Por:Jeinst Campo Rivera,
Unimedios
El desconocimiento de la
cantidad de agua que debe usarse en las tomateras hace que los
agricultores la desperdicien. Científicos determinaron el
coeficiente del cultivo, una fórmula que permite utilizar el recurso
eficientemente y aumentar la producción.
La especie Solanum
lycopersicon, más conocida como tomate, es la hortaliza más
comercializada y consumida (en estado fresco y procesado) a nivel
mundial. También es la de mejor posicionamiento económico, pues su
demanda creciente equivale al 30% de la producción hortícola
mundial.
El país ocupa el puesto 41, en cuanto a áreas sembradas (15.293 hectáreas), y el 65, en cuanto a su rendimiento (29,91 toneladas por hectárea). Según investigadores de la Universidad Nacional de Colombia en Palmira, estas cifras indican una marcada debilidad del sector con respecto al de otras naciones, debida, en parte, a los pocos estudios orientados a determinar los requerimientos hídricos y nutritivos de los cultivos.
“Aunque se han adelantado investigaciones, no se han tenido en cuenta aspectos relacionados con la interacción fisiológica entre la hierba, el suelo y el agua. No se disponen de datos sólidos que permitan obtener conclusiones certeras”, afirma María Sara Mejía, ingeniera agronómica de la UN en Palmira.
El país ocupa el puesto 41, en cuanto a áreas sembradas (15.293 hectáreas), y el 65, en cuanto a su rendimiento (29,91 toneladas por hectárea). Según investigadores de la Universidad Nacional de Colombia en Palmira, estas cifras indican una marcada debilidad del sector con respecto al de otras naciones, debida, en parte, a los pocos estudios orientados a determinar los requerimientos hídricos y nutritivos de los cultivos.
“Aunque se han adelantado investigaciones, no se han tenido en cuenta aspectos relacionados con la interacción fisiológica entre la hierba, el suelo y el agua. No se disponen de datos sólidos que permitan obtener conclusiones certeras”, afirma María Sara Mejía, ingeniera agronómica de la UN en Palmira.
El agua, limitante
El recurso hídrico es el principal factor limitante de la producción agrícola. Estudios hechos por organismos internacionales predicen que el cambio climático global incrementará su escasez en los próximos años.
Según la profesora Mejía, experta en suelos y aguas, el uso del líquido debe ser, en lo posible, el más adecuado, pues una inapropiada programación de riego produce desórdenes fisiológicos en el desarrollo y aspecto del tomate.
Pero el desconocimiento de la cantidad que debe ser usada hace que algunos agricultores empleen más de la que requieren las siembras.
Esto llevó a los investigadores de la sede a evaluar una técnica de irrigación que determine la cantidad evaporada (la cual está correlacionada con la evapotranspiración del cultivo –la pérdida de humedad por la transpiración de la planta–), así como su respuesta a los tratamientos.
“Orientamos el estudio al uso de sistemas de riego y de nutrición más eficientes, para conocer la respuesta fisiológica a diferentes niveles de humedad, por medio del tanque microevaporímetro (una de las técnicas más simples y económicas para estimar la evapotranspiración)”, precisa el investigador Óscar Eduardo Perengüez.
Tratamientos efectivos
La investigación se desarrolló mediante dos ensayos en los cuales se aplicaron diferentes sistemas de irrigación. El primero contó con cinco regímenes de humedad, establecidos con base en los coeficientes del cultivo (Kc) empleados de modo estándar en la agricultura tradicional.
Los Kc son ecuaciones matemáticas que permiten determinar las necesidades diarias de agua de un cultivo, según el nivel de evotranspiración del vegetal, que viene dado por las condiciones climáticas propias de la zona.
El segundo consistió en calcular los Kc propios de la región y del tomate unapal maravilla (una variedad concebida en la UN). Para esto, los investigadores emplearon un diseño experimental de láminas de agua (que es un método para evaluar la cantidad de líquido existente o almacenado en una superficie) y efectuaron el calculó a partir de los datos registrados a diario por el microevaporímetro.
Según el profesor Harold Tafur, director de la investigación, evaluaron la evapotranspiración diaria, la acumulación de materia seca y la absorción de nutrientes. Además, midieron la altura y contaron el número de racimos, frutos y flores a los 59 días del trasplante en los sitios de experimento.
Hallaron que los Kc usados en la actualidad no son los más apropiados para las necesidades hídricas y nutritivas de las tomateras del país; pues son ecuaciones que no se ajustan a la realidad climática de las regiones. Por tanto, es necesario utilizar unos indicadores propios, que fue precisamente la tarea de los científicos.
Ellos sostienen que tanto la sequía como el exceso del líquido repercuten en la calidad y producción de las tomateras. La falta de humedad se evidencia en rajaduras en la corteza del fruto. El exceso se asocia al incremento de enfermedades.
Por eso, diseñaron un sistema de riego localizado o por goteo, para el cual emplearon cintas de irrigación con agujeros cada 25 cm, los cuales proporcionaron una lámina de agua de 1,2 mm en la primera etapa del cultivo. En la etapa de formación de frutos, la lámina se amplió a 3,8 mm. El riego funcionaba tres veces al día en promedio, dependiendo del estado del clima, con una intensidad media de 15 minutos.
El tratamiento demostró estar dos veces por encima de los convencionales. Algo que, sin duda, es un avance significativo para los agricultores, por cuanto posibilita hacer un uso óptimo del líquido y provee una forma de evitar el aborto de las flores en la etapa de floración.
Aporte al agro
Según los expertos, el uso óptimo del agua es posible, siempre y cuando exista una buena planificación, proyección y operación del líquido. Dichas acciones están orientadas a ser más eficientes en los periodos de sequía, para garantizar el crecimiento más adecuado y altos rendimientos.
En cuanto a los nutrientes requeridos, en el caso del tomate unapal maravilla, encontraron que responde de manera óptima a aplicaciones de 22 gramos de nitrógeno, 20 de potasio y 7 de magnesio por planta. Establecieron, además, que a partir de los 59 días del trasplante el nitrógeno tiende a estabilizar su cantidad absorbible en el vegetal, lo que indica que aplicaciones mayores son un costo económico innecesario.
En Colombia, son pocos los trabajos científicos centrados en calcular el gasto exacto de agua de los cultivos. Por eso, esta investigación es una de las pioneras en el área y un ejemplo para seguir.
Fuente: UN
Periódico Edición No. 163. UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA.
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