7 de Septiembre de 2013
Por: Leidy Castaño,
Unimedios
Una nueva estrategia agrícola aumenta la producción de yuca al utilizar hongos micorrícicos para capturar el fósforo del suelo de manera más eficiente. El procedimiento, desarrollado por el Grupo Interdisciplinario de Biotecnología de las Micorrizas Arbusculares de la UN, será replicado en países de África subsahariana, lo que contribuirá a la erradicación del hambre.
El informe “El estado
de la inseguridad alimentaria en el mundo”, de la Organización de
las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO),
determinó que para el período 2010-2012 cerca de 870 millones de
personas padecían subnutrición crónica; esto representa una octava
parte de la población mundial.
El hambre y la
desnutrición, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), son el
mayor riesgo para la salud: matan más personas cada año que el
sida, la malaria y la tuberculosis juntos.
Para poder dar de comer
a miles de millones de personas se necesita aumentar el rendimiento
de los cultivos hasta en un 100%, ahorrar costos en la producción y
garantizar la protección del suelo. Para contribuir a esto,
investigadores de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá
junto con la Universidad de Lausanne (Suiza) desarrollaron una
tecnología que puede incrementar la producción agrícola en
regiones del trópico.
Alia Rodríguez Villate,
directora del grupo interdisciplinario de Biotecnología de las
Micorrizas Arbusculares, explica que el fósforo es un elemento
químico fundamental para que una planta crezca, florezca y dé
frutos. El problema es que este nutriente es escaso en los suelos,
principalmente en los del trópico, por lo que toca utilizar
agroquímicos que en exceso son nocivos para el ambiente.
Para enfrentar la
situación, la profesora Rodríguez y el profesor Ian Sanders de la
Universidad europea –financiados por la Fundación Nacional Suiza
para la Ciencia– demostraron que los hongos formadores de
micorrizas arbusculares (HFMA) mejoran el rendimiento de los cultivos
de yuca y se reduce en un 50% la aplicación de fertilizantes
fosfatados, usados regularmente por los agricultores de Yopal
(Casanare) y Santana (Boyacá).
Las micorrizas son
uniones entre una planta y un hongo que permiten una acción benéfica
de doble vía (una asociación simbiótica). Esto ayuda a que haya un
intercambio de nutrientes y metabolitos (compuestos orgánicos
presentes en los organismos), que deriva en un mejor crecimiento del
vegetal.
Se estima que las
reservas de fósforo en el mundo se agotarán en unos cuarenta años;
la mayoría están en manos de China y
EE. UU. En la actualidad, la agricultura colombiana depende de esa limitada producción, lo que hace costosas las fertilizaciones.
EE. UU. En la actualidad, la agricultura colombiana depende de esa limitada producción, lo que hace costosas las fertilizaciones.
Organismo benéfico
Los hongos formadores de
micorrizas arbusculares forman una extensa red gracias a unos
filamentos muy delgados que colonizan la planta y luego se irradian
hacia el suelo. Tienen la capacidad de absorber nutrientes de manera
más eficiente que las raíces. Por eso, cuando trabajan en
simbiosis, el vegetal multiplica en miles de veces su eficiencia en
la captura de fósforo del suelo.
En el mundo, el 40% de
los suelos son ácidos, con pocos nutrientes, el fósforo aplicado se
fija fácil y tienen alta concentración de aluminio. Además, están
ubicados en el trópico y son los que más se utilizan para producir
alimentos. De ahí la importancia de desarrollar técnicas
sostenibles ambientalmente. Los municipios de Yopal y Santana fueron
elegidos para el estudio porque sus superficies tienen estas mismas
características.
La investigación de la
UN se realizó en campo. Se siguió el crecimiento del cultivo de
yuca durante doce meses y se observó su comportamiento frente a
diferentes factores climáticos como inundaciones y sequías, entre
otros.
Se ensayó en dos
siembras comerciales de una hectárea (ha) cada una, en donde se
midió el rendimiento de la producción de yuca al final del ciclo de
la cosecha. Para este seguimiento se contó con la colaboración de
agricultores de los dos municipios.
En Yopal, el experimento
se realizó en el campus de la Universidad de la Salle; allí se
estableció el ensayo con estudiantes campesinos, relata la
investigadora. En Santana experimentaron en la finca de un estudiante
de la UN. En estos lugares se utilizó, por primera vez en Colombia,
un inoculante comercial, en presentación líquida, producido
por una empresa española.
“Establecimos los
ensayos tal y como lo hacen los campesinos y utilizamos sus técnicas
agrícolas; solo les pedimos que nos dejaran ensayar tres dosis de
fósforo para el estudio: 100%, 50% y 0%. A los tres tratamientos les
pusimos el hongo; al final de los doce meses de cultivo obtuvimos los
resultados en la cosecha”.
El tratamiento que
produjo mayor eficiencia fue el segundo. “El hongo reemplazó en un
50% al fertilizante y se obtuvo, en promedio, un 20% más de
producción de yuca”. Los productores del inoculante concentraron
el hongo de manera que se puede usar un mililitro por planta; un
frasco de 200 mililitros fue suficiente para una hectárea.
Esa misma efectividad
podría ser fundamental para otras siembras, pues la mayoría de las
plantas en los ecosistemas templados y tropicales forman simbiosis
con los hongos HFMA. Es el caso de plantaciones de importancia
mundial como el arroz, la papa, los frutales y los cereales.
Los expertos de la UN
indican que hace falta desarrollar este tipo de investigación
aplicada en sistemas agrícolas reales para medir el efecto en la
producción de alimentos.
La siguiente etapa,
según la profesora Rodríguez, es producir nuevas variedades de
HFMA, para lo cual se utilizará la tecnología de mejoramiento
genético. Esto permitirá obtener cepas más efectivas que la
utilizada en esta raíz comestible. Al mismo tiempo, se proyecta
extender esta tecnología promisoria, desarrollada en la UN, a
diferentes países de la zona tropical de África, en donde la yuca
es producida por pequeños agricultores y alimenta a millones de
personas.
Fuente: UN Periódico.
Edición No. 170. Universidad Nacional de Colombia.
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