Rendimientos más altos de maíz producido con la labranza convencional (gráfico de arriba) podrían convencer a los cultivadores a evitar la cero labranza, la cual en realidad es más provechosa (gráfico de abajo).
Por Laura McGinnis.
9 de julio 2007.
En agricultura, menos es algunas veces más. Esta es la conclusión de los científicos del Servicio de Investigación Agrícola (ARS) que descubrieron que una labranza reducida puede aumentar los niveles de carbono en el suelo, y los rendimientos más bajos de maíz pueden conducir a ganancias más altas—bajo el manejo correcto.
El cultivo del maíz deja muchos residuos, así que los cultivadores labran los campos intensivamente cuando se están preparando para el próximo cultivo. Para aprender cómo la labranza afecta las emisiones de gases del efecto invernadero, el científico del suelo Ardell Halvorson con la Unidad de Investigación de Suelo, Plantas y Nutrientes, mantenida por ARS en Fort Collins, Colorado, y Arvin Mosier, anteriormente con ARS, midieron los vestigios de gases emitidos del suelo en tres sistemas de cultivación: maíz producido con la labranza convencional y con la cero labranza continua, y una rotación de maíz y soya con la cero labranza.
Con varios colegas en ARS, Halvorson y Mosier descubrieron que cuando fertilizados adecuadamente, los suelos con la cero labranza acumularon más carbono que los suelos labrados convencionalmente, significativamente reduciendo las emisiones de gases del efecto invernadero.
Halvorson y sus colegas también midieron los efectos de la fertilización con nitrógeno y la labranza—convencional y de cero labranza—en rendimientos de maíz regado y cultivado continuamente. La utilización de la cero labranza tuvo beneficios múltiples, tales como reducciones en la erosión del suelo y el consumo de combustible fósil, la acumulación de carbono en el suelo, y la reducción de emisiones de los gases del efecto invernadero.
Sin embargo, la cero labranza también redujo rendimientos por aproximadamente 23 bushels por acre a pesar de la utilización de una tasa óptima de fertilizante de nitrógeno.
Basada en los resultados iniciales, la labranza convencional parece ser la mejor estrategia económica, pero análisis adicional reveló un giro sorprendente. David Archer, economista, descubrió que en realidad la cero labranza es más rentable que la labranza convencional. Archer actualmente está ubicado en el Laboratorio de Investigación de la Zona de las Praderas Norteñas.
Con el uso de un modelo estadístico, Archer determinó que la utilización de la cero labranza aumentó los beneficios netos permitiendo reducciones significantes en las actividades de labranza, el uso de la maquinaria, los costos de mano de obra y el consumo de combustible fósil. Los ahorros netos fueron 83 dólares por acre—suficientes para compensar para rendimientos más bajos y todavía proveer ganancias.
Los beneficios económicos para los granjeros que usan estas prácticas de conservación pueden ser aún más cuando ellos participan en los programas de conservación del Departamento de Agricultura de E.U. (USDA por sus siglas en inglés).
En agricultura, menos es algunas veces más. Esta es la conclusión de los científicos del Servicio de Investigación Agrícola (ARS) que descubrieron que una labranza reducida puede aumentar los niveles de carbono en el suelo, y los rendimientos más bajos de maíz pueden conducir a ganancias más altas—bajo el manejo correcto.
El cultivo del maíz deja muchos residuos, así que los cultivadores labran los campos intensivamente cuando se están preparando para el próximo cultivo. Para aprender cómo la labranza afecta las emisiones de gases del efecto invernadero, el científico del suelo Ardell Halvorson con la Unidad de Investigación de Suelo, Plantas y Nutrientes, mantenida por ARS en Fort Collins, Colorado, y Arvin Mosier, anteriormente con ARS, midieron los vestigios de gases emitidos del suelo en tres sistemas de cultivación: maíz producido con la labranza convencional y con la cero labranza continua, y una rotación de maíz y soya con la cero labranza.
Con varios colegas en ARS, Halvorson y Mosier descubrieron que cuando fertilizados adecuadamente, los suelos con la cero labranza acumularon más carbono que los suelos labrados convencionalmente, significativamente reduciendo las emisiones de gases del efecto invernadero.
Halvorson y sus colegas también midieron los efectos de la fertilización con nitrógeno y la labranza—convencional y de cero labranza—en rendimientos de maíz regado y cultivado continuamente. La utilización de la cero labranza tuvo beneficios múltiples, tales como reducciones en la erosión del suelo y el consumo de combustible fósil, la acumulación de carbono en el suelo, y la reducción de emisiones de los gases del efecto invernadero.
Sin embargo, la cero labranza también redujo rendimientos por aproximadamente 23 bushels por acre a pesar de la utilización de una tasa óptima de fertilizante de nitrógeno.
Basada en los resultados iniciales, la labranza convencional parece ser la mejor estrategia económica, pero análisis adicional reveló un giro sorprendente. David Archer, economista, descubrió que en realidad la cero labranza es más rentable que la labranza convencional. Archer actualmente está ubicado en el Laboratorio de Investigación de la Zona de las Praderas Norteñas.
Con el uso de un modelo estadístico, Archer determinó que la utilización de la cero labranza aumentó los beneficios netos permitiendo reducciones significantes en las actividades de labranza, el uso de la maquinaria, los costos de mano de obra y el consumo de combustible fósil. Los ahorros netos fueron 83 dólares por acre—suficientes para compensar para rendimientos más bajos y todavía proveer ganancias.
Los beneficios económicos para los granjeros que usan estas prácticas de conservación pueden ser aún más cuando ellos participan en los programas de conservación del Departamento de Agricultura de E.U. (USDA por sus siglas en inglés).
Fuente: ars.usda.gov
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