3 de Diciembre de 2010.
Con el avance del calentamiento global, se prevé que las áreas de distribución geográfica de diversas especies se desplacen alejándose del ecuador. De hecho, los científicos ya han documentado casos de tales cambios en muchas especies de vegetales y animales. Sin embargo, parece que las áreas de distribución geográfica de otras especies permanecen estables.
El hecho de que las distintas especies respondan de maneras diferentes a un mismo grado de calentamiento, hace más difícil para los ecólogos predecir los futuros efectos biológicos del cambio climático y planificar las medidas apropiadas.
Los ecólogos Daniel Doak de la Universidad de Wyoming y William Morris de la Universidad Duke han presentado ahora los resultados de su estudio de larga duración sobre plantas árticas y alpinas.
Estos resultados explican por qué algunas especies pueden tardar más que otras en cambiar sus áreas de distribución geográfica ante el avance del cambio climático, y por qué podrían darse cambios súbitos al respecto conforme vayan subiendo las temperaturas.
Las especies de plantas estudiadas por Morris y Doak van desde poblaciones en zonas altas de montañas de Colorado y Nuevo México, hasta especies que crecen a lo largo del litoral ártico en el norte de Alaska.
Los ecólogos Daniel Doak de la Universidad de Wyoming y William Morris de la Universidad Duke han presentado ahora los resultados de su estudio de larga duración sobre plantas árticas y alpinas.
Estos resultados explican por qué algunas especies pueden tardar más que otras en cambiar sus áreas de distribución geográfica ante el avance del cambio climático, y por qué podrían darse cambios súbitos al respecto conforme vayan subiendo las temperaturas.
Las especies de plantas estudiadas por Morris y Doak van desde poblaciones en zonas altas de montañas de Colorado y Nuevo México, hasta especies que crecen a lo largo del litoral ártico en el norte de Alaska.
Estas regiones incluyen hábitats que han sufrido un grado sustancial de cambio climático, lo que ha hecho temer que numerosas poblaciones de estos vegetales puedan estar siendo diezmadas.
No obstante, después de estudiar el crecimiento y supervivencia de decenas de miles de plantas individuales durante seis años, los investigadores han encontrado un patrón más complejo de reacciones.
En el extremo sur de sus áreas de distribución geográfica, bastantes vegetales sí acusan claramente los efectos negativos provocados por las temperaturas más calurosas, y su capacidad de supervivencia es notablemente menor.
Pero en la mayoría de los años, estos efectos son compensados por los que experimentan otros vegetales del sur, que crecen más rápidamente, de tal modo que las poblaciones de allí no son, al menos por el momento, menos estables que las del norte.
Sin embargo, los resultados obtenidos en el nuevo estudio no indican que estas plantas, u otras especies, estén a salvo de los efectos nocivos del calentamiento.
Evaluando la reacción de plantas individuales en años muy calientes o muy fríos, Morris y Doak han encontrado que el mecanismo compensatorio que funciona en años moderadamente fríos o moderadamente cálidos (una baja supervivencia es compensada por un crecimiento más rápido) no se sostendrá con un calentamiento más acentuado.
Este temor se fundamenta en el hecho de que, en los años más cálidos, tanto la capacidad de supervivencia de los vegetales como su velocidad de crecimiento sufrieron un bajón en todos los lugares inspeccionados.
En otras palabras, y dado que las reacciones de las poblaciones naturales al cambio gradual del clima no tienen necesariamente por qué ser graduales, es probable que durante algún tiempo no se aprecien efectos considerables del calentamiento sobre diversos organismos. Pero tan pronto se traspase un determinado umbral climático crítico, y cada especie tiene el suyo propio, cesará el equilibrio entre los citados efectos contrapuestos del calentamiento, con la consecuencia de un abrupto declive en las poblaciones.
No obstante, después de estudiar el crecimiento y supervivencia de decenas de miles de plantas individuales durante seis años, los investigadores han encontrado un patrón más complejo de reacciones.
En el extremo sur de sus áreas de distribución geográfica, bastantes vegetales sí acusan claramente los efectos negativos provocados por las temperaturas más calurosas, y su capacidad de supervivencia es notablemente menor.
Pero en la mayoría de los años, estos efectos son compensados por los que experimentan otros vegetales del sur, que crecen más rápidamente, de tal modo que las poblaciones de allí no son, al menos por el momento, menos estables que las del norte.
Sin embargo, los resultados obtenidos en el nuevo estudio no indican que estas plantas, u otras especies, estén a salvo de los efectos nocivos del calentamiento.
Evaluando la reacción de plantas individuales en años muy calientes o muy fríos, Morris y Doak han encontrado que el mecanismo compensatorio que funciona en años moderadamente fríos o moderadamente cálidos (una baja supervivencia es compensada por un crecimiento más rápido) no se sostendrá con un calentamiento más acentuado.
Este temor se fundamenta en el hecho de que, en los años más cálidos, tanto la capacidad de supervivencia de los vegetales como su velocidad de crecimiento sufrieron un bajón en todos los lugares inspeccionados.
En otras palabras, y dado que las reacciones de las poblaciones naturales al cambio gradual del clima no tienen necesariamente por qué ser graduales, es probable que durante algún tiempo no se aprecien efectos considerables del calentamiento sobre diversos organismos. Pero tan pronto se traspase un determinado umbral climático crítico, y cada especie tiene el suyo propio, cesará el equilibrio entre los citados efectos contrapuestos del calentamiento, con la consecuencia de un abrupto declive en las poblaciones.
Fuente: scitech-news.com, amazing.com
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