Desde el escape de los motores hasta los pañales usados y el agua sucia que queda de una ducha, la actividad humana produce cada vez más desechos. Por eso, “biodegradar” es una forma de cuidar el planeta, y ya se inventó el “bioplástico’.
Según creían los griegos, cuando Cronos, dios del Tiempo, y Gea, su colega de la Tierra, decidieron poner orden en el desorden universal, repartieron el cielo, la tierra, el fuego y el reino animal entre los poderosos del Olimpo. Una manera de plasmar el deseo de que el equilibro del mundo natural sea resguardado por los dioses; esa visión religiosa bien podría ser un antecedente de la ecología actual, en un momento de la historia en que, al menos, parte de la humanidad intenta hacerse cargo de la relación conflictiva que siempre ha tenido con el medio que la rodea. Ya convertida en una reivindicación social y política -no por nada el ex vicepresidente norteamericano Al Gore se ha vuelto un apóstol del tema-, hace tiempo que la ecología empezó a buscar qué hacer con nuestros desechos.
Es que buena parte de lo que hacemos todos los días -desayunar, bañarse, vestirse, viajar en un medio de transporte, trabajar- genera cargas para el ambiente: el despertador a pilas (altamente tóxicas y contaminantes), el café (cuyo cultivo fue precedido por la tala de árboles y supone un aprovechamiento indebido de las tierras y del regimen de inundaciones), la higiene. (el champú es un detergente), la ropa (por los componentes derivados del petróleo de la industria textil), el transporte (esmog, más y más contaminación). Tradicional o “light”, la vida se teje alrededor del consumo, planteado como un motor que nunca cesa: Pero se trata de una máquina imperfecta, incapaz de aprovechar su combustible al ciento por ciento; siempre queda un sobrante, un resto: la basura. ¿Quemarla, enterrarla, arrojarla al mar? No hay magia posible: en algún lugar hay que ponerla.
Es que buena parte de lo que hacemos todos los días -desayunar, bañarse, vestirse, viajar en un medio de transporte, trabajar- genera cargas para el ambiente: el despertador a pilas (altamente tóxicas y contaminantes), el café (cuyo cultivo fue precedido por la tala de árboles y supone un aprovechamiento indebido de las tierras y del regimen de inundaciones), la higiene. (el champú es un detergente), la ropa (por los componentes derivados del petróleo de la industria textil), el transporte (esmog, más y más contaminación). Tradicional o “light”, la vida se teje alrededor del consumo, planteado como un motor que nunca cesa: Pero se trata de una máquina imperfecta, incapaz de aprovechar su combustible al ciento por ciento; siempre queda un sobrante, un resto: la basura. ¿Quemarla, enterrarla, arrojarla al mar? No hay magia posible: en algún lugar hay que ponerla.
Descomposiciòn de un tenedor de plástico biodegradable hecho de maíz.
El avance en los estudios científicos sobre la basura de las ciudades -ahora con el científico nombre de “residuos sólidos urbanos” (RSU)- volvió comunes palabras como “reciclar” o “biodegradar”. Desde el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), el ingeniero Alejandro Ariosti, especialista en plásticos, distingue los tantos: “En términos cotidianos, reciclaje se refiere a reutilizar materiales -como papel, cartón, plástico, vidrio o aluminio- para la fabricación de nuevos objetos. Es una técnica completamente distinta de la biodegradación, ya que se espera que lo reciclable no esté degradado ni sea biodegradable. En cambio, la biodegradabilidad es una propiedad de ciertas sustancias de ser atacadas -metabolizadas- por los microorganismos del medio ambiente, que las reducen a sustancias más simples”.
La naturaleza será sabia, pero no hace milagros: “Las sustancias que no se biodegradan son aquellas que los microorganismos no pueden atacar -explica Ariosti-, como el vidrio, el aluminio, o la mayor parte de los plásticos. Las que son biodegradables, como el papel, ciertos textiles, los restos de comida y algunos nuevos plásticos, son atacadas por los microorganismosa una velocidad que depende de varios factores: qué tipo de microorganismos, si el matelial a atacar está en la superficie o debajo de la tierra, en el agua, si hay presencia o ausencia de oxígeno y la humedad ambiente”. El especialista da un ejemplo: “Una hoja de diario, si está en la superficie del terreno, se biodegradará fácilmente, pero si está enterrada en un relleno sanitario tardará varias décadas en hacerlo”.
La naturaleza será sabia, pero no hace milagros: “Las sustancias que no se biodegradan son aquellas que los microorganismos no pueden atacar -explica Ariosti-, como el vidrio, el aluminio, o la mayor parte de los plásticos. Las que son biodegradables, como el papel, ciertos textiles, los restos de comida y algunos nuevos plásticos, son atacadas por los microorganismosa una velocidad que depende de varios factores: qué tipo de microorganismos, si el matelial a atacar está en la superficie o debajo de la tierra, en el agua, si hay presencia o ausencia de oxígeno y la humedad ambiente”. El especialista da un ejemplo: “Una hoja de diario, si está en la superficie del terreno, se biodegradará fácilmente, pero si está enterrada en un relleno sanitario tardará varias décadas en hacerlo”.
RELLENOS COLAPSADOS.
Sólo el núcleo urbano más grande del país, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, produce un millón y medio de toneladas de basura por año. Lo que se traduce en unas 4.500 toneladas por día, algo así como el peso de mil elefantes. La coordinadora de la campaña de Greenpeace Argentina en contra de la contaminación, Paula Brufman, explica que “la totalidad de esos residuos va a parar a los rellenos sanitarios que tiene la empresa Ceamse en el conurbano bonaerense. Y estos réllenos están colapsados, por lo que el impacto en la salud y el medio ambiente que tienen es elevadísimo”. Para la ecologista, sencillamente, el paradigma actual de disposición final de los RSU “no es sustentable. Hay que recurrir a otro modo, a fin de reducir la generación de basura y promover el reciclado”.
Nicolás Schifman, también de Greenpeace, rescata algunos ejemplos a seguir: “A nivel nacional, vale la pena nombrar municipios que no superan los 50 mil habitantes, como Federal, en Entre Ríos, y Bragado, Salto o Trenque Lauquen, en la provincia de Buenos Aires. Ellos han implementado sistemas para reducir la generación de basura y han puesto en funcionamiento plantas de reciclaje”.
Pero dejando de lado el mediático conflicto con las papeleras uruguayas, lo cierto es que la Argentina no se caracteriza por tener al medio ambiente en su agenda de preocupaciones. Para Brufman, esto es un grave error, ya que “algunos materiales usados comúnmente en el hogar y que son depositados en los rellenos sanitarios pueden contener químicos muy peligrosos”.
Ariosti, del lNTI, por el contrario, considera que todo es una cuestión de grado: “La mayor parte de los residuos sólidos urbanos no son peligrosos. Solemos tirar restos de curaciones caseras -algodones, vendas ensangrentadas-, pilas, frasquitos de quitaesmaltes con restos de acetona, por ejemplo. Si eso 1o tira doña Rosa en la bolsita de la basura, ¿es un residuo peligroso? ¿Ella es una delincuente ecológica? ¿Y si lo hacen veinte millones de doñas Rosas? Hay que capacitar al ciudadano… Pero si alguien va y tira un tambor con 200 litros de acetona en el relleno sanitario del Ceamse o en el Riachuelo, eso sí es peligroso, y hay una legislación clara al respecto”. El sentido común y la ética están en juego: “Hay que tener claro qué contamina más -puntualiza el ingeniero-. ¿Una bolsa de plástico tradicional con el logo de un supermercado impreso, o la misma bolsa fabricada con material biodegradable y el logo en tinta no biodegradable? En ese caso, el material biodegradable se desintegra, pero los componentes de las tintas, entre ellos los metales pesados, llegarán más fácilmente a la tierra, a los cursos de agua”.
TIEMPO DE DECANTACiÓN.
El desarrollo tecnológico lleva más de la mil años en el planeta. La reflexión sobre la ecología, por lo menos en la Argentina, apenas cuatro décadas. “Hay desfases lógicos -explica el ingeniero del INTI-: los materiales biodegradables coexisten con los microorganismos en la Tierra desde hace unos 3.500 millones de años, por eso pueden ser metabolizados. Los plásticos tradicionales no biodegradables conviven con los microorganismos hace menos de cien años. Es un hecho que éstos no se han enterado de su presencia, todavía.”
La perspectiva de cómo producir un mayor porcentaje de desechos biodegradables, a corto o a largo plazo, implica opiniones encontradas. No obstante, al igual que Greenpeace y su promoción de las llamadas “4 R” -cuatro reglas para el ciudadano interesado: reducir, reutilizar, reemplazar y reciclar-, Ariosti concluye, optimista: “La brecha entre el desarrollo tecnológico y la ecologia se irá acortando con La capacitación y la motivación del ciudadano, con la legislación ecológica -como en el Japón, la Unión Europea y los Estados Unidos- y con las mejoras tecnológicas”. El especialista cita al químico y escritor estadounidense Isaac Asimov, quien aseguró que los desequilibrios ecológicos sólo se solucionarán “con tecnología, y que esa solución tecnológica, si acarreara otro problema ecológico, requerirá buscar una nueva solución tecnológica. Con magia no es posible solucionar nada, sólo hacer trucos; con ciencia y tecnología podemos empezar a hablar”.
La perspectiva de cómo producir un mayor porcentaje de desechos biodegradables, a corto o a largo plazo, implica opiniones encontradas. No obstante, al igual que Greenpeace y su promoción de las llamadas “4 R” -cuatro reglas para el ciudadano interesado: reducir, reutilizar, reemplazar y reciclar-, Ariosti concluye, optimista: “La brecha entre el desarrollo tecnológico y la ecologia se irá acortando con La capacitación y la motivación del ciudadano, con la legislación ecológica -como en el Japón, la Unión Europea y los Estados Unidos- y con las mejoras tecnológicas”. El especialista cita al químico y escritor estadounidense Isaac Asimov, quien aseguró que los desequilibrios ecológicos sólo se solucionarán “con tecnología, y que esa solución tecnológica, si acarreara otro problema ecológico, requerirá buscar una nueva solución tecnológica. Con magia no es posible solucionar nada, sólo hacer trucos; con ciencia y tecnología podemos empezar a hablar”.
PLÁSTICO VEGETAL.
Además de estar fabricados a partir de derivados del petróleo, una fuente de energía no renovable, los artículos de plástico dañan el medio ambiente por su gran durabilidad. De ahí el interés científico por desarrollar plásticos biodegradables. Los plásticos tradicionales no se biodegradan porque están compuestos por polímeros demasiado largos y compactos para que los ataquen los microorganismos presentes en el medio ambiente. Sin embargo, los nuevos plásticos desarrollados a partir de almidón, un polímero natural que las plantas sintetizan durante la fotosíntesis, se biodegradan rápidamente.
El maíz, entre otros cereales, tiene gran cantidad de almidón y, como en el caso de los biocombustibles, también para la producción de plásticos biodegradables parece ser la alternativa a los hidrocarburos. En el Japón, país que sufre una fuerte dependencia del petróleo proveniente de otros países, grandes empresas vienen invirtiendo fortunas en la investigación de plásticos obtenidos de vegetales. La firma Fujitsu ya comercializa computadoras hechas con bioplásticos, y Sony creó el primer teléfono celular fabricado íntegramente con plástico vegetal. Según un estudio de Sanyo, bastan 85 granos de maíz para fabricar un CD biodegradable.
El maíz, entre otros cereales, tiene gran cantidad de almidón y, como en el caso de los biocombustibles, también para la producción de plásticos biodegradables parece ser la alternativa a los hidrocarburos. En el Japón, país que sufre una fuerte dependencia del petróleo proveniente de otros países, grandes empresas vienen invirtiendo fortunas en la investigación de plásticos obtenidos de vegetales. La firma Fujitsu ya comercializa computadoras hechas con bioplásticos, y Sony creó el primer teléfono celular fabricado íntegramente con plástico vegetal. Según un estudio de Sanyo, bastan 85 granos de maíz para fabricar un CD biodegradable.
UNOS LLEGAN, OTROS SE VAN.
Gracias al muy útil “gel superabsorbente” que traen todos los pañales y los apósitos femeninos, se cree -aunque todavía esto sea un dato incomprobable- que esos productos descartables tardarían másde cuatrocientos años en biodegradarse. Antes de que pueda ser verificado. la empresa brasileña Mabesa ya anunció que desarrollará un tipo ecológico de pañal. la mitad de cuyos componentes se biodegradan (lo cual es el doble que en los pañales de hoy). La movida comercial es también una respuesta a los reclamos de varias agrupaciones que luchan por la vuelta del ahora olvidado pañal de tela. En la misma línea. los movimientos en defensa de la ecología estallarán de alegría si finalmente se imponen los plásticos biodegradables. Aunque. la verdad, da miedo de sólo pensarlo: preciados discos de vinilo, invalorables cintas de video, fotografías, todo un enorme patrimonio cultural y afectivo que se convertirá en una masa de objetos pasibles de echarse a perder en pos del medio ambiente. A la espera de su imposición en el mercado, hace apenas unos días, científicos españoles, promotores de la llamada “química verde’, anunciaron el desarrollo de un materia! biodegradable que funcionará como soporte de audio y video. Será cuestión de copiar y copiar, antes de que el “biocedé” se marchite.
Fuente: Biodisol.
Fuente: Biodisol.
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