Por: Ángela María Betancurt Jaramillo.
Unimedios.
13 de Febrero de 2011.
Etanol, empaques, artesanías, papel, jarabes medicinales, harinas, dulces, mazamorra y hasta envueltos podrían elaborarse a partir de los residuos de cosecha del plátano. El aprovechamiento eficiente de estos “desechos”, que en su totalidad se arrojan al suelo, promete dejarles a las familias cultivadoras unos pesos extra.
Etanol, empaques, artesanías, papel, jarabes medicinales, harinas, dulces, mazamorra y hasta envueltos podrían elaborarse a partir de los residuos de cosecha del plátano. El aprovechamiento eficiente de estos “desechos”, que en su totalidad se arrojan al suelo, promete dejarles a las familias cultivadoras unos pesos extra.
El 95% de los residuos del plátano son usados como abono, desconociendo su valor agregado. Notimex |
El Triángulo del Café (Caldas, Quindío y Risaralda), el norte del Valle y el sur de Antioquia son las principales regiones colombianas que se destacan en la producción de plátano, y ubican al país como el tercer exportador del fruto en el mundo. Según estadísticas del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, de enero a septiembre del 2010 se exportaron 78.874 toneladas.
En lo que respecta a Caldas, y tal como se expresa en la Evaluación Agropecuaria del 2009, emitida por la Secretaría de Agricultura Departamental, se cosecharon 16.631 hectáreas, con una obtención de 189.452 toneladas, siendo Anserma el municipio líder del cultivo.
Aunque al comparar las cifras de exportación se presenta una leve caída del 12,8% con respecto al mismo periodo, este sigue siendo un renglón importante en la economía del país, situación que no es igual para las familias campesinas que derivan su sustento de este fruto: “La mayoría de cultivos no son rentables para los productores debido al paradigma del conocimiento, ya que en estas comunidades no se transfiere, y cuando se ofrece, tiene focos mezquinos que no construyen la necesidad ni las opciones de recibirlo”, afirma el docente Óscar Eduardo Suárez Moreno, director del grupo Biorremediación de la Universidad Nacional de Colombia en Manizales.
Para el investigador, las siembras podrían ser más beneficiosas, solo que hay que saber usar los recursos en cada cosecha. Esta afirmación la basa en el estudio La cadena de valor del plátano en Manizales. Diseño de alternativas, con el cual el grupo caracterizó el nivel de desarrollo socioeconómico de dichas familias. Su objetivo es fomentar el aprovechamiento óptimo a partir de la identificación y formulación de alternativas de producción en su cadena de valor.
Quince subproductos más.
Infortunadamente, cerca del 95% de los residuos que se generan del plátano no son aprovechados eficientemente por el cultivador, ya que su producción la enfoca en la comercialización o como opción alimenticia para el hogar, por lo que después de usar el fruto destina lo restante a abono para la cosecha, por medio de su descomposición.
Según el PhD en Química y docente de la UN en Manizales Carlos Ariel Cardona Alzate, estos residuos no ayudan a la nutrición del suelo, sino que por el contrario impactan negativamente el medioambiente: “Al generar el crecimiento de diversos microorganismos en zonas donde no deberían crecer, se pueden afectar otros cultivos, obstruir cañadas, acumular agua y formar hongos en lugares inadecuados”.
Con cada uno de los elementos presentes en la siembra, desde la primera hasta la última etapa, con el tallo, el seudotallo o calceta, el vástago (de donde se cuelga la fruta), la cáscara de la fruta, la fruta, la batata (flor morada que se desarrolla en la etapa inicial del cultivo) y la mancha (líquido que afloja la planta al ser cortada), se pueden obtener hasta 15 subproductos que impactan positivamente diferentes áreas.
En el ámbito industrial, estos residuos sirven para la fabricación de etanol y butanol, fibras (empaques, embalajes y artesanías), pectinas, compostados (abono natural), papel, jarabes medicinales y opciones alimenticias como dulce de plátano verde, mazamorra, envueltos de plátano maduro, plátanos conservados por frío, harina de plátano para mezclar con concentrado animal, hojuelas secas o fritas y tintes naturales.
“Además, estos bienes fueron caracterizados bajo la metodología de producción más limpia y buenas prácticas agrícolas, lo cual conlleva a que los nuevos artículos sean amigables con los ecosistemas y todo lo que se fabrique sea biodegradable. Por ejemplo, el Grupo de Investigación en Aplicación de Nuevas Tecnologías (Giant), del profesor de la UN Javier Fontalvo Alzate, proyecta extraer a partir de membranas etanol y butanol, sin generar residuos contaminantes”, aseguró Suárez Moreno.
Si las familias llegaran a utilizar eficientemente todas las partes del plátano, tan solo con la venta de la fibra y dependiendo de su condición de mayoristas o minoristas, podrían ganar 26 y 16 dólares respectivamente. Este valor podría variar si además se adelantan desarrollos industriales como los empaques biodegradables, que encuentran en el mercado una demanda total y permanente.
Hojuelas de raquis.
El grupo Biorremediación no solo identificó opciones para aprovechar los residuos del plátano, sino que además formuló tres alternativas de desarrollo industrial con estándares definidos que hacen referencia al proceso de elaboración de hojuelas a partir del raquis (eje principal de las hojas), la fabricación de harina de la cáscara del plátano y cuatro formas diferentes de extraer fibras.
La idea es iniciar una etapa de capacitación sobre el tema y de socialización con la comunidad de ambas regiones, para que comprendan la importancia de trabajar con los subproductos, vean su rentabilidad económica, aprendan a elaborarlos y adquieran bases en torno al emprendimiento. Para ello se publicará un libro que muestra todos los procedimientos diagramados y un texto que explica la manera de extraer la fibra.
Este proyecto fue replicado en la Sede Orinoquia de la UN, a través del Instituto de Estudios de la Orinoquia. Allí se han logrado acercamientos con los agricultores y se conformó un sistema cooperado, integrado por más de 70 personas, gracias a la intervención de Jorge Molano y Mónica Valenzuela, de la Unidad de Emprendimiento de la UN en Bogotá.
Según explicó el docente, “se eligieron estas alternativas porque su mercado es tangible e inmediato, y los procesos de producción fueron propuestos bajo estándares de fácil acceso –según el nivel educativo y económico de los beneficiarios–, pues nuestro foco principal es mejorar su calidad de vida, por lo que es muy importante que para su fabricación no se requiera de un capital muy elevado”, concluyó Suárez Moreno.
En lo que respecta a Caldas, y tal como se expresa en la Evaluación Agropecuaria del 2009, emitida por la Secretaría de Agricultura Departamental, se cosecharon 16.631 hectáreas, con una obtención de 189.452 toneladas, siendo Anserma el municipio líder del cultivo.
Aunque al comparar las cifras de exportación se presenta una leve caída del 12,8% con respecto al mismo periodo, este sigue siendo un renglón importante en la economía del país, situación que no es igual para las familias campesinas que derivan su sustento de este fruto: “La mayoría de cultivos no son rentables para los productores debido al paradigma del conocimiento, ya que en estas comunidades no se transfiere, y cuando se ofrece, tiene focos mezquinos que no construyen la necesidad ni las opciones de recibirlo”, afirma el docente Óscar Eduardo Suárez Moreno, director del grupo Biorremediación de la Universidad Nacional de Colombia en Manizales.
Para el investigador, las siembras podrían ser más beneficiosas, solo que hay que saber usar los recursos en cada cosecha. Esta afirmación la basa en el estudio La cadena de valor del plátano en Manizales. Diseño de alternativas, con el cual el grupo caracterizó el nivel de desarrollo socioeconómico de dichas familias. Su objetivo es fomentar el aprovechamiento óptimo a partir de la identificación y formulación de alternativas de producción en su cadena de valor.
Quince subproductos más.
Infortunadamente, cerca del 95% de los residuos que se generan del plátano no son aprovechados eficientemente por el cultivador, ya que su producción la enfoca en la comercialización o como opción alimenticia para el hogar, por lo que después de usar el fruto destina lo restante a abono para la cosecha, por medio de su descomposición.
Según el PhD en Química y docente de la UN en Manizales Carlos Ariel Cardona Alzate, estos residuos no ayudan a la nutrición del suelo, sino que por el contrario impactan negativamente el medioambiente: “Al generar el crecimiento de diversos microorganismos en zonas donde no deberían crecer, se pueden afectar otros cultivos, obstruir cañadas, acumular agua y formar hongos en lugares inadecuados”.
Con cada uno de los elementos presentes en la siembra, desde la primera hasta la última etapa, con el tallo, el seudotallo o calceta, el vástago (de donde se cuelga la fruta), la cáscara de la fruta, la fruta, la batata (flor morada que se desarrolla en la etapa inicial del cultivo) y la mancha (líquido que afloja la planta al ser cortada), se pueden obtener hasta 15 subproductos que impactan positivamente diferentes áreas.
En el ámbito industrial, estos residuos sirven para la fabricación de etanol y butanol, fibras (empaques, embalajes y artesanías), pectinas, compostados (abono natural), papel, jarabes medicinales y opciones alimenticias como dulce de plátano verde, mazamorra, envueltos de plátano maduro, plátanos conservados por frío, harina de plátano para mezclar con concentrado animal, hojuelas secas o fritas y tintes naturales.
“Además, estos bienes fueron caracterizados bajo la metodología de producción más limpia y buenas prácticas agrícolas, lo cual conlleva a que los nuevos artículos sean amigables con los ecosistemas y todo lo que se fabrique sea biodegradable. Por ejemplo, el Grupo de Investigación en Aplicación de Nuevas Tecnologías (Giant), del profesor de la UN Javier Fontalvo Alzate, proyecta extraer a partir de membranas etanol y butanol, sin generar residuos contaminantes”, aseguró Suárez Moreno.
Si las familias llegaran a utilizar eficientemente todas las partes del plátano, tan solo con la venta de la fibra y dependiendo de su condición de mayoristas o minoristas, podrían ganar 26 y 16 dólares respectivamente. Este valor podría variar si además se adelantan desarrollos industriales como los empaques biodegradables, que encuentran en el mercado una demanda total y permanente.
Hojuelas de raquis.
El grupo Biorremediación no solo identificó opciones para aprovechar los residuos del plátano, sino que además formuló tres alternativas de desarrollo industrial con estándares definidos que hacen referencia al proceso de elaboración de hojuelas a partir del raquis (eje principal de las hojas), la fabricación de harina de la cáscara del plátano y cuatro formas diferentes de extraer fibras.
La idea es iniciar una etapa de capacitación sobre el tema y de socialización con la comunidad de ambas regiones, para que comprendan la importancia de trabajar con los subproductos, vean su rentabilidad económica, aprendan a elaborarlos y adquieran bases en torno al emprendimiento. Para ello se publicará un libro que muestra todos los procedimientos diagramados y un texto que explica la manera de extraer la fibra.
Este proyecto fue replicado en la Sede Orinoquia de la UN, a través del Instituto de Estudios de la Orinoquia. Allí se han logrado acercamientos con los agricultores y se conformó un sistema cooperado, integrado por más de 70 personas, gracias a la intervención de Jorge Molano y Mónica Valenzuela, de la Unidad de Emprendimiento de la UN en Bogotá.
Según explicó el docente, “se eligieron estas alternativas porque su mercado es tangible e inmediato, y los procesos de producción fueron propuestos bajo estándares de fácil acceso –según el nivel educativo y económico de los beneficiarios–, pues nuestro foco principal es mejorar su calidad de vida, por lo que es muy importante que para su fabricación no se requiera de un capital muy elevado”, concluyó Suárez Moreno.
Fuente: UN Periodico, Edición 141. UNIV. NAL. de COLOMBIA.
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