2 de agosto de 2013.
Las
hormigas rojas de fuego toman su nombre del dolor, semejante a una
quemadura, de su picadura. Ahora parece que el mismo veneno que causa
este dolor poderoso en realidad podría ser útil.
Estudios
por científicos del Servicio de Investigación Agrícola (SIA) han
demostrado que ciertos compuestos alcaloides en el veneno—llamados
'piperideines' y 'piperdines'—pueden impedir el crecimiento del
patógeno Pythium
ultimum
que ataca cultivos.
Compuestos en el veneno de la hormiga roja de fuego pueden ser útiles para el manejo de Pythium ultimum, el cual causa enfermedades en plantas. |
Utilizar
los fungicidas químicos, retrasar las plantaciones y alternar los
cultivos son entre los métodos ahora usados para controlar P.
ultimum,
el cual causa enfermedades que descompone las semillas o las
plántulas de los cultivos de hortalizas, cultivos cucurbitáceos, y
cultivos hortícolas. A pesar de estos métodos, las enfermedades de
pudrición todavía son un problema costoso, y los agricultores
necesitan nuevos métodos de control, según Jian Chen, quien es
entomólogo.
Chen
está investigando la aplicación potencial del veneno de la hormiga
roja de fuego para manejar los patógenas que viven en el suelo,
tales como P.
ultimum.
En
sus estudios, los investigadores usaron técnicas sofisticadas de
extracción para obtener cantidades purificadas de piperideine y
piperidine de las glándulas de veneno de las hormigas rojas de fuego
y las hormigas negras de fuego, las cuales se consideran como plagas
invasoras y especies dominantes en muchas partes del mundo.
En
pruebas con cajas de Petri, los investigadores expusieron la forma de
P.
ultimum
llamada el micelio—filamentos unicelulares—a varias
concentraciones de los alcaloides y observaron el efecto en el tamaño
de la colonia del patógeno. También expusieron al veneno las
estructuras del patógeno que forman esporas.
Los
resultados, los cuales fueron publicados en la revista ''Pest
Management Science," (Ciencia del Manejo de Plagas) en
diciembre del 2010, incluyeron reducciones significativas en el
crecimiento y la germinación del micelio del patojeno. Ambos
alcaloides funcionaron bien y retuvieron su actividad contra P.
ultimum
por hasta 12 semanas cuando fueron almacenados en la temperatura
ambiente. Además, más del 90 per ciento de las estructuras que
forman esporas no las generaron cuando fueron expuestas a los
alcaloides en concentraciones de 51,2 microgramos por microlitro.
Versiones
sintéticas de los alcaloides, llamadas análogos, también han
impedido el crecimiento de varios patógenos fúngicos que causan
enfermedades en los seres humanos.
Fuente: Servicio de Investigación Agrícola (SIA-USDA)
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