Sábado 25 de abril de 2009.
En todo el mundo es bien sabido que a pesar de las dificultades del periodo especial, particularmente la caída en las importaciones de insumos claves para la agricultura como petróleo, fertilizantes, pesticidas, tractores, piezas de repuesto, etc, Cuba y en especial el sector campesino, pudo enfrentar el desafio de producir una gran parte de los alimentos con al menos la mitad de los insumos agroquímicos y un limitado acceso a combustibles.
Este logro fue posible gracias a una serie de políticas agrarias descentralizadoras de formas cooperativas e individuales de la producción, a un sólido sistema de investigación, a la difusión de la agricultura urbana y la agricultura orgánica con un masivo desarrollo de insumos biológicos, apertura de mercados agropecuarios, y organizaciones fuertes que apoyan a los agricultores como ANAP, ACPA y ACTAF, entre otras. Al comienzo del período especial, el énfasis se centró fuertemente en una estrategia de sustitución de insumos químicos por biológicos, para reducir el uso de insumos o porque estos no estaban disponibles y para atenuar los costos de producción de los modelos convencionales.
Este enfoque de bajos insumos estableció la base para el desarrollo y escalonamiento de estrategias agreocológicas de diversificación de fincas, integración animal, reciclaje, control biológico, etc. que miles de agricultores ya practican en la isla.
El mundo, y en especial America Latina, aún observan con admiración y orgullo los niveles de producción y áreas dedicadas a la agricultura urbana y orgánica en Cuba, niveles nunca alcanzados en otros países, así como los avances de la investigación y extensión agroecológica, sin embargo, en muchos círculos se habla hoy de la “paradoja de la agricultura cubana”: ¿Cómo en un pais con tanta experiencia práctica en agroecología, alto nivel de conocimiento científico y organización social de base, donde la agricultura campesina que ocupa el 25% de la tierra arable y produce una sustancial cantidad de viandas, granos, frutas, animales menores, etc. y con más de 350.000 agricultores urbanos que suplen más del 80% de las hortalizas consumidas en las grandes ciudades, aún importa el 65% de los alimentos? ¿Cómo en un país cuyos avances en el control biológico de plagas son venerados en el mundo entero, está a punto de liberarse una variedad de maiz transgénico Bt para el control del cogollero, plaga fácilmente regulada en sistemas agroecológicos por predatores, parásitos y entomopatógenos?
Este logro fue posible gracias a una serie de políticas agrarias descentralizadoras de formas cooperativas e individuales de la producción, a un sólido sistema de investigación, a la difusión de la agricultura urbana y la agricultura orgánica con un masivo desarrollo de insumos biológicos, apertura de mercados agropecuarios, y organizaciones fuertes que apoyan a los agricultores como ANAP, ACPA y ACTAF, entre otras. Al comienzo del período especial, el énfasis se centró fuertemente en una estrategia de sustitución de insumos químicos por biológicos, para reducir el uso de insumos o porque estos no estaban disponibles y para atenuar los costos de producción de los modelos convencionales.
Este enfoque de bajos insumos estableció la base para el desarrollo y escalonamiento de estrategias agreocológicas de diversificación de fincas, integración animal, reciclaje, control biológico, etc. que miles de agricultores ya practican en la isla.
El mundo, y en especial America Latina, aún observan con admiración y orgullo los niveles de producción y áreas dedicadas a la agricultura urbana y orgánica en Cuba, niveles nunca alcanzados en otros países, así como los avances de la investigación y extensión agroecológica, sin embargo, en muchos círculos se habla hoy de la “paradoja de la agricultura cubana”: ¿Cómo en un pais con tanta experiencia práctica en agroecología, alto nivel de conocimiento científico y organización social de base, donde la agricultura campesina que ocupa el 25% de la tierra arable y produce una sustancial cantidad de viandas, granos, frutas, animales menores, etc. y con más de 350.000 agricultores urbanos que suplen más del 80% de las hortalizas consumidas en las grandes ciudades, aún importa el 65% de los alimentos? ¿Cómo en un país cuyos avances en el control biológico de plagas son venerados en el mundo entero, está a punto de liberarse una variedad de maiz transgénico Bt para el control del cogollero, plaga fácilmente regulada en sistemas agroecológicos por predatores, parásitos y entomopatógenos?
Miguel A Altieri Universidad de California, Berkeley Sociedad Cientifica Latinoamericana de Agroecología.
Fuente: Red de investigación. Acción sobre la Tierra. landaction.org
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