabor).
Para hacer comestible el grano es necesario desamargarlo (eliminar las saponinas). Esto se logra a través del lavado con agua a 70°C. La proporción es de 1 kg de quinua por 3 litros de agua, que se mezclan por tres minutos para sacar la espuma (saponinas) y retirar las impurezas. Se llevan a cabo entre 3 y 7 lavados dependiendo del grado de saponinas que haya.
El grano se puede secar al sol, para luego producir harina (tan fina como la del trigo). De este  modo es posible sustituirla por cereales, aumentando así el aporte de aminoácidos en la dieta (especialmente lisina y triptófano, deficientes en los cereales) y la calidad de la proteína (mayor cantidad de albúminas y globulina), llegando, incluso, a una concentración similar a la que tienen la carne y la leche.
En cuanto al cultivo, el profesor Corredor refiere que en nuestro país la tendencia es utilizar variedades dulces, como la blanca de Jericó, la blanca de Soracá, la blanca de Chivatá, la Aurora, la Tunkahuan, la Piartal y amargas como la amarilla de Maranganí.
Es clave que, al sembrar, el agricultor ponga atención a la variedad (cada una tiene características diferentes para la preparación de productos), a la semilla (debe estar fresca –1 a 2 meses de cosechada– para que no pierda viabilidad) y al sistema de siembra (si se hace a chorrillo, entre surcos de 50 cm, el crecimiento y la maduración del grano son más uniformes). Para la comercialización, hay mayores beneficios si las variedades no están mezcladas, ya que se puede garantizar el material genético.
Con tantas ventajas solo hace falta que aumente el número de  pequeños agricultores dedicados  a sembrar este grano sagrado y que, a través de diversas preparaciones culinarias con sabores autóctonos se revaloricen las costumbres alimenticias de nuestros ancestros indígenas, que hoy son patrimonio de la humanidad.
Fuente: UN Periódico. Edición No. 170. Universidad Nacional de Colombia.

viernes, 13 de septiembre de 2013

20% MÁS YUCA CON 50% DE MENOS AGROQUÍMICOS.

7 de Septiembre de 2013
Por: Leidy Castaño, Unimedios

Una nueva estrategia agrícola aumenta la producción de yuca al utilizar hongos micorrícicos para capturar el fósforo del suelo de manera más eficiente. El procedimiento, desarrollado por el Grupo Interdisciplinario de Biotecnología de las Micorrizas Arbusculares de la UN, será replicado en países de África subsahariana, lo que contribuirá a la erradicación del hambre.

El informe “El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo”, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), determinó que para el período 2010-2012 cerca de 870 millones de personas padecían subnutrición crónica; esto representa una octava parte de la población mundial.

El hambre y la desnutrición, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), son el mayor riesgo para la salud: matan más personas cada año que el sida, la malaria y la tuberculosis juntos.
Para poder dar de comer a miles de millones de personas se necesita aumentar el rendimiento de los cultivos hasta en un 100%, ahorrar costos en la producción y garantizar la protección del suelo. Para contribuir a esto, investigadores de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá junto con la Universidad de Lausanne (Suiza) desarrollaron una tecnología que puede incrementar la producción agrícola en regiones del trópico.
Alia Rodríguez Villate, directora del grupo interdisciplinario de Biotecnología de las Micorrizas Arbusculares, explica que el fósforo es un elemento químico fundamental para que una planta crezca, florezca y dé frutos. El problema es que este nutriente es escaso en los suelos, principalmente en los del trópico, por lo que toca utilizar agroquímicos que en exceso son nocivos para el ambiente. 
Para enfrentar la situación, la profesora Rodríguez y el profesor Ian Sanders de la Universidad europea –financiados por la Fundación Nacional Suiza para la Ciencia– demostraron que los hongos formadores de micorrizas arbusculares (HFMA) mejoran el rendimiento de los cultivos de yuca y se reduce en un 50% la aplicación de fertilizantes fosfatados, usados regularmente por los agricultores de Yopal (Casanare) y Santana (Boyacá).
Las micorrizas son uniones entre una planta y un hongo que permiten una acción benéfica de doble vía (una asociación simbiótica). Esto ayuda a que haya un intercambio de nutrientes y metabolitos (compuestos orgánicos presentes en los organismos), que deriva en un mejor crecimiento del vegetal.
Se estima que las reservas de fósforo en el mundo se agotarán en unos cuarenta años; la mayoría están en manos de China y
EE. UU. En la actualidad, la agricultura colombiana depende de esa limitada producción, lo que hace costosas las fertilizaciones. 

 
Organismo benéfico 
Los hongos formadores de micorrizas arbusculares forman una extensa red gracias a unos filamentos muy delgados que colonizan la planta y luego se irradian hacia el suelo. Tienen la capacidad de absorber nutrientes de manera más eficiente que las raíces. Por eso, cuando trabajan en simbiosis, el vegetal multiplica en miles de veces su eficiencia en la captura de fósforo del suelo.
En el mundo, el 40% de los suelos son ácidos, con pocos nutrientes, el fósforo aplicado se fija fácil y tienen alta concentración de aluminio. Además, están ubicados en el trópico y son los que más se utilizan para producir alimentos. De ahí la importancia de desarrollar técnicas sostenibles ambientalmente. Los municipios de Yopal y Santana fueron elegidos para el estudio porque sus superficies tienen estas mismas características.
La investigación de la UN se realizó en campo. Se siguió el crecimiento del cultivo de yuca durante doce meses y se observó su comportamiento frente a diferentes factores climáticos como inundaciones y sequías, entre otros.
Se ensayó en dos siembras comerciales de una hectárea (ha) cada una, en donde se midió el rendimiento de la producción de yuca al final del ciclo de la cosecha. Para este seguimiento se contó con la colaboración de agricultores de los dos municipios.
En Yopal, el experimento se realizó en el campus de la Universidad de la Salle; allí se estableció el ensayo con estudiantes campesinos, relata la investigadora. En Santana experimentaron en la finca de un estudiante de la UN. En estos lugares se utilizó, por primera vez en Colombia, un inoculante  comercial, en presentación líquida, producido por una empresa española.
Establecimos los ensayos tal y como lo hacen los campesinos y utilizamos sus técnicas agrícolas; solo les pedimos que nos dejaran ensayar tres dosis de fósforo para el estudio: 100%, 50% y 0%. A los tres tratamientos les pusimos el hongo; al final de los doce meses de cultivo obtuvimos los resultados en la cosecha”.
El tratamiento que produjo mayor eficiencia fue el segundo. “El hongo reemplazó en un 50% al fertilizante y se obtuvo, en promedio, un 20% más de producción de yuca”. Los productores del inoculante concentraron el hongo de manera que se puede usar un mililitro por planta; un frasco de 200 mililitros fue suficiente para una hectárea.
Esa misma efectividad podría ser fundamental para otras siembras, pues la mayoría de las plantas en los ecosistemas templados y tropicales forman simbiosis con los hongos HFMA. Es el caso de plantaciones de importancia mundial como el arroz, la papa, los frutales y los cereales.
Los expertos de la UN indican que hace falta desarrollar este tipo de investigación aplicada en sistemas agrícolas reales para medir el efecto en la producción de alimentos.
La siguiente etapa, según la profesora Rodríguez, es producir nuevas variedades de HFMA, para lo cual se utilizará la tecnología de mejoramiento genético. Esto permitirá obtener cepas más efectivas que la utilizada en esta raíz comestible. Al mismo tiempo, se proyecta extender esta tecnología promisoria, desarrollada en la UN, a diferentes países de la zona tropical de África, en donde la yuca es producida por pequeños agricultores y alimenta a millones de personas.
Fuente: UN Periódico. Edición No. 170. Universidad Nacional de Colombia.

viernes, 30 de agosto de 2013

INVESTIGADORES EXPLORAN EL POTENCIAL DEL VENENO DE LAS HORMIGAS ROJAS DE FUEGO COMO UN FUGICIDA NATURAL.

Por: Jan Suszkiw.
2 de agosto de 2013.

Las hormigas rojas de fuego toman su nombre del dolor, semejante a una quemadura, de su picadura. Ahora parece que el mismo veneno que causa este dolor poderoso en realidad podría ser útil.
Estudios por científicos del Servicio de Investigación Agrícola (SIA) han demostrado que ciertos compuestos alcaloides en el veneno—llamados 'piperideines' y 'piperdines'—pueden impedir el crecimiento del patógeno Pythium ultimum que ataca cultivos.
El veneno de la hormiga roja. Enlace a la información en inglés sobre la foto
Compuestos en el veneno de la hormiga roja de fuego pueden ser útiles para el manejo de Pythium ultimum, el cual causa enfermedades en plantas.
Utilizar los fungicidas químicos, retrasar las plantaciones y alternar los cultivos son entre los métodos ahora usados para controlar P. ultimum, el cual causa enfermedades que descompone las semillas o las plántulas de los cultivos de hortalizas, cultivos cucurbitáceos, y cultivos hortícolas. A pesar de estos métodos, las enfermedades de pudrición todavía son un problema costoso, y los agricultores necesitan nuevos métodos de control, según Jian Chen, quien es entomólogo.
Chen está investigando la aplicación potencial del veneno de la hormiga roja de fuego para manejar los patógenas que viven en el suelo, tales como P. ultimum.
En sus estudios, los investigadores usaron técnicas sofisticadas de extracción para obtener cantidades purificadas de piperideine y piperidine de las glándulas de veneno de las hormigas rojas de fuego y las hormigas negras de fuego, las cuales se consideran como plagas invasoras y especies dominantes en muchas partes del mundo.
En pruebas con cajas de Petri, los investigadores expusieron la forma de P. ultimum llamada el micelio—filamentos unicelulares—a varias concentraciones de los alcaloides y observaron el efecto en el tamaño de la colonia del patógeno. También expusieron al veneno las estructuras del patógeno que forman esporas.
Los resultados, los cuales fueron publicados en la revista ''Pest Management Science," (Ciencia del Manejo de Plagas) en diciembre del 2010, incluyeron reducciones significativas en el crecimiento y la germinación del micelio del patojeno. Ambos alcaloides funcionaron bien y retuvieron su actividad contra P. ultimum por hasta 12 semanas cuando fueron almacenados en la temperatura ambiente. Además, más del 90 per ciento de las estructuras que forman esporas no las generaron cuando fueron expuestas a los alcaloides en concentraciones de 51,2 microgramos por microlitro.
Versiones sintéticas de los alcaloides, llamadas análogos, también han impedido el crecimiento de varios patógenos fúngicos que causan enfermedades en los seres humanos.
Fuente: Servicio de Investigación Agrícola (SIA-USDA)

jueves, 29 de agosto de 2013

SE EXPLORA EL POTENCIAL DEL USO DE HONGOS BENEFICOS PARA COMBATIR LOS ESCARABAJOS.

Por: Jan Suszkiw.
26 de agosto de 2013.
Científicos del Servicio de Investigación Agrícola (SIA) están probando una espuma experimental que contiene hongos para matar a los insectos en la lucha contra el escarabajo ambrosia del laurel, el cual es un insecto barrenador que amenaza el cultivo de aguacates.
Científicos con el SIA, originariamente desarrollaron la espuma como un método de inyectar las esporas de hongos beneficiosos en las galerías de las termitas subterráneas de Formosa dentro de árboles infestados de las termitas. Ahora, están probando la eficacia de la espuma contra el escarabajo ambrosia del laurel en pruebas a escala de huerto con los árboles que producen aguacates.
Inyectando un árbol con una espuma que contiene hongos para matar a los insectos dentro del árbol  Enlace a la información en inglés sobre la foto
Científicos del SIA están probando una espuma experimental, la cual contiene hongos para matar a los insectos, como una arma contra el escarabajo ambrosia del laurel rojo. Este insecto amenaza el cultivo de aguacate.
Los cultivadores de aguacate están combatiendo Xyleborus glabratus Eichhoff, el escarabajo ambrosia del laurel. El insecto objetivo es otra especie barrenadora, Euwallacea sp.
Los dos escarabajos cavan tuneles en la madera de los árboles de aguacate, de esto modo inoculándolos con hongos patogénicos. El escarabajo ambrosia del laurel propaga Raffaelea lauricola, el cual causa una enfermedad letal llamada la marchitez del laurel en los árboles de aguacate. La otra especie barrenadora es relacionada con las especies de Fusarium que causan la muerte descendente de plantas.
Rociar los árboles de aguacate con insecticidas para matar a los escarabajos antes de la infestación de los árboles quizás no es un método eficaz de manejar esta enfermedad, según Alejandro Rooney.
Female redbay ambrosia beetle, Xyleborus glabratus (about 2 mm long): Click here for photo caption.
Hembra de Escarabajo Ambrosia, Xyleborus glabratus (unos 2 mm de largo).
(D2634-12)
Como otra opción, el grupo dirigido por Rooney evaluará la eficacia de tratar los árboles de aguacate (y algunos árboles ornamentales tales como el arce negundo, el cual puede servir como un huésped para los escarabajos) con espuma que contiene esporas de varios hongos incluyendo Metarhizium, Isaria, Beauveria y otros que matan a los insectos. Los científicos también usarán formulaciones a base del aceite vegetal para transportar los hongos.
En estudios de laboratorio, el grupo desarrolló pruebas para genéticamente confirmar la capacidad de los hongos beneficiosos de infectar y matar a los escarabajos, además de síntomas visuales en forma de crecimientos mohosos en los cadáveres de los escarabajos. En esas pruebas, más del 95 por ciento de los escarabajos expuestos a los hongos se murieron. Resultados preliminares de pruebas de campo también son prometedores.
Fuente: Servicio de Investigación Agrícola (SIA-USDA)