12-09-2010.
Por: Jeinst Campo Rivera.
Unimedios
A pesar de los esfuerzos para que la fruta llegue al consumidor final en óptimas condiciones, más del 15% del cultivo se pierde en el proceso de poscosecha por inconvenientes en la manipulación. Diseñadores crearon una herramienta que permite proteger el frágil fruto y aumentar su producción en Colombia.
Pitahaya. |
Cerca de diez años consecutivos le han dado a William Santiago Soachi la experiencia suficiente para hablar con propiedad de la espinada fruta que a diario siembra, corta, pule y recoge. Este hombre de 35 años de edad se levanta todos los días a tempranas horas de la mañana para producir una de las frutas exóticas más ricas en sabor y en propiedades alimenticias: la pitahaya amarilla.
Una tarea espinosa.
Luego de 120 días de esperar la maduración de la fruta, los productores deben distribuirse las tareas de poscosecha. El primer paso es el corte, que remueve la pitahaya de su planta natural para después quitarle las afiladas espinas, de aproximadamente 1 cm de largo, con un cepillo de lustrar zapatos.
Cada productor debe almacenar las frutas dentro de las cocas cafeteras que atan a su cuerpo con amarres improvisados, para después cargar las canastillas de 25 kg hasta el centro de acopio de la finca.
El fruto, con forma de granada de guerra, mide de 8 a 15 cm de largo y de 6 a 10 cm de diámetro. Su cáscara es tan frágil como el pétalo de una flor. Por eso, en ese proceso de manipulación y transporte, anualmente son desechados miles de frutos que al llegar al centro de acopio golpeados y con mal aspecto dejan de ser atractivos para el consumidor.
A pesar de los esfuerzos de los productores por que la fruta esté en condiciones óptimas de consumo, según Leonardo Fabio Pérez, técnico de Asoppitaya, “en el proceso de poscosecha se desperdicia el 15% del total de la producción. A ello se suma su susceptibilidad a enfermedades fungosas (ataques de hongos) que dañan sus tallos y frutos”.
La pitahaya amarilla, que posee inmensos beneficios medicinales (bajo valor calórico, fósforo, calcio, vitamina C) y efectos laxantes naturales, se desecha en grandes cantidades durante la selección, lo que representa una carga económica para el productor, los comerciantes y los consumidores finales, quienes deben pagar la fruta que se comen y la que se pierde en el cultivo. Ello debido a que los costos se elevan a lo largo de la cadena productiva.
Herramientas prácticas.
Un grupo de diseñadores industriales de la Universidad Nacional de Colombia en Palmira creó un novedoso sistema –con tres instrumentos– que contribuye, en gran parte, a que durante el proceso de poscosecha del fruto las pérdidas disminuyan a través de un mecanismo simple, atractivo para los productores y de fácil adquisición.
Se trata de un mango ergonómico de desespinar, una funda para recolectar y un portacanastilla de transporte, herramientas que, según el profesor Boris Villamil, director del proyecto, “permiten una mejor recolección del fruto, facilitando la adopción y adaptación de las tecnologías a las condiciones de cultivo de cada productor”.
Novedoso sistema.
Don William Santiago Soachí dejó de remover las espinas de la pitahaya con el cepillo de lustrar zapatos, para intentar con el mango ergonómico diseñado por el grupo de investigación. Este tiene un fino cepillo incrustado en su punta para pulir de manera eficiente la fruta. “Una de las principales problemáticas es el desespinado, debido a que es muy lento y depende del tiempo de maduración; tanto más largo sea este proceso, mayor será la fragilidad de la fruta. El mango nos da más espacio de manipulación evitando que la fruta se maltrate”, sostiene William.
Pensando en la recolección, los profesionales de la UN elaboraron una funda protectora para acopiar los frutos. Se trata de una práctica adaptación del coco plástico que utilizan los cosecheros de café, que tiene como complemento un cómodo cinturón que ata el sistema al cuerpo del productor sin que le genere molestias.
Para Asoppitaya esta herramienta es muy importante, “la bolsa de tela que lleva el cosechero ayuda a conservar la fruta que es supremamente delicada”, afirma Leonardo Pérez.
También se tuvo en cuenta la comodidad del obrero que transporta la pitahaya. Por eso se diseñó una estructura en tubo metálico con canastillas plásticas para los frutos. Esta se ajusta a la espalda del trabajador por medio de reatas –tal como se haría con un morral–, lo que le permite moverse del surco al centro de recolección con las manos libres, obteniendo un mejor control de su propio cuerpo y de su carga en los terrenos difíciles en los que se halla el cultivo.
Boris Villamil está convencido de que con estas herramientas los golpes, las infecciones y las ‘espinosas’ perforaciones que sufrían los frutos al rozarse unos con otros disminuirán sustancialmente, pues se logrará una mejor limpieza en el cultivo y un transporte adecuado.
En esto coincide William Santiago: “El mango para desespinar, el recolector y el portacanastilla son excelentes porque tienen en cuenta las necesidades de las fincas. Además, son elementos que nosotros mismos podemos fabricar”.
Con seguridad, este práctico y sencillo sistema de herramientas para la recolección y transporte de pitahaya amarilla no solamente será útil para don William –quien ha dedicado gran parte de su vida a cultivarla–, sino para los cerca de 400 productores de este delicado fruto que deleita paladares y cura malestares.
Fuente: UN Periodico. No. 137.
Una tarea espinosa.
Luego de 120 días de esperar la maduración de la fruta, los productores deben distribuirse las tareas de poscosecha. El primer paso es el corte, que remueve la pitahaya de su planta natural para después quitarle las afiladas espinas, de aproximadamente 1 cm de largo, con un cepillo de lustrar zapatos.
Cada productor debe almacenar las frutas dentro de las cocas cafeteras que atan a su cuerpo con amarres improvisados, para después cargar las canastillas de 25 kg hasta el centro de acopio de la finca.
El fruto, con forma de granada de guerra, mide de 8 a 15 cm de largo y de 6 a 10 cm de diámetro. Su cáscara es tan frágil como el pétalo de una flor. Por eso, en ese proceso de manipulación y transporte, anualmente son desechados miles de frutos que al llegar al centro de acopio golpeados y con mal aspecto dejan de ser atractivos para el consumidor.
A pesar de los esfuerzos de los productores por que la fruta esté en condiciones óptimas de consumo, según Leonardo Fabio Pérez, técnico de Asoppitaya, “en el proceso de poscosecha se desperdicia el 15% del total de la producción. A ello se suma su susceptibilidad a enfermedades fungosas (ataques de hongos) que dañan sus tallos y frutos”.
La pitahaya amarilla, que posee inmensos beneficios medicinales (bajo valor calórico, fósforo, calcio, vitamina C) y efectos laxantes naturales, se desecha en grandes cantidades durante la selección, lo que representa una carga económica para el productor, los comerciantes y los consumidores finales, quienes deben pagar la fruta que se comen y la que se pierde en el cultivo. Ello debido a que los costos se elevan a lo largo de la cadena productiva.
Herramientas prácticas.
Un grupo de diseñadores industriales de la Universidad Nacional de Colombia en Palmira creó un novedoso sistema –con tres instrumentos– que contribuye, en gran parte, a que durante el proceso de poscosecha del fruto las pérdidas disminuyan a través de un mecanismo simple, atractivo para los productores y de fácil adquisición.
Se trata de un mango ergonómico de desespinar, una funda para recolectar y un portacanastilla de transporte, herramientas que, según el profesor Boris Villamil, director del proyecto, “permiten una mejor recolección del fruto, facilitando la adopción y adaptación de las tecnologías a las condiciones de cultivo de cada productor”.
Novedoso sistema.
Don William Santiago Soachí dejó de remover las espinas de la pitahaya con el cepillo de lustrar zapatos, para intentar con el mango ergonómico diseñado por el grupo de investigación. Este tiene un fino cepillo incrustado en su punta para pulir de manera eficiente la fruta. “Una de las principales problemáticas es el desespinado, debido a que es muy lento y depende del tiempo de maduración; tanto más largo sea este proceso, mayor será la fragilidad de la fruta. El mango nos da más espacio de manipulación evitando que la fruta se maltrate”, sostiene William.
Pensando en la recolección, los profesionales de la UN elaboraron una funda protectora para acopiar los frutos. Se trata de una práctica adaptación del coco plástico que utilizan los cosecheros de café, que tiene como complemento un cómodo cinturón que ata el sistema al cuerpo del productor sin que le genere molestias.
Para Asoppitaya esta herramienta es muy importante, “la bolsa de tela que lleva el cosechero ayuda a conservar la fruta que es supremamente delicada”, afirma Leonardo Pérez.
También se tuvo en cuenta la comodidad del obrero que transporta la pitahaya. Por eso se diseñó una estructura en tubo metálico con canastillas plásticas para los frutos. Esta se ajusta a la espalda del trabajador por medio de reatas –tal como se haría con un morral–, lo que le permite moverse del surco al centro de recolección con las manos libres, obteniendo un mejor control de su propio cuerpo y de su carga en los terrenos difíciles en los que se halla el cultivo.
Boris Villamil está convencido de que con estas herramientas los golpes, las infecciones y las ‘espinosas’ perforaciones que sufrían los frutos al rozarse unos con otros disminuirán sustancialmente, pues se logrará una mejor limpieza en el cultivo y un transporte adecuado.
En esto coincide William Santiago: “El mango para desespinar, el recolector y el portacanastilla son excelentes porque tienen en cuenta las necesidades de las fincas. Además, son elementos que nosotros mismos podemos fabricar”.
Con seguridad, este práctico y sencillo sistema de herramientas para la recolección y transporte de pitahaya amarilla no solamente será útil para don William –quien ha dedicado gran parte de su vida a cultivarla–, sino para los cerca de 400 productores de este delicado fruto que deleita paladares y cura malestares.
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