10
de Agosto de 2013.
Por:
Leidy Castaño, Unimedios
El
Lupinus mutabilis es un grano nativo que supera en propiedades
nutricionales a otras leguminosas muy usadas. Posee un 51% de
proteína, en comparación con uno de cargamanto o bola roja, que
apenas llega a un 16%. Además, no necesita fertilizantes y crece en
tierras pobres en nutrientes.
El
fríjol chocho o Lupinus mutabilis es un grano de origen
andino que la mayor parte de la población colombiana desconoce. Hace
parte de las especies esenciales de los agroecosistemas tradicionales
y contribuye a la sostenibilidad ambiental: aporta un alto contenido
de nitrógeno al suelo, sirve como abono verde y protege coberturas.
Quizás
su mayor importancia radica en que un 51% del peso total de cada
grano es proteína vegetal de alto valor nutricional. Incluso, supera
el porcentaje que tiene la soya, que es de un 40%. Esto lo convierte
en un alimento fundamental para humanos y animales.
Diego
Mauricio Chiguachi Salazar, ingeniero agrónomo de la Universidad
Nacional de Colombia en Bogotá –bajo la dirección del profesor
Gustavo Adolfo Ligarreto y el acompañamiento del profesional
especializado José Arturo Romero–, llevó a cabo una
caracterización agronómica y funcional de cuatro cultivos de la
especie para conocer su crecimiento, desarrollo, rendimiento y las
características de la harina obtenida de cada una de las variedades.
Según
el investigador, es de un gran valor como fuente de proteína para la
dieta de la población colombiana, en especial para las personas de
bajos ingresos económicos. Además, puede usarse como materia prima
para fabricar alimentos para animales, principalmente, aves.
Mejor
y más barato
Su
evaluación agronómica y su caracterización funcional se efectuó
en cuatro zonas: dos en Cundinamarca y dos en Boyacá. Se requirió
un trabajo multidisciplinar en agronomía, química, procesamiento de
alimentos y fundamentación estadística.
Tradicionalmente,
ha sido usado como abono verde. Gracias al estudio, se pudieron
revelar otras características vitales. Por ejemplo, tiene un
rendimiento superior a otras clases, como fríjol soya y arveja (cada
hectárea (ha) puede producir hasta siete toneladas). Otra
característica es que al procesarlo para obtener harinas consume
menos energía con respecto a otros granos.
Por
miles de años, ha sido sembrado por comunidades rurales que han
comprobado que su cultivo no requiere de ningún tipo de agroquímico
ni fertilizante, lo que redunda en un costo menos a la hora de su
producción.
Por
lo anterior, el fríjol chocho es una alternativa alimentaria para
agricultores pobres, generalmente ubicados en suelos con limitaciones
de fertilidad y obstáculos para acceder a sistemas de riego.
Según
el ingeniero, sus propiedades agronómicas y nutricionales responden
a las necesidades del contexto agrario y alimentario colombiano.
La
conformación económico-política de la agricultura tiende a
agudizar los índices de hambre y sus consecuencias sociales en el
país, por lo que cerca del 36% de la población colombiana presenta
una dieta deficiente en proteína.
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Las plantas de lupinos también han sido utilizadas para restaurar
paisajes deteriorados por la acción del hombre. Foto: Víctor Manuel
Holguín/Unimedios. |
Más
granos, menos plagas
El
estudio agronómico comenzó con la siembra en campo abierto —en el
área de invernaderos de la Facultad de Agronomía— de las cuatro
variedades de L. mutabilis: nacional, jazmín, nacional precoz
y verjones.
Entre
otros aspectos, el investigador cuantificó el diámetro máximo de
las hojas, su número de foliolos (las subdivisiones de la hoja) y la
longitud, anchura y número de vainas por planta, para establecer el
rendimiento de los cultivos.
El
trabajo permitió conocer su variabilidad como insumo para futuros
planes de mejoramiento y se reconoció el cultivo más promisorio por
rendimiento y vulnerabilidad a plagas y enfermedades.
Para
eso, utilizó un diseño experimental de bloques completamente al
azar, con cuatro tratamientos y tres repeticiones. La unidad
experimental fue de nueve plantas. Se asignó un número a cada
planta en tratamiento y repetición. Adicionalmente, se instaló una
parcela para los cuatro cultivos y así se establecieron los
resultados.
El
rendimiento de los estudiados es heterogéneo, siendo mayor en el
cultivo de la variedad nacional, seguido por los de precoz, verjones
y jazmín.
Con
la variedad nacional se obtuvieron hasta 352 vainas por planta y 177
gramos de grano para un rendimiento de 1,69 toneladas por hectárea.
Además, se utilizó una densidad de 9.524 plantas por ha, un tercio
de la utilizada en cultivos comerciales.
El
número de vainas por planta en fríjoles mejorados colombianos varía
entre 22 y 66 vainas por planta, por lo que es evidente el mayor
rendimiento de L. mutabilis.
Los
fríjoles cargamanto y bola roja, dos de los más consumidos en el
país, presentan un promedio de 5,5 granos por vaina, es decir, un
11% más que la variedad jazmín, cuyo promedio fue de 4,89.
Uno
de los resultados relevantes del estudio fue demostrar que posee
temperaturas similares al gluten (utilizado en la panificación), lo
que podría facilitar el uso de su harina en esta industria, así
como en pastas alimenticias enriquecidas, sin el factor limitante
nutricional de dicha proteína en el trigo.
Un
país líder en la utilización de este fríjol es Chile, con 45.000
ha sembradas, pero solo para alimentar animales. Por su alto valor
proteínico y sus aportes en grasa y fibra, se convirtió en un
insumo vital para nutrir salmones de exportación. Por eso, esta
variedad, también nativa de Colombia, puede constituirse en una
alternativa agrícola y agroindustrial viable para las condiciones
del país.
Fuente:
UN Periodico. Edición 169. UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA.