07/09/2009.
Rafael R. Sirvén, Ingeniero Agrónomo. Argentina
Es una buena noticia considerar que en los últimos 50 años se triplicó la producción agrícola de la Argentina. Lo malo es que en el mismo período la superficie agrícola se incrementó en un 30 % a expensas de zonas marginales, ganaderas y de suelos frágiles. Además, también en ese lapso se triplicó la extracción de nutrientes del suelo. Respecto al cultivo de soja, además de desplazar a la ganadería también desplazó a otros cultivos agrícolas para convertirse en un monocultivo. Asimismo, es baja la utilización de fertilizantes en soja (23 al 42%), en la región pampeana se comprobó la respuesta positiva a aplicaciones de fósforo (P) y azufre (S).1
Si bien algunas formas de producción evitan el uso de fertilizantes (agricultura orgánica), la mayor parte de las prácticas para producir cultivos programados para altos rendimientos no pueden prescindir de ellos. Lo anterior no significa que solamente su aplicación baste para producir de manera racional y sustentable, ya que un sistema de producción adecuado debería tener en cuenta la fertilización, las rotaciones, el manejo del suelo y del agua y la protección de plagas y enfermedades.
Los fertilizantes son sustancias minerales que contienen elementos nutritivos esenciales para los vegetales y cuyo objetivo es aumentar la cantidad y/o calidad de la producción. Los fertilizantes son sólidos, líquidos y fluidos, y gaseosos. Se aplican al suelo directamente, con el agua de riego o por vía foliar. Se encuentran asociados con los abonos orgánicos (predominantemente residuos agroindustriales) y enmiendas. 2
No fertilizar o hacerlo en dosis menores a las necesarias o, en el otro extremo, en dosis excesivas (sobrefertilización) deteriora el ambiente. Dañar al ambiente implica la pérdida de sustentabilidad de los sistemas agropecuarios involucrados. Según la Declaración de Río (1992) el desarrollo sustentable satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades. Para que se cumplan esas condiciones debe cuidarse el ambiente: el aire, el suelo, el agua y los recursos renovables y no renovables involucrados.
A continuación describiré la implicancia para el ambiente de lo afirmado al comienzo con respecto a los fertilizantes: 1) Sin fertilizar, 2) Con subdosis de fertilizantes y 3) Sobrefertilización. Los tres casos denotan un deficiente uso de los recursos del ambiente por deterioro y degradación del suelo que puede llevar a la erosión eólica, a la erosión hídrica y a la desertización; por contaminación de la atmósfera con emisiones gaseosas y por contaminación de las aguas.
1.- SIN FERTILIZAR
Hubo una época en la cual no fue necesario fertilizar. Era tan elevado el contenido de materia orgánica de los suelos que eran óptimos en cuanto a su estructura y a su contenido de nutrientes. Los campos de la región pampeana del siglo XIX cuando comenzaron a cultivarse tenían tal riqueza acumulada que respondían con holgura a la intervención del hombre. Soportaron cosecha tras cosecha con labranzas de arado de reja y vertedera.
La materia orgánica otorga al suelo buenas propiedades físicas, brindándole buena estructura; buenas propiedades químicas, almacenando agua y nutrientes y buenas propiedades biológicas al promover la biodiversidad microbiana. Por el contrario un déficit de materia orgánica lleva a la pérdida de porosidad del suelo y por ende al aumento de su densidad aparente con la pérdida de macro y microporos. De esta forma se perjudica el intercambio del agua y del aire, disminuye la capacidad de retención del agua y se limita el desarrollo radicular.
Con las cosechas también se exportaban los nutrientes del suelo y disminuía la materia orgánica y como resultado los suelos se degradaron. No hubo reposición de nutrientes y con las cada vez más frecuentes labranzas aparecieron la erosión eólica, la erosión hídrica y la desertización.
Un 20 % de la superficie de nuestro país, 60 millones de hectáreas, se encuentra con suelos degradados por la erosión hídrica y eólica. Por otra parte, las regiones áridas y semiáridas ocupan el 75% de nuestro territorio y de ella el 60 % presenta una desertificación moderada a severa y el 10 % una desertificación grave. Respecto a las zonas agrícolas húmedas la siembra directa contribuyó a controlar el proceso erosivo.
2.- FERTILIZAR CON DOSIS MENORES
En una rápida lectura fertilizar en dosis menores puede interpretarse como un ahorro en los costos (es cierto) y sin efecto sobre el ambiente. Esto último no es verdad porque implica por un lado que no se compensó con la fertilización la salida de nutrientes por las cosechas, ni por efecto de la lixiviación (lavado) superficial o subterránea esta situación afecta al recurso suelo y por otro lado puede significar no aprovechar el potencial del germoplasma de un determinado cultivo.
En nuestro país el nivel de reposición de nutrientes al suelo ronda entre el 25 al 30 %. Dicho porcentaje surge de la consideración del consumo de nutrientes, 4 millones de toneladas por hectárea por año y la reposición de los mismos que es un millón t/ha que llevado a fertilizantes es 3 millones t/ha. Del año 2008 al 2007 el consumo se redujo en un 31 %.
Los cultivos deficitarios en nutrientes tendrán una menor área foliar por tener sus hojas más reducidas o por una menor velocidad de aparición de las mismas, esto determinará una cobertura deficiente y una menor captura de la radiación que se traduce en menos biomasa y en rendimientos deficientes. Mientras que, un cultivo correctamente fertilizado contribuirá, con mayor magnitud al secuestro del carbono de la atmósfera disminuyendo el efecto invernadero al tiempo que con su mayor rendimiento beneficiará al productor.
Correctamente fertilizado significa bien dosificado de acuerdo a las condiciones del clima, del suelo y de los rendimientos esperados. Fertilizar sin haber realizado previamente un análisis del suelo es una mala práctica. Es fertilizar a ciegas sin saber si se aplica más o menos fertilizantes necesarios para reponer los nutrientes del suelo. Dosis menores implica una ineficiente utilización del suelo y una pérdida de la fertilidad, una degradación del suelo y del ambiente.
3.- LA SOBREFERTILIZACIÓN
Suministrar dosis mayores de fertilizantes a lo requerido para compensar las pérdidas debidas a las cosechas y a la lixiviación es una práctica inadecuada desde el punto de vista económico, de la rentabilidad y también con efectos negativos para el ambiente.
Dosis excesivas de fertilizantes pueden producir efectos perjudiciales en las aguas subterráneas y superficiales y también daños en la atmósfera. Por lixiviación los fertilizantes pueden ser acarreados. Los nitratos, por ejemplo, pueden provocar la eutrofización y la posterior muerte de la fauna ictícola. La eutrofización es el incremento de sustancias nutritivas en aguas marinas y lacustres que provoca un exceso de fitoplancton y la consiguiente degradación de la calidad del agua.
Otras pérdidas se deben a la volatilización del amoníaco cuando se fertiliza con urea y de óxido nitroso que en la atmósfera es uno de los gases efecto invernadero responsable del cambio climático y del ascenso de la temperatura. Aquí otros factores que deben tenerse en cuenta son el pH (a mayor PH mayores pérdidas) y la temperatura del suelo también directamente proporcional a las pérdidas.
El lavado de nitratos se magnifica no sólo con las altas dosis de fertilizantes sino también por labranzas inadecuadas, convencionales no realizando la siembra directa; por exceso o malas prácticas de riego; por la falta de sincronización entre la oferta del nutriente y la demanda del cultivo (oportunidad); por barbechos largos en época de precipitaciones; en suelos de textura gruesa. También pueden aumentar las pérdidas de nitrógeno elemental (N2) por la desnitrificación en suelos anegados y por la reducción producida por los microorganismos. 3
4 -. LA RAZÓN DE LA ROTACIÓN DE CULTIVOS
La siembra directa significó un gran avance para la conservación del suelo dado que al dejar mayor cobertura sobre el suelo evita su erosión y facilita el aporte de sustancias húmicas, sin embargo para garantizar la sustentabilidad de la producción es de trascendental importancia considerar el volumen de rastrojo de los cultivos. De dicho volumen dependerá el balance de la materia orgánica del suelo.
Una de las ventajas de la rotación de cultivos se basa en la diferente capacidad de explorar el suelo que tienen las distintas especies. En efecto la forma diferencial de exploración de las raíces mejora las propiedades físicas y químicas y un mejor balance hídrico. Otra ventaja se vincula con las malezas, las plagas y las enfermedades ya que los cultivos diferentes pueden cortar sus ciclos. Las rotaciones también permiten mejorar el uso de la maquinaria y compensar posibles riesgos climáticos y de mercado. 4
La forma de garantizar un mejor balance de materia orgánica es introduciendo gramíneas en las rotaciones (maíz, trigo, sorgo), las oleaginosas (soja, girasol) tienen un volumen marcadamente menor de rastrojos. Además la relación C/N es mucho mayor en el rastrojo de gramíneas. El material sobrante que queda en el campo luego de la cosecha (rastrojo) en el caso de la soja tiene una relación C/N entre 20 y 30 y por lo tanto provoca un proceso de descomposición rápido. El rastrojo de maíz tiene una relación de C/N de 60 a 80 y el trigo de 80. Esta condición evita la rápida mineralización y le otorga más permanencia al nitrógeno del suelo. 5
Hay dos sistemas que pueden seguirse para lograr la sustentabilidad a través de una producción prolongada años sucesivos. Uno de ellos es incorporar ciclos ganaderos a los ciclos agrícolas. La alfalfa o las praderas alternarán con los ciclos agrícolas. El otro sistema agrícola requiere la siembra directa, las rotaciones y las fertilizaciones.
BIBLIOGRAFÍA
1) Encuesta de Fertilizar Asociación Civil e ICASA. Citado en "Criterios para el manejo de la fertilización del cultivo" de Fernando O. García de INPOFOS Cono Sur.
2) Cátedra Fertilidad y Fertilizantes UBA. http://www.agro.uba.ar/catedras/ferti/index.htm
3) Panorama del uso y consumo de fertilizantes en Argentina. Martín Torres Duggan.
4) Una tecnología poco costosa: la rotación de cultivos. Horacio J. Forján - M. Lucrecia Manso.
5) Relación entre el cultivo antecesor y la disponibilidad de nitrógeno para el trigo en la rotación. Guillermo Alberto Studdert y Hernán Eduardo Echeverría
Fuente: Engormix.
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